Nuestros géneros dramatizados configuraron un fecundo reservorio de formatos, frecuencias, estilos y contenidos que, por su simultaneidad y variedad, resultan inabarcables en este espacio.
La representación y difusión en vivo de obras teatrales, musicales y literarias, difundidas por nuestras televisoras en su primer decenio, fue una de las claves de la expansión de la señal televisiva hacia otras provincias, donde también enriquecieran el acervo cultural de miles de cubanos provenientes de las más diversas capas sociales.
Siete décadas después aún se admira el volumen, diversidad y calidad de las obras representadas en todas nuestras televisoras entre 1950 y 1960.
EL GRAN TEATRO DEL SÁBADO - estrenado en 1955- en el Canal 6 (CMQ TV), devino paradigma de los espacios dedicados al drama y a la comedia en la televisión fundacional cubana. Comenzaba a las nueve de la noche y cerraba la programación del canal.
Se difundía en tiempo real, por varias horas continuas, ofreciendo lo mejor de las artes escénicas y de la dramaturgia universal en un amplio espectro que incluía dramas, comedias, óperas, operetas, zarzuelas y ballets.
Su protagonista casi absoluta fue la actriz Gina Cabrera, quien recibió múltiples premios por su desempeño e incidió significativamente en los galardones que recibió el espacio.
Realizadores:
Antonio Emilio Vázquez Gallo: Dramaturgo, pedagogo, director de radio, televisión y teatro; adaptador y guionista.
Antonio Palacios Espejo: Dramaturgo, adaptador y director de radio y televisión.
Amaury Pérez García: Director de televisión.
En esa puesta en escena, el Ballet de Alicia Alonso estrenó la coreografía de Alberto Alonso, uno de los fundadores de la agrupación.
Protagonistas: Sonia Calero, Roberto García y Ceferino Barrios.
Dirección musical: Enrique González.
Escenografía: Luis Márquez.
Producción - dirección: Rafael Duany.
El espacio fue creado para restar audiencias al Canal 2 (TELEMUNDO), que en ese día y horario difundía las peleas del boxeo profesional.
En septiembre de 1957, GRAN TEATRO DEL SÁBADO, patrocinado por la cerveza HATUEY y el ron BACARDI, produjo el estreno mundial en la televisión de una obra significativa de la cultura nacional. La notoriedad de los artistas que participaron en ella contribuyó también a que fuera considerada entonces el acontecimiento musical más importante de los últimos años.
La obra en cuestión, era el ballet La rebambaramba, con música de Amadeo Roldán y guion escénico de Alejo Carpentier.
La obra, había sido estrenada en La Habana, en fecha tan distante como 1928, cuando sorprendió a todos con un universo sonoro desconocido: los inéditos ritmos y melodías de la música negra autóctona, reelaborada por su compositor tras su ardua investigación folclórica.
Roldán inició su revolución musical en ella, sustituyendo las melodías italianistas tradicionales con breves diseños melódicos entrelazados o superpuestos en juego polifónico que generaba una sugestiva trama.
Francisco Ichaso, en la revista Carteles del 24 de mayo de 1936, [1] aporta otros elementos:
La incorporación del arte negro a nuestra cultura es muy reciente. Coincide más o menos con el movimiento vanguardista de 1926- 1927. En realidad la poesía y la música negra nacen al arte por ese tiempo.
El tránsito de la música negra al plano de lo folklórico está muy relacionado con la creación de la Orquesta Filarmónica de La Habana, que dio su primer concierto el 8 de junio de 1924. [2]
Desde el primer momento, los ensayos de Roldán sobre motivos negros recogidos en sus fuentes originarias, hallaron ambiente entre los fundadores de aquella institución; indicando que se fraguaba una nueva etapa musical.
En 1926. Roldán estrena su primera obertura de temas cubanos, donde tanteo con timidez el motivo afro. Un año después, estrena Tres pequeños poemas, que en su tercer tiempo portaba ya un nuevo mensaje: El compositor nos lleva de la mano del ritmo a una fiesta nanita en torno al teke o fetiche, circundado de primitivas ofrendas donde la multitud danza, posesa de extraño delirio. Al crecer la fiesta, el ritmo adquiere una inusitada violencia que en su paroxismo simula que la estructura armónica se desmorona, pero la forma no se pierde.
La Rebambaramba significó la tremolina y el escándalo. Algo así se armó entre nuestra critica conservadora, cuando se estrenó; en ella, la larga melodía perezosa - tan grata a nuestros músicos y a nuestros diletantes europeos- se sustituye por breves diseños melódicos que se entrelazan o superponen en el juego polifónico, formando una sugestiva trama sonora. En su diversidad se mezclan los de Santo y la Conga típicamente negros y otros que evocan aquellas comparsas (…) Después de ella, la música negra se arraiga en los conciertos y comienza a rebasar los límites insulares. Roldán fue su más alto representante. (…)
Cada día más dueño de la técnica, el compositor trabajó lo folclórico con elocuente economía y el ingrediente afrocubano permanece en toda su inédita sugestión agreste y ruda. La construcción armónica y contrapuntística no hace otra cosa que ostentarlo magníficamente (…).
Así, la televisión fundacional se nutrió de las tradiciones más exitosas de la cultura cubana precedente.
[1] Vanguardismo y Arte negro. Poesía y música negra. Edición especial por la efeméride del 20 de mayo.
[2] Entonces, su primer violín fue ejecutado por Amadeo Roldán, discípulo del maestro Pedro San Juan, líder de ese proyecto cultural