La multipremiada locutora vive feliz con el amor del público cubano y de sus alumnos

Ante esta mujer hay que quitarse el sombrero. Desde hace mucho tiempo es una Maestra de indiscutible prestigio en el arte de la locución. No digo más. La hija del gran Antonio Pera cuenta parte de su historia.

¿Por qué necesariamente se decidió por la locución teniendo a un hombre tan valioso en ese oficio como lo fue su padre?

En 1968, el Departamento de Capacitación del entonces Instituto Cubano de Radiodifusión (ICR) convocó a un curso y quise presentarme. Mi mamá pensó que no aprobaría, decía que mi voz no era buena para eso, y papi dijo: “hay que dejarla, allí hay un tribunal que dirá si puede o no”. Ya cuando fui aceptada me dijo: “lo elegiste, esto es serio, hay que estudiar mucho. Cada día ser mejor. Hacerlo bien. Destacarte, no ser del montón”, y he tratado de cumplir con todo lo que me dijo.

Ser la hija de Antonio Pera más allá de ser un orgullo la ponía entre la espada y la pared. ¿Cómo actuaba ante las malsanas comparaciones de la gente?

Si supieras, las comparaciones positivas eran la mayoría, casi todos los locutores siempre decían: “buena, igual que Perita, tiene a quién salir”, y eso a él le encantaba y a mí. Algunos que trataban de justificar su mediocridad decían que aprobaba por mi papá, que al evaluarme subía de nivel por mi papá, siempre los mismos integrantes de esos tribunales fueron los que se encargaron de aclarar que nunca mi papá me examinó ni evaluó, pero fueron muy pocos, y el tiempo se ha encargado de que conozcamos la mala calidad profesional y humana de algunas de esas personas. Papi decía con orgullo: “al principio se hablaba de la hija de Pera, ahora se habla del papá de Argelia”. Mucho agradezco a mi papá que nunca me diera un “empujoncito”. Todos los programas, todo lo que hice fueron porque los directores creyeron que yo podía cubrir sus expectativas.

Además de su padre, ¿qué otros locutores influyeron en su formación?

Por supuesto que el primer profe y más severo crítico siempre fue mi papá, pero en el curso de locución que comencé en 1968 el profesor durante un año, noche a noche, de lunes a viernes, fue Rafael Fábregas. ¡Qué gran profesor! ¡Qué gran locutor! ¡Qué paciencia! ¡Qué bueno haber sido su alumna! Él nos preparó como locutores y trabajadores del medio, nos dio muchos consejos, mucho le agradezco. En la segunda parte (especialización) fueron varios los profesores: Aldo Lavandera, Álvarez Viejo, Eduardo Rosillo, Hilda Saavedra, Ángel Hernández, Manolo Ortega, mi papá. También dábamos geografía, inglés e historia.

Algunos locutores nos dieron conferencias. Ya graduados, hicimos prácticas hasta 1970: primero acompañados por locutores y luego solos, pero todos comenzamos juntos en radio y televisión, en programas no estelares. En el caso de los de televisión: Marianita Morejón, Jesús Esteban y yo, en cabinas y educacionales, hasta pasado buen tiempo que pudimos hacer algunos espacios musicales de noche, en la tarde. Siempre tuve mucha ayuda de locutores de prestigio como Germán Pinelli, Eva Rodríguez, Nela, Dinorah, Conchita, Goizueta, Navarrete, Manolo de la Rosa, Gustavo Dubreuil, Ibrahim Aput. Eran estrellas en la locución y maravillosas personas. También algunos actores me seguían y aconsejaban, recuerdo con mucho cariño a Lourdes Torres, Moraima Secada, Enrique Santisteban. ¡Mira cuántos nombres grandes! Indiscutiblemente fui muy afortunada.

Todavía hay un público que la recuerda en televisión, ¿cómo fue esa experiencia?

La experiencia fue maravillosa, muy linda. Nunca pensé en ir a la televisión, me imaginé en Radio Enciclopedia (de hecho aprobé esa prueba) pero se hizo una selección y posteriormente la prueba donde se nos escogió. Lo primero que hice fue, desde cabina, presentar Los muñequitos, y lo dije tan rápido que mi papá enseguida me llamó: “¿alguien iba corriendo detrás de ti?”. Figúrate. Mi primera cámara fue en una teleclase de psicología, un parlamento de casi dos cuartillas, sin telepromter y con muchos nervios, pero con Eva Rodríguez al lado de la cámara, calzándome, con una pancarta escrita por si algo fallaba (lo mismo que hacía mi papá).

“El primer programa nocturno en off fue Nuestros hijos y, al poco tiempo, también en cámara, Abel Ponce, un gran director que ayudaba mucho a los jóvenes, pensó en mí y me ayudó siempre. Hice muchos programas: Listo Estudio, Meridiano, Nuestros hijos, Tránsito, Teatro ICR, El hombre y los sellos, Al encuentro del hombre, A jugar, carnavales, actos políticos, festivales de la FEU, galas de los concursos Somavilla, junto a Pinelli y Cepero. No me puedo quejar. El tiempo pasó rápido, muy rápido. Todavía recuerdo cuando yo decía: ‘Soy de las nuevas’. Me daba mucha pena cuando las personas me miraban en la calle. Comencé en la televisión cuando aun no tenía 19 años, estando allí me casé, nació mi hijo, me divorcié, falleció mi papá. Es decir, lo bueno y lo malo que me ha sucedido en la vida ha sido estando allí. Es como mi casa”.

Ser popular en Cuba a través de la radio demora muchísimo, sin embargo, usted lo logró. Hay personas que cuando la escuchan automáticamente la asocian con Radio Reloj, ¿por qué esa y no otra emisora para hacer carrera?

Nunca había procurado un contrato en radio pero tuve que hacerlo. El fenómeno este de intrusismo profesional no es nuevo. De pronto los programas que hacía desaparecieron, entró en escena el generador de caracteres que con letras sustituía imagen y voz del locutor. Me sentí muy afectada puesto que aun no tenía edad para jubilarme y solo iba a hacer guardia de cabina en las que muchas veces me tocaba darle al pueblo malas noticias: fallecimiento de artistas o de dirigentes, caída de aviones, equivocaciones en la trasmisión, etc.

“Al paso que llevaba eso, al año se me iba a olvidar hasta hablar. Hice pruebas con los consejos artísticos de Radio Habana Cuba y Radio Reloj. De ambas emisoras me llamaron con un día de diferencia para contratarme. Elegí Radio Reloj, siempre fue la emisora que nos acompañaba al levantarnos. Papi decía: ‘hay que salir a la calle con ropa, no se puede salir desnudo’, se refería a que había que saber cómo estaba el mundo antes de salir. Además había escuchado a Tanya Granados, la primera locutora de Radio Reloj, y le había dicho a papi: ‘¡Qué bien se oye! ¡Una mujer en Reloj!’. Empecé en un medio turno, al final de la noche, allí estuve unos 5 meses hasta que me pasaron al Matutino. En Radio Reloj fui la primera voz casi 15 años. Me encanta esa emisora, lo que más me gusta hacer es narrar y leer noticias, interpretarlas es precisamente narrar. Representa un honor y un compromiso trabajar en este espacio. Matutino se escucha en la mayoría de los hogares cubanos al levantarse, cuando por lo general se preparan las personas para el trabajo o la escuela, las voces se hacen familiares y te haces amigo del oyente”.

Si pudiera aceptarse el término, diría que usted forma parte de la “banda sonora del tiempo”. Es placentero despertar con su voz, ¿se lo dicen frecuentemente?

Gracias, muchas gracias por decirme que resulta placentero despertar con mi voz. Me lo dicen, sí, muchas personas, y lo agradezco inmensamente, desde el corazón lo agradezco. No sabes las veces que me tengo que detener en la calle. Claro, con mucha alegría cuando alguien me habla de Reloj. A partir de ahí, si tenía un día no muy bueno, comenzó a ser maravilloso.

Pero de un momento a otro no se le escuchó más por ningún lugar ¿Fue un retiro forzoso? ¿Por qué ese silencio?

En 2005, no recuerdo el mes (trato de olvidar lo que me enoja), la dirección que había en Radio Reloj decidió rescindirme el contrato. No valió el riesgo que corría al atravesar de madrugada las oscuras calles de Alamar para llegar a la emisora. No tenía ausencias, solo por queratitis que me impedía leer y cuando enfermó y falleció mi papá. No valieron los premios Caracol obtenidos en la Uneac, los festivales de la Radio, el Sello del laureado, la distinción Félix Elmuza y hasta la Distinción por la Cultura Nacional. Siento enormemente haber sido muy disciplinada y no haberle dado la atención a mi hijo, que vive fuera de Cuba y que llevaba 15 días aquí, solo 3 días estuve con él porque había sustituciones por enfermedad de los compañeros del turno matutino y no me parecía oportuno pedir días libres.

“Se me quería poner en el turno de la noche. ¿Por qué? ¿Qué hice mal? Estoy segura que merecía un mejor trato pero no lo consideró así casi nadie, solo dos colegas de la emisora: Ibrahim Aput e Idania Martínez Grandales, pero bueno… Cada persona es un mundo y sé que no es problema del Estado, es problema de algunos hombres. Fui a la tumba de mi papá en su momento y se lo conté todo yo sé que él me escuchó, papi siempre tuvo la razón.

“De la televisión me jubilé en el 2012. Por edad debí hacerlo. Pude haber estado más tiempo trabajando pero sucede que en Cuba tenemos la errónea idea (a mi juicio) de que cuando tienes muchos años debes desaparecer de la portada. Un rostro joven y bonito y un buen cuerpo son atributos que hacen posible tu presencia en televisión aunque no trasmitamos credibilidad, están ahí porque, repito, se priorizan la belleza y la juventud. Esto es algo viejo en televisión.

“¿No ven televisoras de otros lugares? ¿No tienen en cuenta el criterio del pueblo? Esa es mi opinión yo no lo voy a cambiar y me fui. Nunca nadie llamó, ni escribió para pedir que me fuera de la televisión. Soy de otra generación, hay algunas personas que no son como los que conocí hace 40 y tantos años, pero hagan lo que hagan, digan lo que digan están ahí, son inamovibles. El tiempo sitúa las cosas en su lugar, esas personas siguen, yo me fui “de papeles”, pero sigo y la gente me recuerda. Creo que eso vale y mucho”.

De repente despertamos un día y nuevamente estaba su voz en Reloj. ¿Quiénes influyeron para que regresara “a casa”?

Te digo algo, nunca después de jubilarme hice mucha fuerza por sentarme frente a un micrófono o una cámara. Manuel Andrés Mazorra, locutor y exdirector de Radio Progreso quería que yo estuviera en una revista que sale al aire temprano por esa emisora, ¡estaba loca por hablar! No es lo mismo impartir clases que hacer lo que había hecho tantos años, pero aquí la burocracia, lamentablemente, nos sigue torturando. Pedían tantos papeles que una colega me dijo: ‘él dice que le da pena que te pidan tanto, como si no te conociera nadie’, y ahí quedó todo.

“Un buen día un alumno, que más que eso es un muchacho a quien quiero mucho me dijo: ‘Tata, vamos a hacer un programa de poemas, es por Habana Radio, tú puedes, tu voz está igual’ y temerosa probé. Comencé a hacer Verso a Verso, me encantó estar ahí, lástima que fue por poco tiempo.

“Te digo la realidad de mi regreso a Radio Reloj. Hace cinco meses mi mamá falleció, la muerte es algo muy natural pero no nos acabamos de acostumbrar. Me quedé muy mal, hacía poco que de Radio Reloj me había mandado a buscar la Directora para empezar a trabajar. Yo, con mucho pesar, dije que no, porque mi mamá aunque estaba bien, es decir, con achaques normales a sus 92 años, no se podía quedar sola. Toda la atención del mundo la tuvo hasta el último minuto. Cuando falleció, mi colega Daniel Pereira, miembro del consejo artístico, me dice que la directora de Reloj quiere verme, que la propuesta sigue en pie y fui. Allí, Liuba Moreno, Alina Sánchez del Collado (Directora de Información) y Marlon Marlon, otro de mis colegas de la primera vuelta de Reloj, me hablaron, me trataron muy bien, me ayudaron mucho, me ayudan.

“Pensé: ‘voy a hacer algo que adoro. Necesito algo que me saque de esta tristeza grande, que no se va a quitar pero por lo menos voy a sobrellevarla’. El hacer lo que me gusta me obliga a pensar en lo que leo, en lo que hago, en levantarme temprano, arreglarme, salir a la calle y ahí estoy, hace más de 3 meses. Ahora hay que leer de una computadora, figúrate, estuve más de 40 años leyendo de un papel. Además, todos me ayudan, en el turno somos un equipo y los colegas son muy amables. Veo que se llevan bien, que se quieren y que cada uno hace su parte para que Radio Reloj siga gozando del prestigio que tiene desde que salió al aire”.

En un poema de Sigfredo Ariel encuentro su nombre. Oigo un popular tema de Manu Chau donde también está su voz. Y así en documentales, una película… ¡Es maravilloso! ¿Cómo se siente con todo esto?

¡Claro que es maravilloso! No pensé merecer tanto. Soy locutora porque me gusta, porque siento lo que hago. Nunca he rechazado nada que me han propuesto por pequeño que sea. En el cine nunca pensé verme en pantalla grande. Cuando ese excelente director, que lamentablemente ya no está entre nosotros, llamó a la casa y mami me dijo que un director del Icaic me volvería a llamar. Le dije a mi mamá: ‘debe ser del ICAP’. Era Daniel Díaz Torres para proponerme hacer el personaje de una locutora en su película Otra mujer. ¿Te imaginas? Me sentí coronada por los ángeles. ¡Cómo se lo agradezco! Hacía el noticiero en esa película, fue una experiencia única. Puse voz a varios documentales del Minfar y espacios que salían por la televisión. Mi voz y la de otro colega, Luis Alarcón Santana, están en una canción titulada “Me gustas tú”, del disco Esperanza, de Manu Chao. Eso lo grabamos en Radio Reloj. Recuerdo que nos dijeron que era para un festival de la canción política en Europa. Y dije: ‘¡qué bueno!’. No iré yo allá pero sí mi voz, España es la tierra de mis ancestros. Andando el tiempo, un colega me dice que me escuchó en una canción de Manu Chao en una discoteca en España, me extrañó porque nunca se nos dijo que grabábamos para un disco. Pude escucharla, aquí se radió poco, estuvo mucho tiempo en las listas de éxito de Europa y América. Respecto al poema de Sigfredo Ariel, un inmenso honor. No sabía. Mucho agradezco a ese destacadísimo poeta que haya escrito mi nombre en una de sus obras. Como ves, la vida me ha premiado con muy buenas cosas no solo en los andares de mi existencia como mujer, también en mi profesión.

Cientos de jóvenes (me incluyo) hablan con orgullo de la profe Argelia. Pero con tantos años en la radio sus clases son de televisión. ¿Por qué?

Enseñar me encanta, a mí me ayudaron mucho los maestros cuando comencé y hago honor a la frase de nuestro Héroe Nacional: “Al venir a la tierra, todo hombre tiene derecho a que se le eduque”. Imparto televisión porque así estaba concebido desde que empecé, desde que integré la Cátedra de Locución, hace ya 9 años. En realidad trabajaba en televisión desde que me gradué, luego con el tiempo vino la radio. De todas formas son clases de locución, se es locutor, la vida te sitúa o en Radio o en TV, pero somos locutores (sin apellido).

¿Es usted la profesora que se ajusta a la técnica del oficio como antes o se permite modificar ciertas cosas?

La técnica es la misma que me impartieron mis profesores, que mi papá aprendió solo (como era antes), a fuerza de escuchar y casi vivir en las emisoras de radio, de donde nació en Santiago de Cuba, como un fiel enamorado de la locución. Si algo modificara sería, tal vez, cuestiones de imagen, más naturalidad en el peinado, en el vestir (que antes, ahora y después no dejará de ser elegante, ajustado al escenario en que nos encontremos), el maquillaje menos cargado; un caminar un poco más ligero; la naturalidad acorde a estos tiempos, pero teniendo siempre presente que somos patrones en el habla, en el vestir, en nuestro comportamiento ante la sociedad, eso no puede cambiar.

La calidad actual de los locutores no es la mejor, se sufre esto a nivel nacional: imprecisiones, dicción funesta, alta banalidad y un largo etcétera. ¿El problema está en la mala captación, en las malas clases o en malos directores? Dígame usted, por favor.

No todos los que hablan por radio o televisión son locutores. Desde hace un tiempo cualquiera, aunque no tenga la menor de las condiciones, realiza nuestras funciones, está autorizado, no sé si son los directores quienes lo autorizan, pero es real, eso no debería ser así pero lamentablemente lo es. Hay actores, músicos, periodistas que saben hablar correctamente y no hay problemas, pero no son la mayoría. No solo es hablar correctamente, es observar nuestra técnica, interpretar, articular, tener dicción correcta, aplomo, contención, como dices, un largo etcétera. Tengo entendido que se dan ya los primeros pasos para controlar esta situación y que solo puedan realizar nuestra funciones los que estén habilitados por el Centro de Estudios de la Radio y la Televisión.

“En ese centro se imparten cursos de habilitación de locutores a personas del medio. Para el año 2020 están previstos también cursos para personas que no son del medio pero con aptitudes y talento. Somos muy rigurosos en la captación. El programa es muy complejo. Las clases son impartidas por profesores de mucha calidad y experiencia. Hay otros cursos para colaboradores, que son aquellos que hablan en los medios. Estos cursos tienen el objetivo de mostrarles algo de nuestra profesión pero, sobre, todo incentivarlos para que se habiliten. Salen habilitados. No son locutores. ¿Sabes dónde creo que radica lo malo? Se colocan en el aire muy pronto, en espacios estelares, donde no hay nadie que los dirija… Antes, cada programa se ensayaba en seco, el director le pasaba el texto a todos, incluyendo al locutor, también te orientaba cómo debías vestirte, peinarte y maquillarte (con los especialistas en el estudio), luego ibas al ensayo en cámara y, finalmente, salías al aire.

“Yo sé que ahora se vive a una gran velocidad pero estas cosas deberían seguir así. También pienso que esta es una profesión que es para vivir por ella no de ella (sé también que el dinero hace falta), hay que ponerle sentimiento, corazón, entrega, estar convencido para poder convencer, hacerlo cada día mejor, prepararnos, ponerle ‘bomba’. A veces, aunque usted se habilite, el tiempo le demuestra que no es lo suyo, que no puede enfrentarse a la profesión, que es demasiado, independientemente que nos dé una posición en la sociedad, que la gente nos reconozca en la calle… Pero una retirada a tiempo nos llenaría de dignidad y, de paso, contribuiríamos a mantener el prestigio, el lugar que siempre ocupó la locución cubana en Hispanoamérica.

Hay quienes abogan por una escuela para locutores, darle grados científicos a algo tan antiguo como sentarse frente a un micrófono y hablar. ¿No es mejor una buena formación humanística, un poco de técnica y punto?

Yo abogo también por esa escuela. Todas las artes se estudian por mucho más tiempo que un año. Los aspirantes a locutores saldrían mejor preparados. En algunas facultades de la universidad, afines con nuestra especialidad, la locución es una asignatura optativa, y cuando se gradúan los muchachos van para TV o Radio. ¿Qué pasa si no se quedan en las redacciones de esos lugares? ¿Están preparados para ejercer como locutores?

“Yo sufro cuando veo a mis muchachos hacerlo mal, cuando alguien los critica (creo que para un joven la crítica debe ser personal y si es pública, menos severa) y sabes que no los pierdo de vista, que los aconsejo y critico siempre para bien. Me gusta estar con la juventud. Amo a mis muchachos. Siempre tendrán en mí a una profe que los ayude pero no porque les dé 100 puntos después de verlos o escucharlos, sino porque les señale los defectos, los errores, es la única manera de que los eliminen. Creo que eso es lo que debo hacer y lo que tras pasar el tiempo me agradecerán.

¿Por qué no se embulla y regresa a la televisión?

Como te dije antes, en televisión es más fácil que acepten un rostro joven y bonito aunque no diga, aunque no transmita y eso no lo voy a cambiar, no es nada nuevo. Nadie me lo ha propuesto pero mira televisión y dime ¿qué rostro de mi edad ves? Ninguno. Soy muy feliz haciendo radio a pesar de que mi centro de trabajo desde antes de los 19 años fue la televisión. La pantalla gusta mucho a las personas. Mi tiempo pasó. Fue muy bueno. A pesar del tiempo que hace que me jubilé, no sabes cuántas personas en la calle me recuerdan y eso lo agradezco inmensamente. Valió la pena estar allí, al final tengo el cariño y el reconocimiento de pueblo, ¿puedo pedir más?

Dicen que su hijo es un chef de primera. ¿No le cogió el “gusto” a la locución?

En verdad, mi hijo siempre ha cocinado rico, cocinaba en casa pero no me dejaba ni un ajo. En Estados Unidos estudió en una universidad francesa y se graduó de Cocinero y Chef hace 6 años. Su afición por la cocina viene de mi mamá, de niño no salía de su lado. La locución nunca le gustó, es decir, nunca se inclinó por ella; la música en algún momento le interesó, su papá es músico, integra un trío y le enseñó algunos acordes en la guitarra y decía que el muchacho era afinado, pero la voz de mami habló más alto.

Por último, ¿de dónde nace ese amor por la música campesina? ¿Influye Santiago de Cuba?

Viene de Santiago, en parte. Papi hacía allá programas de música campesina. Cuando vinimos para La Habana vinieron placas de acetato que él escuchaba y música clásica que le encantaba. Mi papá fue el primer locutor que presentó a Celina y Reutilio, orgulloso vivía de eso. Yo hacía en televisión el programa Meridiano Campesino cuando era en exteriores, viajé mucho con ese programa. Me gustaba. En una de esas giras surgió un amor, de un poeta, entonces me gustaba más el género campesino. Ese amor fue lindo, de él guardo muchas décimas. Pero un día se fue y nunca volvió, entonces nunca fue mío y vale más ni hablar de eso, es pasado.

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