El talento y la convicción de Mario Balmaseda serán resaltados, otra vez y muy merecidamente, en este lugar para el cine cubano de siempre

Aunque se reseñó, en su momento, la noticia del otorgamiento del Premio Nacional de Cine 2021 al gran actor Mario Balmaseda, De cierta manera quiere dedicar su segunda emisión de mayo —este jueves 13 de mayo— al polifacético intérprete, uno de los que más riesgos profesionales han asumido a lo largo de sus carreras. 

El espacio escrito y presentado por el director de la Cinemateca de Cuba, Luciano Castillo, presentará en un primer momento, como parte de su tanda fílmica, el estreno del documental El pozo, una producción de la Televisión Serrana realizada por Ireana Pupo.

Luego, de la nutrida filmografía del histrión (Mario Balmaseda), a quien el espacio consagrará su sección “Primer plano”, se exhibirá La inútil muerte de mi socio Manolo, largometraje realizado por Julio García Espinosa en 1989.

Mario Federico Balmaseda Maurisco nació en La Habana el 19 de enero de 1941. Trabajó durante algunos años como actor aficionado y, posteriormente, estudió dramaturgia en el Teatro Nacional de Cuba y en la entonces República Democrática Alemana.

Como intérprete posee una larga y prolífera carrera. Son innumerables las obras de teatro en las que ha trabajado, entre las que sobresale su asombrosa caracterización de Lenin en El carillón del Kremlin. En la pantalla chica ha protagonizado importantes seriales como La gran rebelión, En silencio ha tenido que ser y Un bolero para Eduardo, entre otros. Ha dirigido, también, más de diez puestas en escena y ha sido el autor de 13 piezas.

Pero es el cineasta Manuel Octavio Gómez el primero en dirigirlo en el séptimo arte en la película Los días del agua, realizada en 1971, y en la cual Balmaseda tiene oportunidad de lucirse sobre todo en la delirante secuencia titulada “El evangelio según Tony Guaracha”.

El director volvería a contar con la presencia de este vigoroso actor dos años después en Ustedes tienen la palabra, uno de los mejores estrenos del año 1973 en Cuba, que muestra cómo cuatro hombres, acusados de sabotaje por el incendio de un plan forestal que costó la vida a ocho personas y grandes pérdidas materiales, son juzgados.

El talento y la convicción que confiere Balmaseda a sus personajes, por muy breves que sean, indujo a Manuel Octavio Gómez a delinear un protagónico expresamente para él en 1978 en Un hombre, una mujer, una ciudad... que sería la última cinta en que lo dirigiera.

No obstante, otros cineastas como Manuel Pérez le concedieron otras oportunidades a Balmaseda, quien supo dar rienda suelta a su fuerza expresiva en el papel de uno de los cabecillas contrarrevolucionarios a que se enfrenta Alberto Delgado en El hombre de Maisinicú (1973). 

Ese mismo año el actor integró el reparto de El extraño caso de Rachel K, único largometraje de ficción en la trayectoria del documentalista Óscar Valdés. Y para 1974 Sara Gómez lo escogió para el rol protagónico, el de un antiguo marginado, de su película De cierta manera, al lado de la actriz camagüeyana Yolanda Cuéllar en el papel de Yolanda. De allí, una de las secuencias más recordadas es la del enfrentamiento en una asamblea de servicios entre Balmaseda y el personaje que encarna su tocayo Mario Limonta.

Tomás Gutiérrez Alea, asimismo, dirigió a Balmaseda en una sola película, el clásico La última cena, rodado en 1976, en la que el actor personifica a uno de los rancheadores al servicio del conde para la captura de los esclavos cimarrones.

A su vez, al escoger cuidadosamente el reparto de su primera incursión en el cine de ficción, El brigadista, de 1977, Octavio Cortázar acudió al probado profesionalismo de Balmaseda para el personaje del cabecilla de la banda que opera en esa zona cenagosa.

Juan Carlos Tabío, por otra parte, le permitió retornar a la comedia al actuar en el cortometraje de ficción La cadena, y luego en Se permuta, su ópera prima en el largometraje, junto a la debutante Isabel Santos.

En 1985, Balmaseda integra el reparto del filme En tres y dos, realizado por Rolando Díaz, en el cual un pelotero famoso enfrenta su retiro y los conflictos que genera en su vida profesional y familiar hasta la noche en que debe jugar por última vez.

Pero que es un actor dotado para cualquier reto lo demostró Balmaseda en su fidedigna caracterización física y psicológica de Antonio Maceo en Baraguá, realizada en 1986 por José Massip. El actor consideró esa experiencia como “maravillosa” por costarle meses y meses de trabajo para poder acercarse a la extraordinaria personalidad de El Titán de Bronce.

Igualmente, una de las labores más impresionantes de Mario Balmaseda en su trayectoria por la escena y el cine cubano es la de Mi socio Manolo, de Eugenio Hernández Espinosa, por la que fuera laureado en el Festival de Teatro de Camagüey. En la misma, al ser llevada a la gran pantalla por Julio García Espinosa con el título de La inútil muerte de mi socio Manolo, el actor volvió a confirmar su talla histriónica al retomar al lado de Pedro Rentería ese carácter en perpetua confrontación, que parecen escritos expresamente para ellos.

A su impresionante trayectoria por las tablas y la pantalla se añaden sus actuaciones en Venir al mundo, de Miguel Torres; Entre ciclones, de Enrique Colina; y Se vende, de Jorge Perugorría, por solo citar algunos títulos.

Además, Balmaseda ha publicado poesía, cuentos y artículos en revistas nacionales e internacionales y ha impartido arte dramático en varios centros docentes, entre los que se encuentra la Escuela Nacional de Artes.

Gracias a una alianza entre el Canal Educativo y el ICAIC, De cierta manera llega a usted cada jueves a las 9:00 p.m.

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