Detestaba la idea de tener hijos, hasta que se encariñó con Amaya. Siendo un niño, su padre lo abandonó y presenció el suicidio de su mamá. Veinte años después, Raidel guarda las imágenes del hecho fatal. Es el menor de cuatro hermanos y tiene un vínculo especial con su abuela Petra, la mujer que lo crío.
Detestaba la idea de tener hijos, hasta que se encariñó con Amaya. Siendo un niño, su padre lo abandonó y presenció el suicidio de la mamá. Veinte años después, guarda las imágenes del hecho fatal. Es el menor de cuatro hermanos y tiene un vínculo especial con su abuela Petra, la mujer que lo crío.
Aunque la telenovela Los hijos de Pandora provoca múltiples debates (físicos y virtuales), el personaje de Raidel ha sido un foco de atención, desde su escena inicial. Primero, la discordia con Yamila (la novia) por no querer tener hijos; segundo, la discusión en la discoteca; tercero, sus enfrentamientos con Reinaldo (el hermano deportista); cuarto, la noticia tardía de la paternidad; quinto, el secreto del suicidio de la madre; sexto, la relación con Addis (la amiga de la madre de su hija) … y lo que falta.
La cierto es que el rol asumido por el actor Rodrigo Gil Echenique atrapa la mirada del público, porque interpreta a un joven que transita por varias situaciones y estados de ánimo. Digamos que no se mantiene quieto, como tampoco logra hacerlo en la vida real quien lo encarna.
Para decir que sí a un proyecto actoral, Rodrigo tiene que percibir una conexión al leer el texto. “No busco grandes guiones ni grandes producciones. La actuación va de poder sentir, de verdad. Eso es lo que pretendo –nos comenta–, sentir emociones fuertes”. Tal parece que algo así le ocurrió con esta obra a la que llegó dizque por casualidad.
“Pasé por la Casa Productora de Telenovelas y estaban realizando un casting. Ahí aproveché y me tomé unas fotos. Al tiempo, me llamaron. Fue un agobio total, porque cuando Fiallo me entrega el texto para las pruebas conozco que era de una telenovela y, además, un protagónico. No me lo esperaba.
“Entonces, pasé tres etapas de casting. Luego, tuve que esperar un mes o más para que me diesen una respuesta definitiva. Todos los días le escribía a Fiallo, pues había conseguido su número. Incluso, le envié un video hablando como si fuera Raidel. Salía vestido de mecánico, y todo embarrado de grasa, para que él me viera un poco más con esa imagen. Tanto di, que me ofrecieron el papel”, cuenta.
Por estos días, Rodrigo no reside en Cuba por cuestiones de estudio y trabajo. Sin embargo, hace muy poco estuvo de visita en la Isla y quedó sorprendido ante las reacciones de la gente en la calle. “Decían que era un pesado, pero que les gustaba la manera en que llevé el personaje. A mí me llena mucho que las personas se sientan identificadas o contrariadas con mi interpretación”, asegura. Y hasta cierto punto, con este rol lo ha logrado.
Además, ha contribuido a mostrar dos posturas que vienen a enriquecer las maneras de asumir la paternidad: en primer lugar, que el vínculo con los padres es lo más importante en la vida de un niño, pues esta conexión determina y potencia su desarrollo, y Raidel apenas la tuvo.
Y en una segunda instancia, la manera en que se van asumiendo deberes y derechos con los hijos, aunque estos no sean planificados.
Acerca del tratamiento de las paternidades en este audiovisual, el artista considera que nos muestra varias aristas al respecto, sin idealizarlas. Presenta a cuatro hermanos que pudieran ser reales, y tienen que ser padres; y también a esas abuelas imperfectas que asumen el cuidado de sus nietos. En fin, “te baja del pedestal a la figura de la paternidad y la humaniza”.
Vale decir que ser papá en la pantalla fue un ajiaco de cosas para Rodrigo Gil. Es que a él le encantan los niños y se divierte un montón con ellos. Eso fue algo que aprovechó para conectar con Amaya o su “querida hija del alma”, personaje interpretado por la pequeña Salet. Al compartir con la niña durante casi un año de rodaje, creó lazos de afecto con ella y así conectaban escena a escena.
“Antes de grabar, leíamos la letra juntos. Ella se la aprendía, y me preguntaba las dudas que tenía. Vivíamos esa relación de papá e hija que se da en la pantalla, mediante pequeñas grabaciones que hacíamos. Además, Salet es muy inteligente y capta muy rápido”, cuenta.
Rodrigo comenta que siempre ha querido ser padre, pero considera que para él todavía no es el momento. “La paternidad –explica– es una tarea que te cambia la manera de mirar el mundo, cuando ocurre no significa que no vayas a disfrutar más de la vida, sin embargo comienzas a verlo todo de manera diferente. Dejas de ser el centro de tu existencia, y llega entonces otra persona que debe ser tu completa responsabilidad”.
Ahora bien, si Rodrigo se atrevió a enviarle un video a Fiallo para convencerlo de sus capacidades a la hora de interpretar a Raidel, ¿qué haría después con el fin de conectar con el mecánico? Pues, además de leer mucho el guion, investigó acerca de la dinámica de los talleres y respecto a las piezas de autos y motos. A propósito, aclara que tiene un carro Moskvich y eso también lo obligaba a estar al tanto del tema para arreglarlo a cada rato.
El joven es de esos actores a los que les gusta dominar bien el texto e interiorizarlo, pues para él ahí radica lo que no se dice; la esencia de cada personaje, lo que se cuenta mientras avanza la historia.
“Cuando realizas la primera lectura eres como un espectador más. Ahí te enteras y puedes tener una idea de por dónde va la telenovela. Es importante conservar esa intuición, pero lo que tenía pensado en un inicio no se parece en nada a lo que salió, porque de eso va el proceso: tener una idea, dejar que se transforme y vaya creándose por sí sola, como bola de nieve”, señala.
Con respecto a las matemáticas, porque Raidel no solo sabe de motos, dice Rodrigo que sin ser tan brillante como el personaje que interpreta a él siempre se le dieron bien: “Mi mayor habilidad es la comunicación; me considero un ser extremadamente sociable. En la escuela siempre fui ‘un desastre con mucha labia’, me las apañaba así”.
De hecho, recuerda que realizó las pruebas de la Escuela Nacional de Arte en tres ocasiones. Allí fue bueno en la materia de Pitágoras, ya que estuvo hasta onceno grado en el preuniversitario y todo lo que dio en primero, segundo y tercer año lo había estudiado antes. “Era algo entrenado”, lo acepta.
Una preferencia que sí comparte con el protagonista de Los hijos de Pandora es la del café. Vive enamorado de esta bebida, al punto de afirmar que la necesita para vivir. “Es mi gasolina”, declara.
Más allá de estas semejanzas entre actor-personaje, poco se ha hablado sobre una emergencia que vivió Rodrigo a 10 días de iniciado el rodaje. Llegó hasta un salón de operaciones quirúrgicas…
“Justo en la primera semana empiezo a grabar y siento un dolor de garganta. Aguanté un poco con analgésicos. Luego se me hinchó que parecía un sapo. Ese mismo día me llevaron a Urgencias y me comunicaron que me debían operar. Tenía un acceso en el cuello, y había que drenarlo rápido.
“A consecuencia de esto, la producción se tuvo que replantear todo el plan de rodaje. Después, tuve un mes de reposo. En realidad, el equipo me ayudó y no volvieron esta situación médica un estrés para mí. Era mayor el estrés que tenía yo, porque me daba miedo perder la oportunidad de interpretar este papel, que desde el inicio me interesó mucho”, añade.
Una vez con el texto en la mano, Rodrigo multiplicó sus ganas de encarnar a un hombre que trata de ser sincero consigo mismo y con quienes lo rodean. Para aquellas personas que no entiendan el modo de actuar de Raidel, el intérprete envía un mensaje:
“Lo que pasa es que tuvo una infancia muy difícil, y sus conflictos vienen desde allí. Tuvo que asumir roles que no le correspondían a su edad y eso trajo consecuencias para su manera de ser. Entonces, bloquea pasiones y sentimientos e intenta no sufrir demasiado. Él era un niño muy conectado a sus padres y los dejó de tener de un día para otro.
“Por eso decidió prescindir de esos recuerdos dolorosos y poner un muro entre él y los demás; por eso, trata de cortar los lazos afectivos profundos; por eso, al principio no buscaba amor y evitaba el romanticismo. Este trauma lo convirtió en un hombre más práctico, de ‘Esto es así porque dos más dos es cuatro’”.
No en vano Gil Echenique emplea el tiempo verbal copretérito para referirse a la vida sentimental de Raidel… En los más recientes capítulos se le ha visto muy implicado con Addis, la amiga de la madre de su hija. Tal parece que ahora sí Cupido tocó a su puerta, y cuando la mujer pronuncia su nombre siento como si se le abriera el pecho.
Aunque el público veía venir este triángulo romático “atípico” –como casi siempre sucede con las telenovelas–, las redes de Los hijos… se han llenado de comentarios al respecto. Unos a favor y otros en contra de la relación. Y Rodrigo defiende a Raidel, pues siempre dejó claro que la relación amorosa con Katia había terminado.
Además, comienza a descubrir con Addis lo que jamás había sentido, y es consecuente con eso. “Uno no elige a quién amar y no debería renunciar a ese amor”, asegura. Como sea, hay que prestar atención a este conflicto…
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“Lo que más le agradezco a Raidel es la oportunidad de vivir, a través de él, todos los traumas y frustraciones que lo llevaron a ser de esa forma. Tengo muchos amigos que sufrieron cosas así y yo no lo entendía de niño”, comenta el actor. Este personaje, afirma, le ha permitido replantearse su manera de pensar.
Y si hablamos de Raidel/Rodrigo, es imposible obviar a Petra/Paula y esa relación que lograron para proyectar un verdadero vínculo de abuela a nieto. Con respecto a la actriz, manifiesta que la ha admirado desde la infancia. “Tener la oportunidad de compartir con ella en escena, y de un modo tan estrecho, fue muy bonito. Paula desprende un nivel de humildad inmenso, y eso ayuda mucho a quienes estamos empezando. Nos hace sentir confortables”, agrega.
El mal de la caja de Pandora que tiene el más pequeño de los varones de los hermanos Paredes, y su principal sufrimiento, está relacionado con el poder del raciocinio. “Cuando tienes constancia de algo y aún así sigues dejándolo pasar, tienes un problema. Y esto contribuye a que Raidel continúe sufriendo por todas las cosas de las que es consciente”.
Podríamos decir que, entre los cuatro nietos de Petra, Raidel es un llamado a la conciencia. Siempre busca que sean sinceros, que no haya máscaras. Muchas veces cae pesado, como mala persona o egocéntrico, porque ve el mundo mucho más sencillo de lo que en realidad es es. Dice ‘Para qué te voy a mentir si es lo que creo’ y es así con sus tres hermanos. Con Irene también lo será.