Eduardo Martín Vázquez es uno de esos seres dotados de un don especial, que en él une a dos gustos voraces: conocer sobre historia y  contar, desde siempre, en  forma cinematográfica. LCB: La otra guerra, nació casi con título y todo, cuando él trabajaba junto a Alberto Luberta  en la grabación de la primera temporada de Unidad Nacional Operativa, UNO. Lo hizo con la emoción del investigador que llevaba años estudiando el bandidismo y con la pasión del cuentero que veía los hechos desde los conflictos humanos. Y conquistó a Albertico que aceptó meterse en aquel sueño (aún no era proyecto).  Pero yo no puedo contar su historia mejor que él, así que aquí están las largas, intensas y extensas respuestas de Eduardo, el padre, por voluntad propia  de la serie, producida por RTV Comercial,  que cada sábado trasmite, a las 8 y 30 de la noche, la Televisión Cubana por su canal Cubavisión.

-¿Por qué tu pasión por la historia? ¿Te llegó por ADN? 

-Lo que  me fascina no es la historia en sí, sino los conflictos humanos y la historia en un  reservorio de situaciones extremas. La historia me gusta tanto como el género policiaco.  Pero soy graduado de  Licenciatura en Literatura Hispanoamericana. Cuando impartí clases en la carrera de Historia del Arte lo hice con una asignatura que había creado sobre dramaturgia del espectáculo.  Durante mi juventud mi sueño  era ser asesor de dramaturgia de un grupo de teatro. Por un año fui alumno de un curso formidable de la Doctora Beatriz Maggi sobre el  teatro de Shakespeare. Por diferentes medios estudié análisis dramático, pero en participar en la creación aportando en el análisis, nunca pensando que podría escribir.

En mi biblioteca hay buenos espacios dedicados a Shakespeare y Bertolt Brecht. Tanto como otros similares ocupan las obras de Carpentier o Faulkner o García Márquez. Si la oportunidad se hubiera dado, quizás en vez del programa La isla y el tiempo, hubiera hecho otro dedicado a estimular la lectura. Pero cosas del azar concurrente, fue la historia de Cuba.

  El Sergio real (Santiago Gutiérrez Oceguera) inspiraron el  personaje que interpreta Raycell Cruz y aparece desde el capitulo tres

Cuando me empezaron a aceptar narrando hechos históricos en los programas, te confieso que me  sentí como  un extraño en el paraíso. No era locutor, ni voz ni dicción tenía para eso.  Por cierto, durante los diez años en la televisión cobré menos que lo que hubiera ganado un locutor evaluado. Tampoco era historiador. Ni siquiera graduado de la especialidad. ¿Qué era entonces? Todavía no lo sé. En esa encrucijada, agradezco mucho la confianza que me dieron personalidades como Eusebio Leal y  EduardoTorres Cuevas.

-¿Y cuando niño te gustaba?

-La historia fue mi hobby desde muy temprano.  Dos cosas se enlazaron desde mi niñez: la lectura y el cine. Y de eso tuvo la responsabilidad mi padre. A él sólo lo vi leyendo periódicos y revistas.  Alcanzó el sexto grado después del triunfo de la Revolución. Sin embargo, tuvo el acierto, que desde que yo era muy pequeño, me regalaba libros, con unas ilustraciones de dibujos clásicos  muy atractivos. Con el tiempo esos libros infantiles los sustituí por historietas (entonces le llamábamos muñequitos). De estos me gustaban mucho las que se llamaban Vidas ilustres, que contaban la vida de personajes reales. Luego pasé a los libros clásicos de aventuras, Julio Verne y Salgari. Y de ahí,  la gran aventura de la literatura universal. Nunca he dejado de leer apasionadamente.

También mi padre me llevaba mucho a los cines de barrio. Esas salidas eran una verdadera fiesta que comenzaban en la casa, cuando me hablaba del filme que íbamos a ver. En mi madurez, cuando él ya no estaba,  me di cuenta de que había sido un  excelente comunicador. De esos cuentos, quedó, por ejemplo, mi curiosidad por lo que fue la  Matanzas del reparto  Orfila en 1947 durante la época del pandillerismo. Un tema dormido y un sueño que me queda por cumplir.   A Roly Peña  le interesa hacerlo. Se lo he comentado a varios buenos escritores y están de acuerdo de ser coautores conmigo.

 Mi padre y yo veíamos muchas películas de oeste.  Gary Cooper era mi ídolo. Y también otras sobre personajes  históricos. Recuerdo Desiré, en la que Marlon Brando interpretaba a Napoleón, filme que despertó mi interés por el personaje, hasta convertirme (esto creo que nunca lo he dicho) en el  adolescente  último lector que tuvo la biblioteca del Museo Napoleónico. Todas las mañanas asistía allí. Esa biblioteca,  que se encuentra en  el último piso del museo, fue una biblioteca pública.

Pero regresando a tu pregunta. El resultado no planificado, es que desde la adolescencia me acostumbré a “ver” mis películas de cada lectura que hacía. Pero jamás, me pasó por la mente, que pudiera escribirlas.  Recuerdo que en 1974, creo, escribí el guión de un espectáculo para Teatro Estudio que se llamó Cantar de cantares.  Raquel Revuelta, que fue quien lo montó, me dijo una cosa que nunca olvidé. “Tú imaginación es más cinematográfica que teatral.” En aquel momento me sentí frustrado  pero, ¡cuánta razón tuvo Raquel. El problema es que a mis 24 años yo no tenía como llegar ni al cine ni a la  televisión. Aspiraba a ser dramaturgo.

Quizás por  eso, cuando conduje programas sobre historia de Cuba, mi estilo fue el de contar una película que no existía. 

Fue en la radio donde comencé a realizar comentarios sobre historia de Cuba en 1997.  Me llamaron por alguien que dejó un espacio en Radio Ciudad de la Habana. Allí  mantuve un  espacio diario por más de  10 años.  Cuando saqué la cuenta de cuántos comentarios había hecho, ¡por poco me da algo!. Igual me sucedió cuando multipliqué 10 años  escribiendo y conduciendo programas semanales en la TV sobre historia de Cuba.  Pero me dejaron un buen archivo.

Tuve otros espacios sobre historia de Cuba en Radio Metropolitana,  la C.O.C.O., Radio Rebelde  y mi querida Habana Radio.  Quizás esto no le interese a nadie, pero te lo dejo como información para ti. La experiencia me confirmó lo importante que era ver la historia con naturalidad.  Acercarse a protagonistas fuera de las aulas. Para que hablen en confianza. Ir detrás de lo humano, que siempre llevará a sus conflictos; y ahí ya estamos llegando a la dramaturgia. Y siempre, ver la película que está esperando detrás de cada historia.

-De todas las piezas escritas hasta ahora ¿Cuál te gusta más?

-Mi obra no es mucha y cada una tiene un significado diferente.  Aclaro, ninguna de estas obras ha sido por encargo.  Todas son historias dormidas dentro de mí durante años hasta que un día  logró interesar a alguien con posibilidades de llevarla a cabo o aprobarla.  Por eso, siempre hay un tiempo de sueño y pesadilla del escritor proponiendo  de puerta en puerta el proyecto, a la  manera de un vendedor ambulante.

Dos Ríos. El enigma.  Fue una historia que llevé dentro por muchos años.  Mira si es así, que ya me tenía que operar y el médico pospuso la intervención y me dijo. “Ve y haz el documental, que es tu sueño. Después te operamos.”  Fue lo último que  conduje y me siento satisfecho por haber sido dedicado a Martí.

Además, Dos Ríos… fue mi primera colaboración con Roly Peña, con el cuál tengo otros trabajos hechos y por venir. Dios Ríos. El enigma nos ayudó a los dos para que creyeran más en las posibilidades de audiovisuales con temas históricos que interesaran a los televidentes. Tuvo acogida en la Sociedad Cultural José Martí, que fue quien lo produjo, no el ICRT.

 Ha sido un documental con mucha suerte. Si entras a INTERNET, verás la cantidad de embajadas cubanos que lo han proyectado en días de conmemoración  martiana, desde Uruguay y Panamá hasta Moscú.  Dice Roly que ese un  material  bendecido. Debe ser por el amor con que lo hicimos, un equipo de cuatro personas, cinco, contacto la coordinadora de la Sociedad.

Aunque mi primara colaboración con Roly fue como asesor y escritor en la primera temporada de UNO en el 2009. Pero ya terminados los  guiones quedaron esperando presupuesto. Dos Ríos… se grabó en octubre del 2010.

Duaba. La odisea del honor fue la confirmación de lo  anterior, como sabes, también con Roly. ¿Qué  experiencia me  dejó? Que  acercarse a la estructura dramática potencia el mensaje.  Me encanta el juego entre la realidad y la ficción. Somos hijos de nuestra época. Por tanto, no había olvidado el  impacto que me causó el filme de Manuel Octavio Gómez, La primera carga. Sólo que  en este caso, queríamos acercarnos más al espectador común. Buscar comunicación popular y lo logramos.

Inicialmente Duaba iba a ser una ficción en cuatro capítulos. También  la realidad del presupuesto lo detuvo. Hasta que le propuse a Roly  la idea de esta otra estructura.   Cómo autor lo que más me interesó era hacer “el falso documental” como una manera de construir un docudrama haciendo un imaginario documental, como si en esa época se hubieran podido filmar a los testigos. ¿Qué da eso?: llevar al plano audiovisual contemporáneo las versiones y debates que sólo existen en los libros de historia, que tienen mucho menos lectores.

La mayoría de los parlamentos de los personajes de Duaba, que aparecen como entrevistas en blanco y negro, son versiones coloquiales, de lo que realmente dijeron participantes de los hechos en libros, actas y hasta en un diario inédito, que me facilitó el coronel Hugo Crombet, nieto del general Flor. El recurso estético siempre estuvo en función de comunicar la historia de otra manera. Por supuesto,  hay que investigar mucho.

Sobre LCB. La otra guerra todavía me cuesta trabajo hablar. Aún no soy capaz de valorar  la  reacción de los públicos. Tú, como crítica, tienes más distancia para hacerlo. Pero si te  puedo decir que mi experiencia como autor fue muy intensa. Varios años de investigación con el apoyo del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado, que dirige Manuel Hevia y el asesoramiento del teniente coronel y Doctor en Ciencias históricas, Pedro Etcheverry Vázquez, subdirector del centro mencionado.  Sin ellos, ni Luis Rodríguez, ni el general  Andrés Leyva,  ni Fernando Galindo, no existirían estos guiones de LCB. La otra guerra. Se hubieran podido escribir otros, pero no estos.

Etcheverry y Santiago Gutiérrez Oceguera, son los autores del libro Bandidismo una derrota de la CIA en Cuba. Hasta el momento, el que considero el más completo panorama sobre ese tema. Es la historia del bandidismo a nivel nacional. Se unieron  la preparación metodológica de Etcheverry  con la experiencia como combatiente de la lucha contra bandidos de Oceguera. 

Santiago Oceguera murió  hace pocos años. Pero para  que tengas una idea de su personalidad: desde joven tuvo una memoria prodigiosa y la costumbre de anotarlo todo.  Su seudónimo fue Sergio. Tanto se dedicó a aportar a la historia de lucha contra bandidos, que sus compañeros de la seguridad lo llamaban como Sergio, el bandido. El personaje de Sergio en la serie (interpretado por Raycell Cruz) lleva su nombre como un homenaje a él.

Hasta el momento es la obra que  más he sufrido mientras la creaba y la más compleja  como escritura. Hablo en mi caso. Albertico ya llevaba un trecho andado como autor. Aunque  pienso que LCB… también debe tenerlas entra las más difíciles que ha hecho.  Como autor y,  sin dudas, como director.

Mientras creaba el argumento y los guiones que me correspondieron, “viví” cada uno de esos momentos dramáticos.  Los viví y me emocioné con cada muerte, con cada dilema de los  personajes. Siempre “veo” las escenas mientras escribo, y en este caso,  veía cosas muy duras.

Sufrí también con tantos jóvenes que fueron captados por la contrarrevolución en esa aventura sin posibilidades de éxito, que se alzaron y luego cayeron víctimas de la espiral de terror que significó aquello.  Vivieron una verdadera situación trágica clásica.  Alzados, cuando  ya se dieron cuenta de que no ganarían, tampoco encontraban la forma de desalzarse.  Temían por su vida en ambos bandos. Unos murieron en combates, otros involucrados  en crímenes que  los condenaban a la pena máxima y otros que capturados, pagaron penas de prisión.  No faltaron los que fueron asesinados por sus propios compañeros, cuando descubrían que pensaban presentarse.

-Albertico me contó que se enamoró de La otra guerra (entonces no existía) cuando le hablaste del Escambray y la lucha contra bandidos ¿acaso participaste de alguna manera o tienes un familiar que lo hizo?

-Bueno, Paquita, nadie escapa a uno mismo. Cuando estoy en proceso de crear, vuelvo locos a los que se pongan cerca de mí. Porque a diferencia de otros autores, que se reservan por temor a los plagien,  yo siento la necesidad de contar lo que voy descubriendo. Es la manera de ir prefigurando la escritura. 

Lo que  menciona Albertico fue durante la preparación de la grabación de la primera temporada de UNO. Tenía ya como tres años de investigación sobre el bandidismo, leyendo sin parar y entrevistando a participantes.

Vi que Alberto se interesó por el tema.  Así que le pregunté si le gustaría dirigirlo.  Enseguida me respondió que sí.  Era un reto, porque se trataba de un proyecto de realización compleja tanto por lo material, las condiciones de grabación así como por el propio contenido.  Después de tantos años, regresar a una serie bélica en la TV cubana no era cosa de juego.

En función de poder terminar los guiones más rápido, le propuse ser coautor. Tampoco dudó en aceptarlo. Para mí fue una satisfacción.  Albertico es muy buen escritor y me daba seguridad. Pero estaba complicado con la dirección de nueve capítulos de UNO y no podía comenzar a escribir a  su velocidad acostumbrada. Queríamos estrenar el serial en el 2015, cuando se cumpliría al aniversario 50 del fin oficial del  bandidismo.  Por eso, le propuse  a Yaima Sotolongo que escribiera dos capítulos. Así se formó el equipo de autores.

-¿Por qué ese interés?

-De niño todos escuchamos de los crímenes de los maestros y brigadistas. Se conocía de las movilizaciones de obreros de La Habana para la Limpia,  etc. Pero en la capital los detalles eran desconocidos para un niño de 11 u 12 años.

  •   Mongo Treto quien inspiró el personaje que interpreta Doimadiós, que tiene ingredientes de Puro Villalobos, pero la personalidad fue la de Mongo

Mi primer contacto con el tema fue en 1967 durante el servicio militar.  El primero al que le escuché hablar de eso con profundidad  fue a un campesino que  había vivido en el Escambray. Era político de compañía. Por cierto,  pariente de Pedro Simón,  el esposo de Alicia Alonso. Era un hombre joven de las Villas, alfabetizado  por la Revolución.

En el servicio militar me seleccionaron como maestro y  me destinaron a un grupo de extraños alumnos. Digo lo de extraño, porque todos eran negros y cuando conversaba con ellos descubría amplia historias como combatientes. Lo que nunca me dijeron y, sólo conocí pasado mucho tiempo, era que acababan de regresar de misión internacionalista en África.

Una tarde, uno de ellos me contaba de su vida, de la tropa en que luchó contra  el ejército batistiano, de su participación en Girón y cuando llegó al Escambray me  dijo algo, que 50 años después recuerdo perfectamente: “Aquello”,  me dijo, “fue  lo más duro en lo que he participado. Porque ellos utilizaban  la forma de combatir como guerrilleros,  lo que nosotros fuimos.”

Al verdadero Elegante, personaje de la serie, lo conocí en mi primer trabajo. Era auxiliar en la imprenta y su nombre es o era Fred Salazar Reyes.  Él también me  narró sus vivencias, con ese estilo tan característico de hombre de pueblo dicharachero.   El sobrenombre se lo pusieron en el Escambray, porque a falta de abrigo utilizaba un  saco para protegerse del frío.  Conservo una foto de él haciendo guardia vestido de miliciano. Hace muchos años trabajaba como parqueador en Tropicana. Es lo último que supe de él. Ojalá su familia lo identifique. Es mi modesto homenaje a un antiguo compañero, a  ese hombre de  pueblo que casi cincuenta años después inspira un personaje de ficción.

 En cuanto al arte, dos obras, subrayaron mi interés por el tema. El libro sobre el Caballo de Mayaguara y el filme El Hombre de Maisinicú.

Todo lo que apareció durante esos años sobre el bandidismo lo leí. Pero nunca con la idea de  que podría hacer algo.  Pensaba que para escribir sobre eso, requería de otras informaciones, incluso más personales.  Hacía falta conocer a los seres humanos. Por eso, repito, fue capital, la ayuda de Etcheverry y el centro. A través de él llegué a personas tan valiosas como Luis Rodríguez y el resto de los testimoniantes y colaboradores.

Junto con Alberto o con Yaima y,  a veces sólo, entrevistamos  a combatientes en las provincias de Sancti Espíritus, Villa Clara, Matanzas y  La Habana. Personas que participaron desde posiciones de mando y también simples milicianos.  Alberto siempre recuerda el día que conversamos en el poblado de Meyer con seis milicianos de la compañía especial del Caballo de Mayaguara. Paquita, hay que vivir eso. Seis hombres sencillos, que cuando apenas salían de la adolescencia, los aceptan en una de las unidades de los cojonudos. Por su juventud, su jefe, el Caballo de Mayaguara, les decía Los Potricos.

Narraron acontecimientos que vivieron y que ahora aparecen en los libros. Señalaban los lugares de asesinatos  extendiendo los  brazos  a uno y otro lado.  Tan cerca estábamos de los sitios del tormento.  Y hoy en día, como dice Albertico, continúan allí. Con muchas mejores condiciones de vida, pero olvidados por  los medios de comunicación.

  1. El Elegante es  el tercero de derecha a  izquierda. Estaba orgulloso porque en aquellos libros  sobre Girón en cuatro tomos, había una mención a él por el valor que demostró cuando en la curva de San Blas cayeron en una emboscada de una ametralladora 50. Le tiraron con todo y no retrocedió. Cómo sus compañeros le gritaban Elegante, terminado el encuentro el mercenario capturado quiso conocerlo. El Elegante perteneció al Batallón 113 de  las milicias, Luis Carrere es el actor que lo interpreta en la serie.

Por ejemplos como este, la serie está narrada  desde las experiencias de  los seres comunes del pueblo, campesinos y milicianos. La historia vista desde abajo. Desde los que la hacen y los que la sufren. ¿Quiere que te diga algo? Una de las cosas que más desearía  es poder volver a Meyer a encontrarme con ellos y preguntarles que les ha parecido la serie. También tengo fotografías de ellos.

¿Cómo lograste hilvanar el argumento? ¿Y el guión?

A veces tienes un buen asunto, pero poca información y te ves obligado a llenar los huecos negros con ficción. En este caso fue todo lo contrario.  Por el contenido, la serie podría haber tenido el doble de capítulos sin reiterar ninguna situación.

 Lo primero que hice fue definir el marco temporal que resultara lógico.  La obra comienza en enero de 1961 y concluye en octubre del 62.  Crear el argumento implicó crear las subtramas que pudieran mostrar los sucesos seleccionados.  Aquí es donde entra la ficción.

Todo lo que se verá en la serie le sucedió a alguien en algún lugar de Cuba.  Necesidades dramatúrgicas nos llevaron a sintetizar  en unos pocos, lo que le sucedió a  muchos.  Es una manera de ver la historia desde la perspectiva humana. Si te interesa, en la medida que se transmitan los capítulos te puedo decir a quiénes, dónde y cuándo sucedió cada cosa.  Eso puede ser útil para los televidentes.

Cómo había creado el argumento, y estaba un poco más adelantado en las investigaciones, escribí las escaletas de los 14 capítulos. La primera versión de los guiones la leíamos los tres e intercambiábamos opiniones antes de entregárselos a la asesora de la TV, Margarita Ruiz, que también cumplió esa función en Duaba. Para mí fue una buena experiencia. Escritura colectiva  en cuanto al análisis y responsabilidad individual con los capítulos que escribió cada cual. Pero la obra es de todos.

Foto muy poco conocida El caballo de Mayaguara, personaje que interpreta Fernando Hechevarría.

¿Qué te parece la acogida de la serie?

Tú debes saber más de eso que yo.  Me parece que va bien, pero todavía no conozco reportes de audiencias,  ni opiniones generalizadas de los televidentes. Imagino que cuando se publique alguna crítica, las personas escriban dando sus opiniones.  Nunca he perdido la perspectiva. Sé que escribimos sobre temas que no son ligeros ni están de moda. Es un reto que hace mucho tiempo acepté.

¿Qué estás haciendo  y dime de Producciones Patria?

La televisión cubana tiene establecido el método para presentar  un proyecto de novela o un teleplay. Incluso, ahora existen varios caminos para eso. Sin embargo,  las obras de contenido histórico caían en un  terreno de nadie.  No por rechazo al contenido, sino por la responsabilidad presupuestaria de su producción.  Todas las obras  en que he participado como escritor, antes vivieron  un intenso peloteo, del cual luego nadie parece acordarse. Te pongo un ejemplo personal. Hace años que tengo algunas ideas de serie y unitarios de contenido histórico. En todo ese tiempo no he encontrado la instancia institucional, que dijera. “Trae el proyecto y si es bueno hacemos el contrato para escribir los guiones.” Sin embargo,  en mucho menos tiempo, estoy escribiendo una telenovela con Amílcar Salati, que parte de un argumento de Alberto Luberta.  A medio hacer anda también un argumento de este género y sé de dos vías para presentarlo. Incluso, me han dicho que lo haga.

Pero regresando a tu pregunta. A partir de la realización y acogida del documental Dos Ríos. El enigma, Roly Peña se empeñó en la creación de lo que  ahora es Producciones Patria.  Se va a especializar en obras que de alguna manera traten temas históricos. Tanto documental, como docudrama o ficción.

Con esto, el ICRT y, en especial RTV Comercial, concretan un reclamo de muchas personas. Ahora vendrá la etapa más difícil, porque al no existir esa posibilidad, son  pocos los proyectos que están preparados para comenzar a producirse. Escribir una obra no es cuestión de días. Mucho menos, si se trata de algo relacionado con la historia.

Tengo la experiencia de que lleguen a mí, jóvenes realizadores  y escritores interesados en algún tema del pasado. A veces han llegado buscando la anécdota de la cuál partir. Así no funciona esto. Ese núcleo dramático no llega con dos meses de lecturas apresuradas, sino por acumulación cultural. De lo contrario, dan por resultado esas obras (cine o televisión) en las cuales, detrás de su argumento es  fácil ver el libro de historia.

El aporte presupuestario de la TV sólo no basta. Producciones Patria irá adelante, como esperamos tantas personas, siguiendo y ampliando,  las experiencias de Duaba y LCB. Aunando esfuerzos de colaboración y coproducción de otros organismos interesados en visualizar nuestra historia de manera atractiva.

Por el perfil de Patria es lógico que tenga varias ideas que proponer.  Catorce proyectos acumulados durante años. Eso no quiere decir, que se vayan a  hacer. Será en la medida que me los aprueben. De inmediato se dan los primeros pasos para un docudrama sobre la entrevista de La Mejorana entre Martí, Maceo y Gómez, que dirigirá Roly.

Después veremos a cuáles de las historias dormidas le toca despertar. Me quedan dos grandes empresas pendientes: una serie sobre la muerte de Antonio Maceo y otra sobre los años (década del 40) del pistolerismo o gansterismo en Cuba, montada sobre ficción. Te confieso, estoy loco porque me levanten bandera blanca para este proyecto. Lleva años dormitando dentro de mí y tengo de cómplices a Roly Peña y al Dr. Torres Cuevas.  

  • Lo que no te haya preguntado y quieras decir

Hasta el momento ninguna de mis obras ha sido por encargo. A si, que los que piensan, que por tratar temas de interés nacional, las cosas se me han facilitado, están en un error. En todos los casos he propuestos mis ideas a un director y juntos las hemos llevado a la instancia de producción. Aunque he tenido la suerte de que se me otorgaran dos Premios Caracol por guión, y varios de la misma especialidad en el Festival de la Televisión, los realizadores me ven más como historiador, que como escritor.

Una curiosidad que no debe perderse para la historia. La idea de Duaba se la ofrecí a varios directores y directoras de prestigio. No para escribirla yo, sino para que se hiciera. Pero sólo Roly se enamoró de ella a primera vista. Más exacto, a primera oída. Recuerdo, que ya en producción escuché a otro director decir: “Roly está loco. Ahora se metió a hacer un serial sobre Maceo.”

Selecciono los temas por el interés humano y el mensaje ético que muestran sus conflictos, no por  el interés histórico del tema. El resultado aporta información y puede servir a objetivos educativos, como subproducto de la obra artística. Sólo si una obra logra el interés del público, si entretiene, podrá cumplir otras nobles funciones.

El relieve de los personajes o sucesos tratados son un valor agregado a la obra, nunca la garantía del éxito. ¿No te viene a la mente alguna obra ampliamente publicitada por su tema histórico, que luego  nadie recuerda? 

No creo en  la eficacia de “arte educativo”, que termina siendo clases mal disimuladas y aburridas. Situar objetivos pedagógicos como premisas a las obras artísticas.  Crea productos que no son ni  arte ni educativas. Siempre he trabajado con la divisa que lo entretenido no es lo contrario de lo serio, sino de lo entretenido.

Todos conocemos que de televisión y pelota, todos los cubanos se creen especialista. En el caso de este tipo de audiovisual, suele suceder que una obra termina complaciendo a muchos decidores. Luego las opiniones de ellos llegan a suplantar a la de los televidentes. Consideran que  la obra es excelente. Muestra claro el mensaje. Pero preguntamos en la calle, en las audiencias de público y el nivel de gusto está por el piso.  A  veces no saben ni que se  transmitió. Se ha producido una deformación de la comunicación.

Con los dos directores que he trabajado hemos coincidido, que trabajamos para el hombre y mujer de a pie.  Uno de los mayores obstáculos que enfrenta  la creación y realización de audiovisuales de temática histórica, es la cantidad de asesores que aparecen. La cooperación de organismos o coproducción  conlleva a que cada cual tenga el derecho a leer los guiones. Cada uno nombra un asesor. Imagínate, el juicio crítico siempre tiene un factor subjetivo. Lo que le parece bien a uno, lo puede cuestionar otro. En medio de esa balacera están los autores y realizadores.

Considero que la realidad –cercana o lejana en el tiempo—es semilla de todos los argumentos posibles. Es falso pensar que los temas contemporáneos requieran argumentos que se desarrollen en el presente. Eso niega toda la historia de  la cultura. Todas las tragedias griegas eran políticas y tomaban sus argumentos de mitos. Shakespeare siempre habló a sus contemporáneos con historias tomadas del pasado y, hasta en otros países. Lo mismo se puede decir de Brecht. ¿Acaso Madre Coraje  no es un claro mensaje alertaba a los alemanes como los conducían a una masacre en la Segunda Guerra Mundial? Sin embargo está ubicada en el siglo XVII.

No hay reconocimiento mayor  que cuando una persona de pueblo te detenga en la calle y te diga: “Me gustó lo que pusieron.”  Si la persona es joven la satisfacción es mayor. Sentirse útil es el mayor de los estímulos.  Sin los aportes de los historiadores no podría hacer nada. Si ellos me llegaran a considerar como un auxiliar que divulga sus aportes, estaría satisfecho.

Estos son los famosos Potricos, que viven  en Meyer y que tanto emocionaron a Alberto Luberta. El de la camisa azul abierta es Tico (Edilberto Sotologo). Se ríe cuando dice que es el único mártir que está  vivo. En el libro sobre El caballo de Mayaguara, por error lo dieron por muerto. En realidad sufrió una herida muy grave, un Garand casi le arranca el brazo cuando no tendría más de 17 años. Como homenaje Eduardo le puso su sobrenombre a un personaje de la serie.

 

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