Cuando se iniciaba la trasmisión de la telenovela Tierra brava su música inundaba los hogares cubanos. Era –es- de Frank Fernández. Pero si a ese decir sonoro trepidante se unían aquellos gallos multicolores y otras imágenes llenas de cubanía, el televidente se preparaba mejor para ver la propuesta de Xiomara Blanco.
El encargado de aquella introducción fue Roberto Portuondo que junto a Perez Recio y Lizzete Vila armó un equipo para conseguir una presentación que casi veinte años después se sigue apreciando como una de las mejores realizadas para programas televisivos.
Portuondo, ingeniero en telecomunicaciones, trabajaba en post producción, pero metido en ese mundo de imágenes y sonidos, se fue introduciendo en “hacer tv” por ejemplo la presentación de Blanco y negro ¡no!, de Charlie Medina, que se retransmite actualmente fue suya.
Lizzete me cuenta que Nuestra mirada, un espacio con el tema de género que salió en un verano, fue el primer programa dirigido por Portuondo. Ella se lo puso en las manos y él no se cansó de recordarlo cada vez que podía.
Ahora ponchaba 23 y m, y seguía con ese ritmo de trabajo de grabar, editar, hacer efectos especiales, a veces hasta por la madrugada.
Magda González me dice que a veces estaba a las tres de la mañana en el cuarto de edición. “Era muy trabajador”, me subraya la reconocida directora de televisión.
Y escribo en pasado porque Roberto Portuondo murió esta madrugada. No fui su amiga pero lo respeté como hombre enamorado y entregado a la televisión. Quizás ese afán de trabajo, más el sobrepeso lo llevó a un infarto. Tal vez fue otra la razón. Pero como ya no le puedo decir lo que de él pensaba, escribo estas líneas, hoy nueve de agosto y no espero a conocer la causa de su deceso. Se que camino a su hogar definitivo, Portuondo me mirará quizás con alguna sonrisa en los labios.