La violencia de género hacer ola en todo el mundo. No valen estratos ni diferencias sociales, en países del Primer mundo o del tercero, en zonas rurales o grandes urbanizaciones, el “macho” seduce a muchachas jóvenes, y a veces ni siquiera eso: saltándose el paso usa la fuerza y comete la violación.
Si eso es triste y traumático para las víctimas, imaginen lo que es pasar de ese estado al de sospechosa y finalmente ser declarada culpable en una corte por “denuncia falsa”. En el medio, como verdadera criminal –más aun que los propios violadores– una policía parcializada, realmente cómplice de estoss .
Para no investigar demasiado, cerrar casos que les llevarían quizá demasiado esfuerzo , lavarse las manos como modernos Pilatos , son capaces de revertir los hechos, distorsionarlos en contra de las jóvenes abusadas y conducirlas a la cárcel como las verdaderas delincuentes por acusar fácilmente a “hombres inocentes”.
Además de ello, y peor aun es la visibilización de los resultados, que los medios acogen sin investigar nada y haciéndose eco de la infamia, lo cual trae mayor vergüenza a las víctimas: no solo se descubre un hecho que habían mantenido en el mayor secreto posible sino que aparecen ante la opinión pública, familiares y amigos como mentirosas, fraudulentas y difamadoras.
La policía usa todo tipo de métodos intimidatorios, trampas, medias verdades y coacciones para lograr tan nefastos resultados, a lo que les ayuda la vulnerabilidad y desamparo de las víctimas, que en algunos casos las lleva hasta al suicidio.
Cierta periodista de investigación en un pueblo norteamericano tras rastrear una de esas acusaciones encuentra un patrón que la lleva a esas conclusiones: la verdadera culpabilidad de las autoridades, que van desde los investigadores policiales hasta los jueces. También comprueba que ni es un caso de excepción ni es solo en esa ciudad: cientos de situaciones y desenlaces semejantes en todo el país la llevan a proseguir, investigar a fondo y desentrañar las claves y motivos de tales desdeñables prácticas.
Todo esto y más puede hallarse en el notable documental Victim/Suspect (Víctima/Sospechosa), de Estados Unidos , que realizara en 2023 Nancy Schwartzman (Roll Red Roll), quien ya ha trabajado, en otros títulos y series -siempre dentro de la “non fiction” - temáticas que involucran a personas dañadas y vulnerables, desprotegidas por la justicia e incluso, como en este filme que reseñamos, cómplices.
Con el ritmo y la dosis de suspense de un trhiller, el filme sigue a la comunicadora en su ardua labor investigativa, nos participa de ello revelando materiales de archivo, videos, entrevistas a los involucrados -aunque la mayoría de las autoridades, como era de suponer, se negaron a colaborar- y sobre todo el conmovedor testimonio de algunas de las jóvenes acusadas o de sus familiares, así como de expertos en el tema de las “falsas denuncias” , realmente falsas condenas y muestras al canto de abusos de poder, machismo, patriarcado e inmoralidad de policías y jueces.
Aunque un tanto redundante a veces, y con varios anti-clímaxs que prolongan innecesariamente el desenlace, el texto cinematográfico es valioso tanto artísticamente como desde la condición de documento social, útil en la lucha por las reivindicaciones femeninas y contra las injusticias de ciertos grupos empoderados que, lamentablemente, tienen en sus manos la “justicia”
El espacio “Pantalla documental” (CE, miércoles, 10 p.m) , que tan notables títulos dentro de ese género brinda, tuvo el acierto de exhibir Víctima/Sospechosa en su última emisión, y quienes pudimos apreciarlo agradecemos propuestas semejantes de la programación fílmica en nuestra TV.