En la televisión cubana, cada sábado después de la telenovela se transmite la serie española Las chicas del cable

En las noches de sábado, después de la telenovela brasileña, el canal Cubavisión transmite la serie española Las chicas del cable (2017), realizada por Netflix de conjunto con Bambú Producciones.

Seis temporadas y 42 capítulos o episodios integran su narrativa, la cual toma como centro la instauración de la primera compañía de telefonía en Madrid y la llegada de cuatro chicas, que forman parte de un amplio grupo de mujeres y buscan allí la posibilidad de encontrar empleo en un ámbito extremadamente machista, con una sociedad anquilosada en sus costumbres y heredera de reglas patriarcales.

A partir de la historia de cuatro amigas (Lidia Aguilar, Carlota Rodríguez, Marga Suárez y Ángeles Vidal), la trama recorre buena parte de la Historia, las costumbres y los modos de vida de una época; al tiempo que retrata sus pasiones, sus miedos, sus aspiraciones…, y también las luchas femeninas por alcanzar el derecho al voto (Sociedad de Mujeres Sufragistas), los derechos y libertades sexuales a partir de la ruptura de patrones heteronormativos; entre otros temas.

Cada uno de los capítulos toma como centro un tema para exponer sentimientos (el amor, los celos, la culpa, la soledad, el odio, la esperanza, la venganza); vínculos (con el pasado y la familia) y uno capítulo dedicado a un hecho, pero un hecho que cambió el curso de la historia en España: La guerra.

El tratamiento a esta temática en cada episodio no constituye una camisa de fuerza a la hora de conducir la historia, más bien se instaura como pretexto para sostener la narrativa argumental, para incorporar subtramas a la línea principal, y así aparecen y desaparecen situaciones que generan crisis o ponen en peligro la estabilidad de alguna de las chicas.

Algunas de estas situaciones resultan un tanto forzadas, en ocasiones puede sentirse la necesidad de que la historia transite por el lugar más cómodo en función de la continuidad temática y argumental; y no por aquel que parecía el más indicado.

Al tiempo que aplaudo la elección de esta propuesta para el canal Cubavisión, considero que para el espectador cubano requiere de mucha complejidad mantenerse atento a ella de manera semanal porque necesita sostener en su memoria los hechos y situaciones de los capítulos anteriores para poder seguir el ritmo del argumento.

Tengo que confesar —para ser totalmente franco— que después de ver pocos capítulos en la televisión, tuve que copiarla y verla en un maratón de serie (a razón de cuatro o cinco capítulos cada noche), no podía someterme a la espera semanal.

Este hecho, bien conocido para los productores audiovisuales, resulta al mismo tiempo una virtud y una limitante. En mi caso disfruté de la tensión de cada episodio sin pensar en la hora y la obligación de levantarme temprano el lunes siguiente, porque los dos maratones a los que me refiero los hice durante dos fines de semana.

Como he disfrutado de su capítulo 28, solo me remito a anunciarles que queda mucho por ver, que otros muchos entuertos deberán resolver estas mujeres y otros muchos momentos de tensión nos harán vivir Las chicas del cable.

De momento, esperemos que llegue al anhelado capítulo final, para volver sobre ella y comentar otros aspectos que ahora dejo fuera con toda intención, para no aguarles la noche a los muchos que la siguen.

 

 

 

 

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