Entrevista con el creador cubano Marlon Brito sobre su quehacer de más de 27 años en la Televisión Cubana

La primera actriz que Marlon Brito López tuvo la oportunidad de dirigir para una obra dramatizada fue nada más y nada menos que a la vedette Rosita Fornés. Él, un creador de origen santiaguero que probaba suerte en La Habana; ella, una mujer de experiencia y mundo, la cual contaba con la fama del teatro musical y dramático, así como del cine. La idea de Brito era adaptar el texto Nenúfares en el techo del mundo, del dramaturgo cubano Nicolás Dorr a la pequeña pantalla.

Recordado por ser su opera prima de ficción, el telefilme narraba la historia de dos mujeres, madre e hija, las cuales vivían enclaustradas en un apartamento en lo alto de un edificio. Rosita Fornés era perfecta para el papel de la señora mayor. A más de 15 años de aquel proyecto, el realizador cubano todavía recuerda su primer contacto con la famosa protagonista del filme Se permuta.

“Yo estaba muy nervioso cuando la cité por primera vez. Ella conocía bien la obra de Nicolás Dorr porque ya la había defendido junto a su hija en el teatro. Me asombró mucho ver cómo de una simple lectura del guion, Doña Rosa supo separar lo teatral del cine. Me señalaba rápido aquellos pasajes que desde el punto de vista de la actuación debían ser más cinematográficos”, evoca Marlon Brito a sus 58 años de edad.

Con un inicio en Tele Turquino mediante las funciones de técnico especializado en video, el hoy director y asesor de la Televisión Cubana afirma que sus conocimientos de electrónica le ayudaron a descubrir la pasión por el cine y la televisión.  “El arte no puede ser desvinculado de la tecnología. Me ayudó mucho haber estudiado electrónica en el Instituto Politécnico Eduardo García Delgado en Boyeros, La Habana. Allí aprendí algunas nociones del lenguaje audiovisual. Luego, en Tele Turquino, en Santiago de Cuba, pude acercarme con facilidad a una cámara y a la propia edición. Mientras que por la mañana arreglaba televisores u otros equipos, la otra parte del tiempo la dedicaba a incursionar en el documental”, señala Brito.

Graduado posteriormente de la carrera de Historia del Arte en la Universidad de Oriente, durante su estancia en Tele Turquino dirigió programas como Tiempo y Antena 12, este último dedicado a la crítica cultural. Más tarde, en pleno Periodo Especial, vendría a vivir y trabajar a La Habana. Sus primeros pasos en la capital serían en CHTV devenido en Canal Habana.

“No me fue difícil encontrar trabajo durante el Periodo Especial. Muchos conocían de mi labor en Santiago de Cuba. En CHTV ocupé un puesto como editor. Allí, el director del canal, Pedro Hernández, me dio la tarea de enseñar el lenguaje del montaje audiovisual a jóvenes periodistas recién salidos de la universidad como Rolando Segura, Fabiola López, Natasha Velázquez. Teníamos casi la misma edad”, apunta el realizador.

Durante su permanencia en CHTV, Marlon Brito tuvo la oportunidad de adentrarse cada vez más en el mundo del arte, pues realiza documentales como El Método SISTIM (1993) y Apóstol (1995), este último enfocado en la influencia que ejerció la fe cristiana en la obra de José Martí.

En plena década de los noventa, el director cubano recibe el encargo de crear el Noticiero Ansoc o Suplemento informativo de la tarde. Con una duración de 15 minutos y el lenguaje de señas como principal recurso, el espacio llevaría lo más actualizado del acontecer nacional a la comunidad de sordos e hipoacúsicos en el país.

“Investigué primero cuáles eran las televisoras que en el mundo tenían noticieros con esas características y, realmente, no eran muchas. Diseñé un espacio donde en primer plano apareciera el intérprete de señas con una referencia visual de la noticia y, al mismo tiempo, la voz en off de un locutor, la cual sirviera para orientar a aquellas personas que no tuvieran esa discapacidad auditiva”, señala el creador cubano.

Egresado de los cursos de postgrado de la Escuela Internacional de Cine y Televisión de San Antonio de Los Baños (EICTV), en las especialidades de Dirección de Documentales y Dirección Escénica, Marlon Brito López a partir del 2000 inicia una carrera en el mundo de los dramatizados en Cuba.

“Necesitaba hacer obras cada vez más ligadas al arte. Con mucho dolor renuncié a los informativos y me vinculé al Grupo Creativo del Instituto Cubano de Radio y Televisión, el cual aglutinaba a muchos documentalistas y realizadores de ficción en el país. Había creadores de la talla de Charlie Medina, Rudy Mora, Magda González Grau, entre otros”, acota Brito, quien pertenece a la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).

Acostumbrado a dirigir durante mucho tiempo la emisión del cierre del Noticiero Nacional de la Televisión Cubana, Marlon Brito comienza a producir telefilmes como el ya mencionado Nenúfares en el techo del mundo (2003), Riesgo en la torre (2004), La Encomienda (2007), Lo que sienten los hombres (2010), Bajo asedio (2011), Leña de soledades (2011) y Crimen perfecto (2018).

Con una guía creativa al inicio en el director cubano de cine documental y de ficción Octavio Cortázar, las historias contadas por Marlon Brito abordan disímiles asuntos como el engaño amoroso, el machismo, el abandono familiar, la violencia de género y la soledad. Para el creador santiaguero un buen guion puede garantizar en gran medida el éxito de una obra.

“Carecemos de buenos escritores tanto para la televisión como para el cine. De hecho, estamos arrastrando una cruz con nuestras telenovelas, las cuales podrían tener mejor calidad si existieran buenos textos. Me gusta mucho recordar las famosas palabras del cineasta Akira Kurosawa, quien decía que ‛con un buen guión puedes hacer una película buena o una película mala, con un mal guion sólo tendrás películas malas’. No hay nada más cierto”, apunta Brito.

Convencido de la importancia de la luz en cada uno de los encuadres de una obra, asegura que el director debe conocer a fondo cada uno de sus personajes antes de hacer un casting. “Detrás de cada personaje hay una historia de vida, ya que cada hombre o mujer posee una clase social, aspiraciones, vicios e incluso una manera particular de vestir. Cuando uno tiene bien claras las características del papel, puede buscar a un actor o actriz en función de su parecido físico con el rol o por sus cualidades histriónicas”, asevera el director cubano, quien imparte clases en el Centro de Estudios de la Radio y la Televisión.

Con una obra protagonizada por reconocidos actores de la Isla como Jorge Martínez, Tahimí Alvariño , Carlos Enrique Almirante, Yasmín Gómez, el creador cubano defiende la idea de que un buen director debe dominar el arte de comunicar a la hora de emprender un proyecto creativo. “Un realizador debe observar y conocer bien la sociedad en la cual desarrolla su obra. Por otra parte, debe ser capaz de persuadir con buenas maneras no solo a aquellos que pueden financiar su proyecto, sino también a un actor y al resto del equipo que lo puede acompañar. Un director necesita ser un líder”, asegura el creador.

Con más de 27 años de labor artística en Cuba, Marlon Brito López ha demostrado con su quehacer el valor sublime del arte no solo en programas informativos, sino también en las más complejas historias pensadas para la televisión y el cine.

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