Alicia Hechavarría es una de esas actrices que siempre queremos ver en pantalla. No importa el papel: protagónico o secundario, ella se las ingenia para hacerlo grande, redescubrir cada matiz del personaje, apropiarse de él y ofrecer al público interpretaciones de gran credibilidad. En su caso, se cumple el antiguo proverbio “Hijo de gato caza ratón”.
Primogénita del reconocido actor Fernando Hechavarría, Alicia ha formado parte de exitosas telenovelas como El rostro de los días (2020), Tú (2021) y Asuntos pendientes (2023), además de Regreso al corazón, propuesta que por estos días transmite Cubavisión los lunes, miércoles y viernes.
El Portal de la Televisión Cubana se acerca hoy a la actriz para conocer, entre otros aspectos, sus consideraciones sobre Angélica, personaje que interpreta en la actual telenovela.
—¿Cómo llegas a la telenovela?
—Llegué al proyecto gracias a la invitación de Loisy Inclán, su directora, quien se puso en contacto conmigo para hablarme de un personaje particularmente complejo, que requería una sensibilidad muy específica. Me envió la sinopsis de la historia, la biografía del personaje y los tres primeros capítulos del guion.
«Desde la primera cuartilla me sentí profundamente conectada con la propuesta; reconocí en ese papel una riqueza emocional que me resultaba imposible rechazar. Así que acepté de inmediato, con la certeza de que se trataba de un proyecto al que podía aportar algo muy personal».
—¿Qué ha representado para ti regresar a las novelas luego de algún tiempo fuera de cámaras?
—El trabajo en una telenovela exige un nivel de sacrificio y entrega inmenso: son meses de grabación en condiciones muchas veces difíciles; es un proceso que demanda tanto física como emocionalmente.
«Sin embargo, todo ese esfuerzo cobra sentido cuando uno se reencuentra con el público —en la calle, en las redes sociales— y recibe sus palabras, sus historias, su identificación con los personajes. Escuchar que alguien se siente representado o acompañado por lo que hacemos convierte el cansancio en gratitud.
«En medio de tantas adversidades, saber que las personas esperan el horario de la novela para desconectarse por un momento de su realidad y dejarse llevar por una historia me recuerda por qué elegí esta profesión: para sanar, acompañar… ayudar a través del arte. Angélica ha sido un regalo profundamente hermoso».
—¿Qué significa para ti trabajar con tantas figuras noveles?
—Trabajar con actores jóvenes, desde que comencé a dar clases en la Escuela Nacional de Arte (ENA), ha sido un espacio de retroalimentación profundamente enriquecedor. Es un encuentro donde el aprendizaje es mutuo: ellos llegan con una energía vibrante, con el deseo ferviente de conquistar el mundo, mientras uno aporta la serenidad y la experiencia que da el tiempo.
«En ese diálogo generacional surge un equilibrio, y con él, la magia. Colaborar con intérpretes noveles siempre se convierte en un proceso de descubrimiento compartido, donde cada uno aporta nuevas perspectivas y herramientas. El resultado es un trabajo colectivo más sólido y sensible, a la altura de lo que nuestro público merece».
—¿Qué elementos te conectaron con el personaje de Angélica?
—Creo que me identifico profundamente con Angélica por su nobleza, su sensibilidad y esa fuerza interior que emerge cuando alguien decide luchar por un sueño.
«En su caso, el camino hacia ese deseo estuvo marcado por una serie de decepciones amorosas que la llevaron a tomar una decisión valiente: proponerle a un amigo —a quien admira, respeta y quiere profundamente— compartir la experiencia de la maternidad. Ese amigo comparte con ella el mismo anhelo de ser padre, lo que convierte su vínculo en un gesto de amor sincero y sin convencionalismos.
«Quizás el momento en que Angélica y él deciden dar ese paso impacta emocionalmente a Ernesto, su primo, quien se siente marginado y traicionado. Esa herida desencadena una serie de conflictos, pero también humaniza a los personajes y los revela en toda su complejidad.
«Angélica no es perfecta —como nadie lo es—, pero es una buena persona, una mujer que vive sin prejuicios ni etiquetas. Y creo que eso es justamente lo que más necesitamos hoy: personas capaces de mirar la vida desde la empatía y la libertad».
—¿Cómo te preparaste para asumir un rol cuyo objetivo es concebir un hijo a cualquier precio?
—Estoy convencida de que todos, en algún momento de nuestras vidas, hemos experimentado la decepción amorosa: cuando se entrega mucho y se recibe poco, cuando el amor no corresponde al esfuerzo ni a la entrega.
«La historia de Angélica parte de ese sentimiento, pero no se detiene allí. Su decisión de tener un hijo con su mejor amigo no representa un final, sino un punto de inflexión, un giro que abre nuevas etapas en su vida.
«Aún le quedan muchas experiencias por atravesar —que no puedo revelar todavía—, pero lo que define verdaderamente a Angélica es su capacidad de elegir el amor por encima de todo. Esa fe en el afecto y en la posibilidad de sanar a través del amor es lo que la convierte en un personaje tan profundamente humano».
—¿Cómo te sentiste al principio con un personaje que parece indiferente al amor?
—Debo admitir que algunas de las decisiones de Angélica me resultaban difíciles de comprender; sin embargo, ese desafío me llevó a estudiarla a profundidad, a ponerme en su lugar, a mirar sin juicio para poder defender su visión del mundo.
«Esa búsqueda de empatía transformó mi manera de acercarme al personaje, y ver cómo el público ha recibido tan positivamente su historia ha sido una de las mayores satisfacciones de este proceso».
—Muchos televidentes consideran que Angélica es un personaje polémico. ¿Qué piensas al respecto y cuánto te ha ayudado a crecer humana y profesionalmente?
—Angélica rompe con muchos de los esquemas que nuestra sociedad aún mantiene. Se atreve a ir más allá de las convenciones para darle forma a un sueño compartido con su mejor amigo, y en ese proceso encuentra un nuevo propósito vital.
«Su historia está sostenida por una red de apoyo que la impulsa a seguir adelante, recordándonos que la fuerza también se construye en comunidad. Interpretarla me enseñó que es necesario hacer el bien siempre, porque todo lo que damos, de una u otra forma, regresa a nosotros».
—¿Qué fue lo que más te cautivó del personaje al leer el guion? ¿Has rechazado algo por no corresponder con tus valores éticos?
—De Angélica admiro su dulzura y su capacidad de encontrar lo positivo en los demás. Sin embargo, esa misma generosidad la lleva a situaciones donde no se pone a sí misma en primer lugar, y termina saliendo lastimada. En eso nos parecemos bastante.
«La decisión de ser madre soltera —siendo aún joven y además con alguien tan cercano a su primo— me costó asimilarla al principio. Asumir esas elecciones sin juzgar al personaje fue un verdadero reto, pero comprendí que si juzgas a tu personaje, no puedes actuarlo.
«Tuve que construir una biografía detallada que me permitiera entender su recorrido emocional, sus pérdidas, sus frustraciones y sus motivaciones. Angélica pierde a sus padres muy joven, intenta hacer de Pedro y su familia la suya, sin lograrlo. Busca durante años quedar embarazada, sin encontrar apoyo. Cada decepción marca su camino hasta llevarla a tomar una decisión que, por primera vez, la coloca a ella en el centro de su vida. Tal vez no lo hace en el momento más adecuado, pero sí en el suyo. Y eso la hace profundamente humana».
—¿Crees que en la sociedad cubana hay muchas Angélicas?
—Definitivamente sí. Desde que se estrenó Regreso al corazón, he recibido muchos testimonios de personas que han sentido su propia realidad reflejada en la historia. Ese ha sido uno de los regalos más significativos de este proyecto.
«Descubrir que un personaje puede servir como espejo y alivio para otros confirma la verdadera dimensión del arte como espacio de empatía y representación».
—¿Puede Angélica ser un referente?
—Pienso que sí. Puede convertirse en un referente para muchas mujeres que desean ser madres y no saben cómo hacerlo, o que sienten que sus caminos no se ajustan a los modelos tradicionales.
«Es importante visibilizar que existen otras formas posibles, opciones que, aunque no sean las más convencionales, son igual de válidas siempre que prime la salud, el bienestar y el amor hacia la criatura que se trae al mundo. El mensaje de Angélica nos recuerda que cada historia de maternidad, de afecto y de vida, tiene derecho a existir».
—Hasta el momento hemos visto que Angélica busca un hijo, pero no una pareja. ¿En algún momento vuelve a enamorarse?
—Aún quedan varios capítulos antes del final, y desde el comienzo ha quedado claro que Regreso al corazón se distingue por sus giros constantes, por esa manera de sorprendernos y mantener viva la emoción del espectador.
«Además del amor que Angélica siente por su hijo aún no nacido, todavía hay espacio y tiempo para el amor en todas sus formas. Porque al final, Regreso al corazón no solo cuenta una historia de maternidad o de vínculos familiares, sino también una historia de segundas oportunidades, de fe en los afectos y de esperanza».
—¿Cuánto hay de tu padre en cada una de tus actuaciones?
—Si en algún momento alguien percibe algún parecido entre la manera en que mi padre y yo enfrentamos un personaje, consideraría eso uno de los mayores premios y orgullos de mi vida.
«Desde pequeña lo he imitado en casi todo, porque es —sin duda— mi ídolo. Aun así, siempre quise trazar mi propio camino, con respeto y con el firme propósito de mantener en alto el legado que él ha dejado en la cultura cubana.
«Mi padre, Fernando Hechavarría, es un actor fuera de serie, y haber crecido a su lado ha sido una verdadera escuela.
«Soy el resultado de todo lo que he recibido a lo largo de mi vida. Agradezco profundamente a quienes han marcado mi formación: a mi padre; a Verónica Lynn, mi maestra; a mi padre teatral, Carlos Díaz; y al legado de artistas inmensos como Broselianda Hernández, Isabel Santos, Daysi Granados… tantas almas que han nutrido a esta actriz que aún sigue en formación. Porque en esta profesión nunca se deja de aprender.
«Por eso la agradezco tanto, porque más que haberla elegido yo, siento que fue ella —la actuación— quien me escogió a mí».