Acercamiento a la definición y las funciones de un especialista poco reconocido en los medios
Ya han trascurrido más de 30 años del surgimiento de la figura del asesor de programas en la radio y la televisión cubana. Desde aquella época hasta la actualidad, las funciones de este necesario y útil especialista no están bien definidas, porque se enmarca o encasilla entre un administrativo que se ocupa de la censura, o de un sujeto cuya opinión es poco confiable en temas culturales y artísticos.
Para comenzar, la clasificación de asesor es ambigua, se interpreta de diferentes maneras. Por ejemplo, si es de televisión, pudiese entenderse como aquel conocedor de la tecnología, o quizá de la historia misma de la TV como proceso sociocultural y de comunicación masiva. Igual sucede en la radio.
Sin embargo, muchos sabemos que no es así. Deberá primero reconocerse que el verdadero nombre de esta especialidad es dramaturgista, a quien se refiere este artículo.
La existencia de ese sujeto creativo data del último tercio del siglo XVIII, cuando nace el concepto de Dramaturgia. Un hombre de teatro, Gottohold Ephraim Lessing, promueve con sus escritos, publicados bajo el título Dramaturgia de Hamburgo, el reconocimiento del dramaturgista en las orbitas de la crítica, el análisis y la teoría teatral.
Así, el dramaturgista tiene capacidad para analizar y reflexionar sobre textos teatrales, elaborar un repertorio; posee un criterio cualificado para criticar la interpretación y la puesta en escena, y se detiene igualmente en la relación con el público. También puede realizar adaptaciones o traducciones. Con ello se perfila a través del tiempo y toma cuerpo en el centro de Europa un dramaturgista poco o mal conocido en la mayoría de los países hasta épocas bien recientes.
Durante el siglo XVIII el hombre no solo descubre en la razón su principal fuente de conocimiento, sino que profundiza en el ejercicio de la visión y la mirada, la observación para entender. Desde entonces, los seres humanos persiguieron el sueño de contemplar y estudiar su entorno desde los ángulos más inverosímiles.
En el teatro, este proceso coincidiría con la aparición del dramaturgista con una mirada determinada del espectáculo, la que más abarca, la más elevada, conocedor de las leyes escénicas, pero siempre su función será la de consejero, asesor o consultor del director de escena. Estas relaciones son generalmente conflictivas, porque se resumen en la lucha por ocupar un status de privilegio y mirar el espectáculo desde lo más alto, estableciendo una jerarquía inadaptable hasta lograr mutar un binomio creativo perfecto, donde primará el respeto cuando se establecen las verdaderas funciones de ambos en la construcción y puesta en escena de la obra.
Función del dramaturgista
La experiencia acumulada por varios siglos demostró la existencia eficaz del dramaturgista y sus funciones dentro del proceso creativo.
1ro: Se define como un artista que defiende a ultranza la obra y protege incondicionalmente al director de escena. (teatro, cine, televisión y la radio)
2do: Su función comienza cuando lleva a cabo una serie de tareas que parten del profundo conocimiento de la literatura dramática y la comprobada capacidad de análisis para concretarse luego en la definición de un repertorio teatral o en la parrilla de programación (ya sea en el seno de un teatro, canal de televisión, de radio, u obra cinematográfica, que lo mantiene con un criterio muy definido), también en la búsqueda de temáticas contemporáneas y la investigación de las mismas, la observación y el establecimiento de un diálogo que permita ver en qué medida está explicada la propuesta de sentido en la escenificación, la realización de adaptaciones, la elaboración de documentos generados a partir del espectáculo o programa de televisión, o la proyección de los planteamientos y los criterios de la institución hacia el exterior (divulgación de los espectáculos); esto es, fomentar y enriquecer las relaciones con los espectadores.
Es también un mediador que trabaja en diferentes direcciones y niveles de acuerdo con sus criterios ideológicos y estéticos y sus posibilidades financieras. Sugiere, además, la elección del director de escena más adecuado para cada espectáculo teatral (solo en el teatro de Alemania) y mantiene un seguimiento del evento durante su creación y ulterior exhibición y, finalmente, el consumo del mismo.
Durante el proceso creativo o de lectura de textos, se ocupa del desmonte dramatúrgico de la obra. Su trabajo deberá concentrarse en la definición de la fábula de la obra y de cada escena. Realizará también un minucioso desglose en unidades motivaciones de cada una de ellas, así como la señalización de los puntos de giros, sin perder de vista que al final la puesta en escena deberá ser entendida como la mejor explicación de la fábula y que solo se llevará a cabo mediante intensas sesiones de trabajo de mesa y su relación profesional con el director, que se distinguirá por la construcción paciente y civilizada de un puente comunicativo y transparente de apertura y de consulta.
En el proceso creativo deberá formular el método actancial, que le permita organizar mejor el desmonte del análisis de la obra; así como apropiarse del conocimiento en detalles de la caracterización de cada uno de los personajes.
Asimismo, en el ámbito de las relaciones públicas mantiene contacto permanente con los autores vivos y con el público de su tiempo, el cual nunca se puede perder de vista. Por su calidad de mediador, el dramaturgista debe poseer un talante diplomático, comprensivo y tolerante, ser capaz de generar un nuevo lenguaje, un sistema, e iniciar nuevas sendas en el arte dramático, en el cine, la televisión, la radio y el teatro; emanadas generalmente de sus buenas relaciones con los directores de escena.
Más allá de todo eso, los dramaturgistas están obligados a pensar en el repertorio teatral, el programa de televisión, la serie, la novela o el filme, como algo vivo, vinculado al público y no aislado de los problemas de la gente, que posibilita el consumo cultural y el desarrollo del gusto de la audiencia.
Sin embargo, el dramaturgista es un profesional de reciente reconocimiento en el ámbito académico, carece de respaldo público en el plano institucional de muchos países, y poco a poco se abre paso en el ámbito independiente, donde debe bregar con las reticencias de muchos directores y, sobre todo, con la ignorancia de algunos profesionales.
¿Cómo se hace el dramaturgista?
Debe poseer el nivel universitario como teatrólogo, dramaturgo o director escénico de cine y televisión, también de arte dramático.
En su defecto, serán egresados de carreras de Letras o Humanidades que hayan cursado y aprobado Diplomados, maestrías o doctorados de esas ciencias. Desde el punto de vista institucional deben estar evaluados y reconocidos como artistas.
La especialización en la práctica
Con el paso de los años quedó clara la diferenciación entre el dramaturgista y el dramaturgo, mientras que este último es el escritor original y analista de las obras dramáticas y, además, posee y se le reconoce las secciones de derecho de autor de la obra.
El dramaturgista, por su parte, es el ente artístico que protege la legitimidad de la obra, su contexto, el estilo original de su autor (dramaturgo), esto no significa que se convierta en una camisa de fuerza para el director escénico que tiene la plena libertad de contextualizar la obra y expresar su punto de vista para el público contemporáneo, por cuanto puede suprimir o acortar escenas superfluas o modernizar la gramática de los diálogos de sus personajes.
Entonces surgen y se desarrollan dos tipos de dramaturgistas especializados:
- De producción: Trabaja a efectos de la realización de un espectáculo determinado (ficción, musical, cultural, cine), sus tareas abarcan diversos ámbitos, según las necesidades del director y las condiciones de la producción (documentación y análisis del texto, búsqueda de materiales según el tiempo de ensayos, intervención sobre el texto, seguimiento, asesoramiento de locutores y actores, del director de arte y el escenógrafo, también aconseja sobre el balance temático y musical, etc.).
- De programación: Selecciona los espectáculos teatrales programados o los espacios televisivos, también los filmes de ficción y documentales según la institución para la cual trabaja, los ubica en el día y la hora que más demanda la población para ser exhibidos según las temáticas y los súper objetivos de las obras y los sectores del público. Igualmente participa en la realización de programas de mano (promocióonales o divulgativos), en espacios televisivos o de radio donde se promueve o divulga la programación del canal o emisora radial, del mismo modo en la producción de spots y comerciales; elabora propuestas de actividades paralelas que coadyuven a la participación de la institución en la vida social (festivales, exposiciones, premieres) para un mejor conocimiento del teatro o de la programación del canal de televisión por parte del público. Gestionará, además, mecanismos para la traducción y el subtitulaje de las obras en diferentes idiomas y estará pendiente de la correcciones gramaticales y ortográficas del grafismo electrónico que se utiliza en cada programa y el close caption.
La relación del director con el dramaturgista
Las relaciones con los directores de escenas deben ser muy estrechas en todo lo referido a la gran dirección del espectáculo, el concepto, la interpretación de un personaje, llevarlo de un punto a otro; pero también se dan muchos casos en los que pueden hacer sugerencias concretas a actores, contestar sus preguntas. El trabajo de mesa es el momento cuando hay que comprender realmente todo, para que los actores no tengan dudas sobre qué hacen a lo largo de la obra, y por qué.
Por supuesto, el director explica qué quiere hacer y cómo entiende el texto, pero en ocasiones los actores plantean preguntas y, entonces, las respuestas se hacen necesarias, no importan de quién venga, es un trabajo de equipo y el dramaturgista está obligado a aportar materiales para hacerlo legible, elaborar una escenificación donde se pueden dejar sentir las direcciones e inflexiones propias, siempre buscando la coherencia final.
El dramaturgista deberá tener claro que el director tiene una idea, la obligación del primero es seguir esa línea y plantearse los por qué, para poder abundar en la concepción original. Es un colaborador al servicio del director, así como el escenógrafo, el iluminador, porque el director hace el compendio de esas artes, entonces el dramaturgista es su colaborador en el nivel filosófico, de comunicación, de transporte, también de empuje.
A veces pueden surgir antagonismos entre el director y el dramaturgista porque tienen ideas opuestas. Pero son situaciones en las que el colaborador debe decir: “hazlo como tú crees”, y después volver a debatirlo hasta que triunfe la razón y la lógica.
En cualquier caso, el dramaturgista debe guardar cierta distancia con el objeto, porque siempre hablará sobre un objetivo que no se basa en su gusto personal, sino se establece a partir de criterios ajenos. En ese sentido, resulta beneficioso que los directores trabajen con los dramaturgistas, porque aquellos no los limitan, sino que los apoyan.
*Director escénico de cine y televisión.
Fuentes consultadas:
Baltés, Blanca: Perfiles y modelos del dramaturgista, Revista ADE TEATRO.
-------------------: El dramaturgista al servicio del teatro, Revista ADE TEATRO.
Rodrigues, Carlos: Brigitte Luik, la experiencia de una dramaturgista en España, Revista ADE TEATRO.
Vieites, Manuel F.: La dramaturgia es una forma de leer, Revista ADE TEATRO.