De nuevo volvemos a publicar opiniones de periodistas que desde diferentes órganos de prensa expresan sus criterios sobre temas de televisión.
La telenovela cubana que transmite Cubavisión no ha convencido. Los realizadores dicen que es por la poca familiarización del público con el género; pero a nosotros nos parece que la clave está en los grandes desbalances de la puesta
No es cuestión de género, en realidad tiene que ver con la realización. Santa María del Porvenir no convence por el gran desbalance de su puesta en pantalla, que va desde desniveles evidentes en la dirección de actores; pasando por serios problemas con los decorados, la fotografía y la musicalización; hasta no pocas soluciones infelices en la dramaturgia.
Lo primero que choca aquí es la poca uniformidad de los registros actorales. Los intérpretes van cada uno por su lado. Algunos se zambullen sin remilgos en la farsa, otros asumen un tono decididamente realista, los hay demasiado enfáticos… y buena parte del elenco sencillamente “está”, sin penas ni glorias. Se extraña una dirección de actores que rebajara o promoviera intenciones, que uniera los empeños.
En una comedia con vocación de farsa —nos parece que este es el caso— habrá personajes y acontecimientos más o menos comprometidos con el tono, pero todos deben orbitar en ese registro.
No es que en Santa María… falten buenos desempeños: Daisy Quintana (María Efluvio), Rubén Breña (el Alcalde), Raúl Pomares (Vito)… comprendieron bien las demandas. Pero otros sencillamente no encajan. En el caso de los debutantes se suman incluso problemas de voz y dicción. Sian Chiong (Alejandro) es el que mejor se las arregla.
Tampoco las tramas y la manera de enunciarlas ayudan mucho. La telenovela luce “inflada”, hasta el punto de que nunca cuaja del todo. Algunos capítulos son demasiado verbales, pletóricos de cacofonías y diálogos sin mucho sentido. Muchas de las tramas parecen circunstanciales añadidos, que no aportan casi nada a la progresión de la historia.
Y no vamos a dedicarle mucho espacio a las licencias históricas: ¿cómo es posible que en ese ayuntamiento haya un solo concejal?
En la edición abundan los descuidos: escenas claves sin antecedentes, comienzos mutilados, grises y poco intencionados finales de capítulo...
Desde el punto de vista puramente formal no hay tampoco muchas virtudes: la fotografía es chata, más allá de algún que otro encuadre o tiro de cámara interesantes. La musicalización parece por momentos anárquica: en ocasiones sobra música y por momentos falta; algunas selecciones poco o nada tienen que ver con lo que está sucediendo o con el carácter de los personajes; y el volumen a veces no deja escuchar bien los diálogos.
Los decorados merecen punto y aparte: son chapuceros, poco imaginativos, paupérrimos en algunos casos. Ya se sabe que es difícil asumir la época, pero aquí faltó rigor. Mejor está el diseño de vestuario (aunque poco vistoso, evoca la época) y sobre todo el trabajo de maquillaje y peluquería… aunque el diseño de luces no ayuda.
A Santa María… le sobraron pretensiones. Se quiso hacer una gran telenovela con muy poco material. Un centenar de capítulos son muchos: la historia no daba para tanto. La producción a todas luces fue insuficiente. Y no todos los actores convocados estaban a la altura del empeño.
Este es un ejemplo más de la necesidad de cambiar rutinas y esquemas de producción en la Televisión Cubana. Está claro que es un tema espinoso, con muchas mediaciones y condicionamientos externos. Pero hay que buscar alternativas. No es posible producir 100 capítulos de una serie sin ofrecer la oportunidad de cambiar el rumbo o perfilar soluciones.
Rolando Chiong, el director de Santa María…, es un creador serio y talentoso. Lo ha demostrado una y otra vez. Pero la casa productora debió proponer aquí una dirección más colegiada (¿se han fijado la cantidad de directores de las telenovelas extranjeras?), aunque Chiong asumiera el liderazgo principal.
Ojalá que Santa María del Porvenir haya sido después de todo un ejercicio provechoso para sus realizadores. Un itinerario creativo tiene altas y bajas. Pero mucho mejor sería que la Televisión Cubana tomara nota. Hay que decirlo con todas las letras: las reglas del juego tienen que cambiar.