“Recoger en cualquier soporte lo bueno y malo del ser humano solo por atesorar y preservar la memoria  histórica” es una de las esencias de vida de Pablo Massip, este profesional desde siempre vinculado al audiovisual, cuyo apellido es una excelente carta de presentación a la vez que los resultados de su oficio lo llevan a convertirlo en un muy interesante referente creativo. 

Asumir la creación desde el audiovisual en cualquiera de sus; encontrar en la televisión una manera otra de re y crear nuevas realidades son algunas de las aristas que serán abordadas en esta conversación. 

Haber nacido tan cerca del mundo del cine, ¿cómo define tu relación con la cámara

“Sí, como bien dices, tuve la suerte de haber nacido cerca del cine. Creo que mi padre me arrastraba a su trabajo—no había con quien dejarme— y se lo agradezco eternamente porque, de alguna u otra manera, eso me permitió ser testigo de su forma de hacer. Estar, por ejemplo, en la filmación de Páginas del diario de José Martí fue muy importante. Me hice amigo de los extras, los españoles y los mambises. Imagínate a un niño ponerle en frente caballos, machetes, gente con fusiles, vestuario, maquillaje; de  pronto yo me hacía en aquella época. Por tanto, para mí todo aquello resultó increíble; era como jugar dentro de un mundo real e imaginario al mismo tiempo. 

Recuerdo haber echado a perder algunos planos de esa película porque de pronto no sabía que se estaba filmando y al ver pasar cerca de mí a esos “amigos” que andaban con machetes y caballos pues aquello me “inspiraba” a pasar por delante de la cámara e ir a saludarlos. De pronto, cuando menos lo esperaba, sentía a mi padre, muy molesto decir. “Llévenselo que no sé qué voy a hacer con él”. Y no faltaba más, me sacaban de la filmación y me llevaban para lo que hoy sería aseguramiento, con la gente de producción y allí me dejaban entretenerme con el caballo del personaje de Máximo Gómez que, por cierto, lo interpretaba Justo Vega. O sea, el hecho de estar inmerso en esos rodajes me hizo acercarme al mundo de las cámaras, las luces, el vestuario y fue despertando dentro de mí ese bichito que llamamos inquietudes. 

La primera vez que tuve una cámara en mi mano fue Zenit TL, creo que mi padre no la usaba mucho; me la regaló y a partir de ese momento ahorraba mi dinerito para comprarme unos rollitos de película ORWO NP 27 que vendían en las tiendas de La Habana y con eso era feliz. Solo tenía la posibilidad de tomar 36 fotografías así que las ahorraba al máximo.

Por entonces mis temas eran la arquitectura, los paisajes urbanos, algunos animales que se me ponían delante. En el primer caso, no tanto la fachada de una casa, como los dibujos impresos en ella. Para fotografiar a los animales, al tener la limitación de un lente sencillo, me di cuenta que con un poco de paciencia, si me mantenía tranquilo, ellos, acostumbrados a ver a las personas transitar, no huían, entonces y podía lograr la instantánea.

Con esa misma cámara me fui a la Unión Soviética a estudiar Historia y Ciencias Sociales, y allí aprendí seriamente fotografía; al mismo tiempo veía mucho séptimo arte. De hecho iba frecuentemente a unos cines especializados en cortometrajes hechos para niños y adultos, y todo ese mundo me cautivó de tal manera que puedo definir que la relación que hoy establezco con la cámara es totalmente intimista. La cámara para mí es como la extensión de lo que imagino… y veo”. 

¿Qué significa para ti el género documental? y ¿y qué compromisos te entraña?

“Para mí es un reto enorme, creo que bebí de tres grandes documentalistas cubanos: Tomás Piard, Enrique Pineda Barnet y José Massip. Tres formas diferentes de realizar el documental, de percibir la vida y por tanto de llevarla a pantalla. 

Mi padre tenía una forma muy rígida de dirigir en los documentales. Él decía que había que hacer esto y era así, podías sugerirle pero no, él tenía muy claro el qué y cómo. Pineda contaba con una flexibilidad que posibilitaba mayor movimiento a la creación. Era más abierto y con Tomás todo movimiento llevaba el concepto detrás: la búsqueda de esa  realidad que, a la larga, él iba a transformar en el documental. Por tanto este género además del reto que constituye per se; para mí es la extensión de ellos tres”. 

Y si bien se conocen de ti propuestas documentales vinculados a la obra de Choco, (El hombre de la sonrisa amplia y la mirada triste); el de Rosario Cárdenas (Tuya para siempre) o el documental Me dicen Cuba, hay un Massip vinculado a la ciencia, la tecnología y el medio ambiente…

“Durante un tiempo largo trabajé en el Centro de Investigación, Tecnología y Medio Ambiente (CITMA) y luego me integré al Grupo de video de Cubaenergía, perteneciente también al CITMA. Afortunadamente en ese terreno tengo gran influencia de mis abuelos que fueron geógrafos: Salvador Massip Valdés y Sarah Ysalgué, fundadores de la Geografía Científica en Cuba , por tanto ese entorno científico me resultaba cercano y en él pude realizar múltiples trabajos. 

Recuerdo que el primero fue sobre un método de esterilización de sistemas óseos humanos con tecnología nuclear (radioactividad). Un documental, como es lógico, lleno de términos científicos y yo me decía y esto que cosa es. Tuve que investigar muchísimo pero llegó un momento en que dije: yo no soy un científico nuclear, sino un cineasta que quiere hacer documental científico. Lo titulé In limine , o sea, en el umbral. 

Este trabajo fue visto por cinco científicos: dos cubanos, un húngaro, un neozelandés y un australiano que viajaron a Cuba para verlo en una sala del CITMA. Los recuerdo muy contentos y eso me dejó tranquilo pues significaba que había funcionado Y era realmente un camino que me interesaba. Luego tuve la suerte de recorrer toda Cuba, descubrir centros científicos, promocionar, de alguna manera, la flora y fauna cubanas que es tan maravillosa. Por eso en algún momento rozo con Jorge Ramón Cuevas y el espacio televisivo “Entorno”, incluso, después de su lamentable fallecimiento en un accidente, se decide que yo continúe haciendo la cámara y la fotografía de esos programas.

Confieso que el tema de tecnología y medio ambiente es algo que todavía me cautiva y apasiona. Hoy, aun, sigo promoviendo la ciencia, de hecho tuve el placer de recibir  en 2001 el Premio Mundial del Concurso Global de Video del programa de las Naciones Unidas sobre documentales de la capa de ozono pero, en realidad, lo que me motiva a seguir trabajando es la vida, lo que hace el ser humano; lo que inquieta al Hombre para vivir, desarrollarse; mostrar cómo es su relación con todo lo que le rodea. Soy un defensor absoluto de recoger en cualquier soporte lo bueno y malo del ser humano, solo por guardar y conservar la memoria histórica. En ese sentido, el compromiso que me entraña este género es sencillamente seguir realizándolos, independientemente que pueda estar filmando ficción. 

Actualmente eres el codirector del programa televisivo “Marcas”que transmite Canal Caribe y tienes en proyecto otros. ¿Por qué?

“Ha ocurrido algo importantísimo en la historia de la humanidad y es que hoy el cine se realiza con técnicas, cámaras, equipos de sonido digitales… el soporte cinematográfico cada vez se utiliza menos, por tanto en lo personal, el paso del cine al formato televisivo para mí fue un proceso absolutamente normal. Lo que sí puedo asegurar, desde mi humilde experiencia, es que el video impone una disciplina que parece más complicada que cuando se trabajaba con la película fotosensible. Es muy interesante y muy plausible que ese tránsito también haya llegado a Cuba. 

Hoy tenemos una crisis grande, se producen pocas películas por tanto la televisión es el punto convergente al que he ido a parar. Asumo la codirección del programa “Marcas” y otros porque lo importante es crear. Los proyectos que estamos gestando en ALMAR Producciones, nuestro equipo de realización audiovisual, los consideramos importantes y necesarios para la televisión cubana. Hemos concebido un programa de entrevista, de pensamiento y reflexión sobre la situación actual del país y el mundo. Y el otro proyecto consiste en un show televisivo de sábado por la noche, cuando la familia está en casa . Por tanto la televisión continúa siendo el lugar donde para el que se sigue ideando”. 

¿Cómo te imaginas o proyectas para un futuro (inmediato)

“Simplemente, sin dejar de crear, con un montón de proyectos, generando nuevas, ideas, realizando documentales, uno de ellos como homenaje a mi padre en Viet Nam y Laos, retomando esa tradición familiar de asumir trabajos de corte histórico.

Hay otro proyecto (largometraje) que tengo entre manos hace rato sobre Henry Reeve, ese joven que llegó a Cuba a luchar en la guerra de Independencia. Así me imagino soñando y produciendo documentales de todo tipo pero sobre todo defendiendo siempre lo que somos y cómo somos los cubanos”. 

En alguna conversación anterior Pablo Massip hacía referencia a su necesidad de crear para dar respuesta a su verbo interior que era buscar , pasado un tiempo y convencido de que es encontrar el término que define su actual hacer, resulta muy bueno enterarnos de que la televisión es uno de los actuales asideros creativos de su constante crecer.

 

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