Licenciada en Historia del Arte en la Universidad de La Habana, Nilda Rodriguez Torres, se enamoró de la escritura de guiones desde 1967 que comenzó con programas informativos, hasta que a partir de 1970 empezó a trabajar en un tema que le apasiona: el policiaco.
A su pluma se deben más de 40 episodios para espacios policiacos y de espionaje de la televisión cubana (Sector 40 y Móvil 8), trabajó en algunos capítulos de En silencio ha tenido que ser, a los que se unen Para empezar a vivir, Por el mismo camino, realizada en colaboración con Nicaragua y su gran éxito Su propia guerra, transmitida en Cuba en varias ocasiones y también en República Dominicana.
Es la autora del guion del filme Patty Candela, producida por el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográfica y de Omaja, aún por llevar a imágenes y también de algunos monotemáticos y series cortas de Tras la huella.
Ha alcanzado menciones y premios en el festival Caracol, también ha escrito para la radio, pero que sea ella la que hable de su quehacer:
¿Solo has trabajado como guionista? ¿Cómo llegas a este hacer?
Desde pequeña me gustó escribir, ya adolescente me inclinaba por el periodismo. Así me sorprende el triunfo de la Revolución y ese “bendito terremoto” me envolvió completamente. Fui a parar con 20 años al Comité Provincial del Partido, entonces PURSC laborando como auxiliar en tareas de divulgación. De esa manera, cruzaba la calle con frecuencia por relaciones de trabajo con el ICR.La televisión empezó a sembrar en mí ese bichito que todo conocemos. Paralelamente hice intentos de comenzar Periodismo, en dos oportunidades, en cursos por encuentro pero donde trabajaba no había horario ni momento libre, dedicarme a estudiar era casi un pecado. Mi gran oportunidad llegó en 1965 cuando el ICR convocó a jóvenes revolucionarios con deseos y vocación para un curso de directores de programas de TV. Definitivamente crucé la calle y pasé el curso donde estaban por ejemplo, Loly Buján, Pedraza Ginori, Antonio Miguel, Lidia Sánchez, Eduardo Moya, Humberto García Espinosa y otros que también han dejado su huella. Mi intención no era dedicarme a dirigir, sino conocer el medio por dentro, manejar sus secretos para escribir. Comencé escribiendo algunos pequeños programas informativos y en 1970 cuando ya había se había iniciado el primer espacio policiaco con tema de actualidad, Sector 40, fui convocada a formar parte de su equipo como guionista. Desde entonces hasta la fecha, he participado, como guionista o asesora, en todos los proyectos auspiciados por el MININT y cuando estos han dejado de salir al aire, he luchado por su regreso porque lo considero muy útil y personalmente es un matrimonio de muchos años, con sus desavenencias, como cualquiera, pero nos unen lazos definitivos.
¿Por qué el policiaco? ¿Eras lectora de ese género?
No era de mis lecturas preferidas, siempre he seleccionado novelas con temas de conflictos humanos, sociales. Ocurre, sin embargo que mientras pasaba el curso para directores y comenzaba a hacer mis pininos como guionista, la vida me rodeó de un grupo de amigos, hombres y mujeres de la seguridad cubana que libraban en esos años una batalla que resultó definitiva por salvar la naciente Revolución. El conocimiento de esas personas consagrados a su misión, hombres y mujeres que disfrutaban su trabajo por arriesgado que fuera, las historias de que eran protagonistas, fue lo que me conquistó y me llevó a aceptar escribir para Sector 40 inicialmente.
Naturalmente, al asumir este género, sí me convertí en lectora de lo mejor que se publicaba así como de series televisivas para dominar sus códigos. Fue como pasar un curso. No puedo olvidar que en esos momentos en que me iniciaba, conté con los sabios consejos de Carballido Rey y Juan Vilar y continuamente acudía a los más experimentados, tanto de la televisión como de la radio. De todos ellos aprendí los secretos de la dramaturgia y sobre todo, que cuando se quiere ser un buen escritor, hay que trabajar sin descanso. De todas esas peripecias, algo se me debe haber quedado.
¿Qué significó para ti En silencio ha tenido que ser?
Un regalo, un premio que considero que todavía no me había ganado. Cuando surgió la idea por parte del MININT de una serie para conmemorar los 20 años de la Seguridad, fuimos llamados Abelardo Vidal y yo porque éramos lo que teníamos ya alguna experiencia, yo en Sector 40 y Móvil 8 y Vidal escribiendo estos mismos temas para la radio. Cuando esto ocurrió, los dos, apasionados por el tema, llevábamos varios años sin escribir sobre ellos, luego de la desaparición de Sector 40. Teníamos las pilas totalmente cargadas y asumimos el proyecto apoyados por verdaderos protagonistas de la historia que debíamos contar. Fue una verdadera hazaña para todo el equipo, simultáneamente, Vidal y yo escribíamos los capítulos, yo me fui al exterior para la filmación de los momentos que se desarrollaban en Estados Unidos (que se hicieron en Jamaica) y allí improvisamos situaciones, con la participación de Sergio Corrieri, que debían aparecer en capítulos que después yo escribiría. Una verdadera maravillosa locura. Era una vorágine que no nos permitía la distancia suficiente para valorar el alcance de lo que estábamos haciendo. Por eso nos sorprendió el hecho de que los jóvenes detenían sus fiestas de sábado por la noche para ver En silencio… y luego continuaban bailando. Una experiencia inolvidable que todavía emociona solo de recordarla, ver sus imágenes o simplemente escuchar la música.
¿Y Su propia guerra?
Como ya sabes, mi comienzo fue con el tema del trabajo de la Seguridad. Cuando surgió Móvil 8 me acerqué al trabajo de la Policía que, aunque tiene sus puntos comunes con el otro, también se diferencia mucho por tratar temas del delito común, sondear los aspectos más sórdidos de la sociedad. Me permitía trabar conflictos diferentes que podían ser muy útiles para la prevención. Su propia guerra fue como la culminación, en ese momento, de mis aspiraciones para ese espacio. Con la experiencia del David de En silencio…, sabíamos que el personaje del agente secreto cala muy hondo en el televidente y en una serie, permite tratar su historia, contradicciones, riesgos, momentos de riesgo, conflictos familiares… Trabajé el personaje del Tavo con toda esa carga que estaba necesitando expresar. Se incorporó entonces Tony Joaquín González y juntos íbamos tejiendo la madeja de situaciones con la información que nos daban los compañeros del MININT. Fue también una forma de hacer muy particular porque escribíamos al mismo tiempo uno u otro capítulo, poniéndonos uno la otro acertijos que debíamos resolver. No había en esos momentos computadora ni correo electrónico, nuestros teléfonos no paraban. Contamos también en ese caso con un equipo de excelentes actores que dieron vida a nuestros personajes aportándole lo suyo. Fue una serie realizada por dos escritores y tres directores en la que creo que no se ven mucho “las costuras” como decían nuestros maestros de la TV. Hicimos una primera parte de 10 capítulos y Tony y yo nos proponíamos dejar pasar un tiempo y escribir una segunda temporada pero la presión por parte de público, actores y la propa jefatura del MININT fue tanta que asumimos casi de inmediato la segunda parte que nos obligó a hacer miniseries de cuatro o cinco capítulos para que resultara creíble la participación del Tavo en tan diversos casos, habíamos agotado muchos temas en la primera parte monotemática.
¿Qué me dices de tus “otros hijos audiovisuales”? ¿Alguno te dio dolores de cabeza?
Hay uno, que me dio un dolor de cabeza tan fuerte, que es ahora que me doy cuenta de que no está en mi curriculum. En el año 1976 la televisión estatal de Suecia propuso al ICR la realización conjunta de un dramatizado sobre alguna situación cubana. Me llamaron para tal proyecto y se me ocurrió realizar una obra (hora y media de duración) sobre la primera experiencia de la universidad vinculada a un sector laboral que se estaba produciendo en Moa. Me maravillaba la idea del “paisaje lunar” de las minas de níquel, el trabajo que allí se había realizado para mantener viva esa industria y la interesante experiencia para jóvenes estudiantes universitarios de geología y algunas ramas de la ingeniería. La idea fue aprobada. Los suecos pidieron que fuera a escribirla a su país para formar parte de un equipo que iría evaluando la obra (director, asistente, productor, etc.). En dos meses estuvo lista y aprobada por la parte sueca. Poco tiempo después vino el quipo sueco a Cuba y realizaron una prefilmación en el lugar. Todo parecía estar listo pero a última hora, nuestra parte no tuvo el presupuesto necesario para el rodaje en Cuba, según se había acordado, y el proyecto no se realizó. Fue una gran frustración. Creo que ahora lo incluiré en micurriculum.
Asumir la versión para la tv del Carrillón del Kremlin fue también un proyecto que resultó muy complejo. Formamos para el guión un equipo bajo la dirección de Lilliam Llerena que tendría a su cargo la realización y Fidelina González como asesora. Lilliam, extraordinariamente profesional y exigente con su trabajo me enseñó mucho durante esa experiencia. Podíamos pasar un dia entero discutiendo una escena en casa de Lilliam, cuartel general del proyecto, comiendo hamburguesas de pescado y tomando café. Esta vez, el resultado si me trajo satisfacciones.
En tu opinión, ¿por qué Tras la huella muestra agentes y oficiales bastante rígidos?
Tras la huella surge a iniciativas de la Universidad del MININT, considerando que se podía crear un espacio que fuera útil a los fines educativos de la escuela y a la televisión. Los que teníamos alguna experiencia en el tema siempre consideramos que tal propósito era casi imposible, entre otras cosas, porque ya nuestro pueblo tenía antecedentes de otra forma de hacer (Sector 40 y Móvil 8, En silencio…, Dia y Noche y en especial Su propia guerra). No obstante comenzamos y muy rápidamente la vida nos fue dando la razón, la fuerte carga didáctica de los inicios se fue suavizando, introduciendo otros elementos propios del género y trabajando con más margen para la ficción y no sujetos estrictamente a los casos reales como al principio. En estos momentos creo que nos queda un trecho por recorrer, en definitiva en cualquier obra humana, siempre se puede mejorar. No creo nuestros personajes en la actualidad sean tan rígidos aunque repito que trabajamos constantemente en ese aspecto. Otro asunto es el hecho de que no se puedan tratar con profundidad y dar continuidad a conflictos personales debido a los mecanismos de revisión y aprobación que en ocasiones pueden alterar el orden de salida al aire que nos proponemos, incluso hasta por razones de intereses específicos del MININT para un momento determinado.
¿Cuál es tu proyecto actual?
En estos momentos sigo realizando mi labor de asesoramiento con el equipo de Tras la huella. Escribo capítulos monotemáticos y estoy comenzando una serie de 4 ó 5 capítulos con un tema de gran importancia y actualidad. El resto queda en suspenso, prometo las primicias…
¿No has ejercido la docencia en Cuba? ¿Por qué?
Definitivamente, no tengo aptitudes para la docencia. Individualmente trabajo con guionistas que comienzan en esta temática y le ofrezco mi humilde experiencia a todo el que la solicite. Realicé un breve taller en República Dominicana pero yo se que ese no es mi fuerte.
Y…
Por último, sin pregunta, quisiera expresar que creo que todos los que estamos enfrascados en el género policiaco debemos formar un gran equipo, aunar esfuerzos que no quiere decir elaborar una receta para el “buen policiaco cubano”. Mantener diversos perfiles pero coordinar recursos e intenciones para tratar de llevar a nuestros públicos cada domingo (o sábado teniendo en cuenta la formidable propuesta musical del domingo) un policiaco cubano coherente, entretenido, aleccionador y por supuesto con un alto nivel de realización artística. Tenemos talento para ello.