Con 27 años de prolífica trayectoria como asesora de programas para adultos, niños y jóvenes, Tania Alarcón recibió la condición Artista de Mérito 2017

Con sentido de pertenencia y enamorada de lo que hace, la recién premiada asesora Tania Alarcón aboga por el rescate del debate creativo en pro de mejorar la calidad de los audiovisuales que se difunden a través de la pequeña pantalla.
“No puede ser que la Televisión Cubana no tenga foros de intercambio entre creadores. No basta con el concurso Caracol, no basta con el público que viene cada martes a ComunicarTV”, afirmó en declaraciones exclusivas al Portal de la TV Cubana.            
En su opinión, “el debate entre creadores tiene que ser abierto, buscando soluciones creativas para los problemas actuales, para las nuevas dinámicas sociales que se están expresando. Creo que a toda la televisión le falta un movimiento de ideas”.    
La graduada de Filología de la Escuela de Letras de la Universidad de La Habana ha asesorado desde 1990 programas como Contacto, Vale la Pena, Conexión, El Triángulo de la Confianza y otros de corte infantil y juvenil. No por gusto ella se reconoce como una mujer de televisión.

Para Alarcón fue una suerte haber sido la tercera asesora de Contacto, donde trabajó con dos compañeras que la formaron hasta que asumió sola la asesoría en los últimos años de aquel espacio sabatino.   
Quien la escuche hablar, tan segura y espontánea, le resultaría difícil creer que en sus inicios lloraba cuando tenía que tomar una decisión contrarreloj.    
De dura calificó la experiencia vivida en un inicio en ese proyecto televisivo de cuatro horas en vivo. Y sin rubor alguno compartió esta anécdota: “a veces lloraba cuando me quedaba sin recursos frente a los problemas, pero mi jefe Fredy Trillo me decía: ‘cuando haya que tomar una decisión tómala, y después hablamoś, lo que no puedes es llorar. Por favor no llores más´.
Contacto fue una escuela que me permitió hacer televisión en vivo desde las seis de la tarde hasta las diez de la noche. Las primeras dos horas las dedicábamos a hacer una televisión utilitaria, luego venía el Noticiero, y después otras dos horas de una especie de revista musical, una noche de gala”.             
Recuerda que cada lunes hacían un colectivo para evaluar el programa del sábado y preparaban el siguiente: “en una gran mesa me reunía con un asesor de arte, los productores, asistentes y los guionistas. Eran muchos los que aportaban y a veces la persona menos esperada te daba una solución para ser originales o impactar con un tema”.          
Con ideas frescas, Alarcón se siente orgullosa -y eso no lo puede disimular cuando conversa- del rol que desempeña como asesora, esa profesional encargada “de establecer un diálogo -que no siempre es armonioso- con el director, el guionista y con todo el equipo creativo”.       
Ese intercambio no siempre es armonioso, aclara, porque al asesor le toca decir muchas veces lo que nadie quiere oír, es como el primer público, el primer evaluador, es una persona que está a medio camino entre el público y la división a la que pertenece el programa.      
“Es un mediador, pero tiene que ser culto, debe tener cultura del trabajo en equipo y manejar los códigos adecuados para no llegar a una relación violenta con el equipo creativo”, comenta.
A su juicio, lo primero que necesita un asesor es una buena formación cultural de base y la carrera de Filología brinda eso. Agradece mucho lo que le enseñaron profesores como Marlen Domínguez, Ana Cairo, Mario Rodríguez Alemán, Evangelina Ortega y Daniel Chavarría.               
Es de las que defiende la tesis de que un buen asesor no es el que sabe de todo, sino el que tiene el teléfono del que sabe. “A veces hay que buscar una asesoría más especializada para completar la información que el programa necesita.        
“El asesor es clave en todo proyecto televisivo, que lamentablemente en este último tiempo se ha desdibujado y que algunas personas han olvidado la necesidad de tenerlo, sobre todo en los proyectos nuevos de RTV Comercial, donde creo que la figura del asesor no existe”, dijo.     
Referida a la televisión dedicada a niñas, niños y adolescentes, explicó que es compleja.
“Quienes allí laboran están obligados a aprender, estudiar mucho, a familiarizarse con esas edades para hacer los programas de una manera adecuada desde el punto de vista del contenido y la forma, porque se trata de un público muy exigente que maneja un código específico”, manifestó al respecto.            
Su experiencia como madre, aparte de los 16 años que laboró como asesora en la División de Infantiles de la Televisión Cubana, le permite concluir que los niños no se sienten obligados a ver algo que no les guste. Define a los asesores de infantiles como los pediatras de la televisión.         
Durante el diálogo hizo la salvedad de que no es lo mismo hacer un programa para niños que no sepan leer, que para otros que están aprendiendo o para adolescentes.
Como una gran ventaja consideró el hecho de que la división de infantiles tenga uno de los mejores grupos de asesores de la Televisión Cubana.            
Sin embargo, acotó, esa programación necesita recursos para ser bella, atractiva y contemporánea. “Los niños de hoy tienen una visualidad diferente, han nacido en la era digital y se enfrentan a otras pantallas”.      
Por eso -sintetiza- la labor de los asesores de infantiles y juveniles es mayor porque “debemos lograr una programación útil, interesante, atractiva pero a la vez muy hermosa, fascinante desde el punto de vista visual”.  

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