Veo en la telenovela La otra esquina a Miriam Socarrás y ya sé que sucederá como en el filme Plaff o la serie televisiva Doble juego, que muchas personas recuerdan de la a la zeta la presencia de esta singular actriz, triunfadora con los papeles secundarios.
Culta, elegante, buena amiga, excelente anfitriona, la aún sensual mulata, a pesar de que ya no es la caminadora de antes por cuidar sus piernas, sigue siendo una figura verosímil en el audiovisual contemporáneo. Su Emma ya es tema de conversación.
¿Cómo llegas al arte? ¿Por qué te interesó la locución?
Era del grupo de aficionados del Instituto Cubano del Petróleo, ICP, trabajaba como mecanógrafa en el departamento de personal, en el Edificio La Rampa. El grupo lo dirigía, Elio mesa, (el cual después fue actor de Teatro Estudio) y una chica llamada Argelia ensayó una obra que no le permitieron hacer por ser ella Instructora de Arte, y no le podía convertirse en actriz profesional, entonces Elio me llevó y fui aceptada. La sustituí y ahí en la sala las máscaras, en la obra Yago tiene feling, dirigida por Ponce, un excelente director de teatro desaparecido hace poco años en Venezuela, y escrita por un alumno de la escuela de dramaturgia, Tomás González, hice mi debut. El profesor de actuación, el mejicano Rodolfo Valencia, me seleccionó para integrar las filas del naciente Teatro Musical de La Habana bajo la dirección general del actor y director de cine Alfonso Arau. A la locución llegué de forma casual estaba recién embarazada cuando Héctor Quintero hizo una espectáculo musical en el Teatro Mella y me adjudicó el personaje de presentadora. De ahí Chuchú Hernández y Rizo me vieron y empecé a ser presentadora de espectáculos del teatro Amadeo Roldán y del gran Circo Soviético en su gira por toda Cuba; fue totalmente casual, aunque siempre me gustó imitar a las locutoras de jabones, formaba parte de mis juegos diarios.
¿Qué te dejó el teatro musical?
Lo poco o lo mucho que soy... rigor, disciplina trabajo, respeto al público y mucho amor al trabajo. Ahí tuve la dicha infinita de tener a los mejores profesores de esos tiempos desde Argelier León hasta Zoila Gálvez, todo un grupo de MAESTROS, de canto folklórico, danza moderna, ballet, pantomima, acrobacia, voz y dicción, artes plásticas, ahí descubrí a Picasso, a Dalí a Víctor Manuel en fin, el mundo de la plástica, y también encontré el amor pues nos enamoramos el profesor de Artes plásticas, el gallego José Luis Posada y yo; nos casamos, tuvimos un hijo, fuimos muy felices y comimos perdices, ja ja ja…
¿Y Tropicana? ¿Qué te dio vivir bajo las estrellas tantas noches de tu vida?
Me dio seguridad. Yo era la anfitriona y tenía que sentirme como en casa, a pesar de que asistían presidentes de países amigos y personalidades de la cultura mundial, conocer al director de cine Francis Ford Coppola, al poeta Rafael Albertí, al entonces presidente de España Felipe González y dialogar con él, en fin experiencias muy particulares, que te hacen crecer de forma repentina, pues es como andar en un terreno desconocido. A pesar de estar entre plumas y lentejuelas, decir lo correcto, olvidarme de todos los problemas cotidianos al ponerme mis pestañas, echarme perfume, los cambios de ropa: ahí empezaba la magia de Tropicana, y saludar a las personalidades extranjeras, tratando siempre de hacerlo de memoria… Comencé sustituyendo a la presentadora anterior y me dije,¡¡¡qué horror no tienen vida privada apenas¡¡¡ y me quedé 14 años de mi vida. Durante un corto tiempo combiné teatro y cabaret; después cabaret y cine, algo bien agotador. Con el filme Patakín me recogían de madrugada en el cabaret y amanecíamos en Jibacoa, en fin, todo se puede cuando tenemos 40 años de edad, una madre en la retaguardia y nos creemos que el mundo nos pertenece totalmente. Hubo unos meses que estaba actuando en Pedro Navajas, mi última obra en el Teatro musical, y llegaba a Tropicana solo para despedir el primer show, me cambiaban de ropa dos personas, porque el tiempo era justo, ¡¡¡que hermosos tiempos!!!... tenía primer y segundo show.
¿Cómo llegas a La otra esquina?
Pues como suelen llegar las cosas buenas, inesperadamente, me llamó por teléfono la asistente de Ernesto Fiallo, el director, y al día siguiente estaban ambos en la salita de mi casa con la propuesta: era maravillosa. Es un co-protagónico (el primero en mi larga vida) y mi sorpresa siempre me hace preguntar, (cuando son directores jóvenes, que yo no conozco ni he trabajado anteriormente con ellos) ¿quién le dijo que me llamara? y él me respondió, no, yo quiero que Usted trabaje. Fue un regalo……
¿Habías trabajado con Enrique Molina antes?
Enrique y yo solo nos habíamos encontrado en una ocasión, cuando estuvimos de jurados de cine, hace unos cuántos años.
¿Es dura la soledad en la vejez?
Bueno, para Emma, (mi amado personaje) es dura, pues tuvo un matrimonio nada feliz, la columna vertebral de una relación de amor sexual, fallida y para colmo sin hijos, pero para mí, la soledad en la vejez no es nada dura. Cuando se tiene una hermosa familia, y se ha tenido la dicha de tener madre con plena lucidez hasta mis 70 años, además tengo un solo hijo (desdichadamente bien lejos de mí ) pero me dejó un sustituto, mi nieto, que es como otro hijo, así que tengo todo doble, pues tengo dos hermanas dos sobrinas y dos sobrinas nietas y los amores, que fueron tan importantes en mi vida, están en un rinconcito vip de mis recuerdos. Ellos, mis recuerdos, mi familia y mis amigos y amigas son la razón de existir. Mis amigos forman parte de mi vida, Heberto (nuestro común amigo) conoció a mi hijo cuando era apenas un niño por ende forma parte de la familia, otros amigos y amigas hacen que mi vida sea bien placentera, sin ellos no sería la Miriam que siempre sonríe. Yo no soy capaz de disfrutar un queso de cabra sino es con mi familia, mis amigos, y amigas. Compartir charlas, ver buenos filmes y discutir sobre algunas puestas en escenas todo eso forma parte de mi vida,… leer, ir a la playa beber un buen vino, tomar mi té verde o rojo diariamente, es también parte de esta vida que me ha tocado vivir, nada de soledades, ja ja ja
¿Qué reacción hay entre tus conocidos acerca de tu personaje?
Bueno entre mis amigos y amigas cercanos, siempre hay una crítica, aunque sea pequeñita, pero entre el público, son los halagos más hermosos que he recibido en los últimos años, (sorpresivamente para mí,) halagos de hombres menores de 40 años, albañiles, mecánicos, hasta policías, me han dado besos y me dicen ¡¡¡muy buena su novelita¡¡¡. Así que estoy profundamente agradecida a Yamila Suárez, la escritora y a Fiallo, el director, que hayan confiado en mí este hermoso personaje de Emma.
Alguna vez dijiste “creo que los directores no ven a una mulata como la esposa de un doctor, la directora de un centro de trabajo o simplemente un ama de casa, que son casi siempre los personajes principales. Una mulata es la ideal para la chusma de un solar, la simpática del barrio o la estrella de un cabaret”. En esta oportunidad no haces ninguno de esos papeles, aunque sigue siendo secundario ¿acaso no será que los directores buscan un personaje que sea una buena contrapartida de la historia principal?
Sí, realmente lo diré siempre, claro pertenece a mi generación, pero mi madre se fue con ese dolorcito, esa penita en su alma. Ella me decía “¿por qué siempre te dan esos personajes si ahora las mulatas son médicos, maestras?... bueno el filme Maria Antonia, ella nunca lo vio, por una escena en especial, creo que fui el cliché, de la mulata (en mi generación) simpática, chusma y hasta prostituta, nunca una profesional, en fin creo que fue lo que me tocó, ja ja ja
¿Cuándo se verá Al fin… el mal de Juan Carlos Cremata? ¿No temes que una actriz en un papel secundario te robe el protagónico?
Esa respuesta sobre mi primer protagónico, solo lo sabrá la cartomántica, cuando le pregunte a su bola de cristal, y te diré que en ese corto existe un personaje secundario al cual no le temo, pero es excelente, ja ja ja. Voy a decirte como en una entrevista que me hizo Lizzete Vila: nosotros los secundarios de reparto, (como suelen decir ahora) somos las columnas del gran edificio, o algo semejante.