Hace un tiempo publiqué un texto con igual título en la revista El caiman Barbudo. No encuentro el link. Lo tomé de una expresión de un alto ejecutivo del ICRT que dijo algo así “La televisión es la meretriz (el usó el sinónimo) del barrio: todo el mundo la critica, pero la mayoría la usa”.

Primero el paquete, luego Youtube  y las memorias, desde hace un tiempo INTERNET, compiten, en una parte de la población, con la señal televisiva que efectivamente, es criticada y a la  vez usada por un altísimo por ciento de los habitantes de esta isla (o archipiélago). Basta con que se vaya la señal de una canal y uno lo pone en FB, e inmediatamente hay montón de comentarios.

Cada persona (y si es letrada, mucho más) se siente en el derecho y con conocimiento para realizar una “mejor televisión”, desde la programación hasta la dirección de actores. Se ofrecen tantos argumentos, que como dice un lúcido amigo, pareciera que esas personas están seguras que quienes trabajan en la TV son subnormales.

Corro el riesgo de cómo me dijo otro buen amigo, que me acusen de “defender a la patronal” o que otro comente que ya no soy la periodista que fui, que he devenido conservadora. Ni lo uno, ni lo otro.

Pero cuando escucho culpar a la tv y a la radio de (de)formar el gusto, a partir de la difusión de música comercial, me pregunto si esas personas no van a zonas wify, no se dan  cuenta de lo que escuchan los jóvenes en sus celulares o de lo que circula en el famoso paquete. Actualmente, no se puede garantizar, como décadas atrás, que un cantante o una agrupación, apenas se escuche, sino es por youtube, (que no sólo se oye, sino se ve propuestas en nada edificantes) está el paquete, la memoria flash y ¡cuidado! en  centros   regentados por instituciones culturales en los que, a costa de ganar dinero, se difunde cualquier música grabada y/o se contratan intérpretes de dudosa calidad.

En este ejemplo que siempre aparece en cualquier reunión,  sostengo que se puede hacer una mejor propuesta en programas musicales, no sólo por la calidad de lo que presentan, sino (y es vital) por cómo se presentan.  Existen espacios con buena musica pero con una estética vieja, otros en los que los conductores no son los idóneos y hay algunos (Música del mundo, por ejemplo) que apenas tiene difusión.

Precisamente, he escrito en varias oportunidades acerca de la imperiosa necesidad   de una promoción  orgánica que destaque, con una envoltura eficaz, lo mejor que se transmite en nuestra televisión, en cualquier canal.  No son pocas las personas que se enteran casualmente de un buen programa cinematográfico o musical. A veces en Clave o los educativos se programa recitales de cantantes de calidad y fama, que uno se entera porque haciendo zapping  se encontró con el programa. Hace poco trasmitieron un documental sobre Silvio Rodriguez y su participación en la campaña de alfabetización y no yo, la mayor parte de las personas que lo disfrutamos,  lo sintonizamos por casualidad.

De estos temas he escrito en varias oportunidades y también del uso inadecuado de conductores: algunos porque son esquemáticos y otros porque aún no pueden  hacer que su juventud y lozanía, brille junto al conocimiento que deben tener para conducir un  espacio.  Y aunque se tengan conocimientos, no es lo mismo conducir un espacio relacionado con leyes que con ballet. Aunque la persona se prepare para ese menester, no puede ser un barniz. No es lo mismo realizar entrevistas a personas de múltiples especialidades, que conducir programas de asuntos muy específicos. Para la entrevista, a un trabajador de comunales y a un científico, se puede preparar y realizarla bien en poco tiempo, lo otro no. A veces se conoce el tema pero se pronuncian y conjugan mal los parlamentos,  no faltan algunos habemos o hubieron, por citar un caso,  de los que dañan el idioma.

Por este camino, las líneas que escribo serían interminables, no es mi intención. Con la impresión de haber visto múltiples programas de televisoras públicas o privadas de otros países, opino que nuestra televisión es mejor que la mayor parte de las que se ofertan.

Claro ¿qué televisión queremos?. Aquí entra un fenómeno que se da en cualquier lugar: los públicos, la diferencia entre personas que por cosmovisiones particulares muy propias, tienen gustos opuestos. Un solo ejemplo el noruego Lars Von Trier (  Rompiendo las olas (1996) , Bailando en la oscuridad, Dogville (2003), El jefe de todo esto (2007); Anticristo (2009), La casa de Jack (2018) es un director de culto, cada uno de sus piezas es un reto a sus seguidores. Varias de sus cintas han sido puestas en la tv, pero ¿esto excluye que se transmitan piezas de  Garry Marshall, un autor inserto en el cine comercial Eternamente amigas (1988),   Pretty Woman, (1990);   Princesa por sorpresa (, 2004) y Feliz día de la madre (2016)?. Ambos deben tener su espacio, y siempre que se pueda que  cada cinta lleve una breve introducción porque la más inocente de esas cintas (el cuento de hadas de Pretty Woman, por ejemplo) ofrece una lectura que no tiene que ver con la promoción de obras de altos valores éticos y estéticos.

No puedo dar cifras, pero se que existen programas, aplaudidos por sus valores éticos, que son vistos por un bajo por ciento de televidentes, mientras otros  con una concepción vieja en todo, un guion que ronda lo superficial, consiguen una alta audiencia. ¿Se renuncia a esos espacios?. ¡No!, porque una televisión pública no trabaja para un segmento de televidentes  sino para todos. Lo que habría que hacer es mezclar, como la segunda temporada de Sonando en Cuba.

Y casi termino: la televisión es una industria cara, que en el caso de la nuestra necesita en primer término coherencia, todo lo que transmite no es tan bueno como quisiéramos, ni tan malo como algunas personas lo juzgan. Lo segundo que es urgente son los recursos, que en cierta medida lo pueden ofrecer los pagos por publicidad de lo que se promueve en las pantallas. Tema para estudiar (y aplicar) ¿por qué la tv tiene que pagar el uso de cualquier teatro y a la vez lo promueve gratis?.

Entonces hasta aquí las líneas. Y usted lector ¿podría aportar cinco puntos para mejorar nuestra TV?

 

 

 

 

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