Entre tu y yo
- Detalles
- Escrito por: Yuniel Labacena Romero/Juventid Rebelde
- Categoría: Entre tu y yo
- Visto: 5584
Talento y versatilidad distinguen a la actriz holguinera Danay Cruz, quien interpreta a la joven Judith en Vuelve a mirar. «Siempre que me veo en pantalla me lleno de nervios y creo que puedo dar más», asegura
Si de algo se escucha hablar con insistencia en el amplísimo mundo de la actuación es de la flexibilidad del intérprete. La capacidad de adaptación o la cualidad para plegarse a supuestas circunstancias con desdoblada naturalidad. Dicho de otra forma, la escasa y pretendida versatilidad que, en lamentable frecuencia, pasa trastocada en actitudes ambivalentes de profesionales que prueban hacerlo todo sin éxito alguno.
Desde los palcos de tan rara virtud, en guerra abierta a las etiquetas, despunta una joven actriz que, para suerte de las artes cubanas, trae muchas maneras. A sus 26 años, la holguinera Danay Cruz, quien a los 15 comenzó a estudiar Actuación en la escuela profesional de arte Manuel Muñoz Cedeño, de Bayamo, abraza los escenarios con una preciada actitud todoterreno.
«He tenido la suerte de poder hacer varios personajes tanto en el drama como en la comedia. No me gustaría ser encasillada porque disfruto de ambos por igual… Creo que el buen actor es capaz de hacer perfectamente cualquier género», confiesa a Juventud Rebelde.
Danay con parte del elenco de la novela, la cual asumió «con algo de temor, pues era mi primera gran producción».Foto:Cortesía de la entrevistada.
«Disfruto actuar y aceptaría cualquier trabajo siempre y cuando sea coherente. A veces bromeo con que me gustaría hacer un buen personaje en una película de terror. El mayor reto es trabajar y trabajar. Aprovechar cada una de las oportunidades para que el teléfono no pare de sonar; creo que eso es lo peor que le puede pasar a un actor».
Danay hace reír con la autenticidad de su ocurrente «guasimitera», nos sorprende con una excepcional habilidad para el musical, y convence, además, con la interpretación de Judith, la nieta de Caridad en Vuelve a Mirar.
«Llegué a la telenovela mediante un casting. Lo asumí con algo de temor, pues era mi primera gran producción. En un principio fui escogida para el personaje de Aidana, la amiga de Karla. Más adelante me llamó la asistente y me dijo que la actriz que iba a interpretar a Judith no iba a poder hacerlo y habían pensado en mí. Me puse muy contenta porque era un personaje con más peso en la historia».
—¿Cómo fue la experiencia con actores tan reconocidos, en especial con Nieves Riovalles?
—Fue un placer trabajar con actores poseedores de una obra tan sólida. La verdad es que los jóvenes congeniamos muy bien con ellos y nos divertimos mucho. En mi caso, con Nieves Riovalles, mi abuelita Caridad, tuve una química increíble. Me sentí tranquila y arropada a su lado. Es una actriz experimentada que supo guiarme y ayudarme en todo momento. Fue una relación bonita; en algunas escenas le digo «Tita», y así es como realmente llamo a mis abuelas.
—¿Qué comparten Danay y Judith?
—Hay muy poco de Judith en Danay y viceversa. Es bastante cercana a mí en cuanto a la edad, pero muy diferente en la forma de actuar. Nos une el amor que siente Judith por su abuela, porque tengo también muy buena relación con las mías, las amo profundamente.
—¿Qué momentos o escenas disfrutaste más?
—Fueron las que grabé en la casa de Judith junto a Nieves. Considero que fue donde más aprendí y donde más relajada me sentí.
—¿Cuánta participación tienen los actores a la hora de construir sus personajes? ¿Cambiarías algo de tus interpretaciones?
—Soy muy exigente conmigo misma. Siempre que me veo en pantalla me lleno de nervios y creo que puedo dar más, pero estoy contenta con lo que he hecho. Queda mucho por mejorar y aprender. La libertad de los actores a la hora de crear los personajes varía según los procesos y los directores. Generalmente, se llega a un consenso. Por mi parte, he tenido la dicha de trabajar con directores muy asequibles que me dejan explorar.
—La misma novela y tu relación con Caridad disipan el mito de que las diferencias generacionales son insalvables. ¿Qué opinas al respecto?
—La sociedad cubana está aprendiendo a convivir con el envejecimiento poblacional. En la mayoría de los hogares los abuelos están presentes y por eso ha sido tan oportuna la novela. Las diferencias acaban cuando se aprende una convivencia respetuosa. Algo así como esa relación de Judhit y Caridad espero que deje de ser excepción y se convierta en regla.
—Dentro de ese colorido universo de la interpretación has puesto a prueba tus destrezas como comediante…
—Creo que el humor es algo inherente en mí. Me gusta hacer reír a las personas. Sabía que debía aprovechar esta cualidad, así que planteé explotarla. He tenido la dicha de hacer varias comedias en el teatro. Empecé con el personaje Lola Mento, en el programa de televisión Otto x Otto. Trabajé con grandes humoristas y me presenté por primera vez ante un público haciendo stand up comedy. No me considero humorista; es un título honorable, sobre todo por lo difícil que resulta hacer reír. Disfruto alegrar y entretener al público.
—El personaje Lola Mento ha sobrevivido al espacio humorístico para el que fue concebido. ¿Cómo nace esa tremenda chica? ¿Por qué sigues interpretándola?
—Lola Mento surgió para Otto x Otto, donde me dieron la oportunidad de crear un personaje para una sección. Nació con la ayuda de amigos, familia y, por supuesto, de Miguel Moreno. En verdad nunca pensé que tendría tanta aceptación ni que llegaría para quedarse. Es un personaje que he podido desarrollar con el tiempo. Volvió en 25 por segundo, un programa que se hizo para homenajear los 25 años del Centro Promotor del Humor.
«Una vez terminado este espacio decidí que el personaje no debía morir y probé en las redes sociales. Tengo una página (Lola Mento), una cuenta en Instagram (@lolamentoguasimita) y, recientemente, abrí un canal de YouTube (Lola Mento Guasimita). Desde estas plataformas he podido acercarme al público y he recibido muestras de cariño que jamás imaginé. Lola Mento ha sido una bendición en mi vida, creo que ya no puedo vivir sin ella. Me gratifica mucho cuando recibo una foto o un video de alguna niña imitándome. Le debo mucho a Lola».
—¿Qué piensas del humor que se hace en Cuba? ¿Crees que el hecho de ser mujer aporta (o dificulta) al ejercicio de la comedia?
—El humor cubano es una de las grandes polémicas contemporáneas en materia artística y audiovisual. Creo que el guion es fundamental, aunque las actuaciones pueden levantar un guion débil y sepultar a uno brillante. Hoy pasan las dos cosas. En mi humilde opinión, considero que no existe una crisis del humor en nuestro país, al contrario, en medio de tantas dificultades y carencias, florece. Es necesario ofrecer más oportunidades a quienes se suman, sobre todo a las mujeres.
«Preferiría ver el humor sin la división de género. Es más justo y abarcador. Por suerte ya no somos tan excepcionales, vemos nuevos rostros cada vez con más naturalidad, una tendencia que considero irreversible. El humor femenino exige talento y capacidad para escapar de estereotipos sexistas o comodines que buscan generar la risa con recursos que datan de una sociedad machista que estamos desterrando».
—Del canto y esa pasión por el musical que dejas ver en el cuento En el aire, ¿qué nos puedes contar?
—Siempre me ha gustado cantar. De niña quería ser cantante, pero a medida que fui creciendo sentía más miedo escénico. El mediometraje En el aire fue una gran oportunidad para desarrollar esta pasión. Nunca había hecho algo así, fue la primera experiencia en el musical y ojalá no la última. Fue algo diferente y lindo. Disfruté cada segundo, la verdad es que me sentí realizada.
—Desde tu criterio como actriz que aprovecha y expone su trabajo en los espacios que ofrece internet, ¿qué te parecen los debates en las redes sociales sobre los productos audiovisuales en transmisión?
—Son debates necesarios y, muchas veces, un medidor. Aportan mucho. Además, es bueno que el producto televisivo genere polémicas y controversias porque le da vida a la obra. Me divierto mucho leyendo los comentarios. Es un fenómeno nuevo e inevitable.
—¿Qué aspiraciones guarda Danay para su carrera profesional?
—Lo que más deseo es trabajar mucho, no tener limitaciones. Ser capaz de hacer cualquier cosa y poder llegar al público en cada una y, sobre todo, no ser encasillada.
—La televisión, el humor, el teatro… ¿te quedas con alguna?
—El teatro, sin duda; las sensaciones que se experimentan en un tabloncillo son incomparables. No puedo estar mucho tiempo alejada de las tablas, siempre me las ingenio para regresar.
—¿Qué esperas del público?
—Que reciba mi trabajo con el mismo amor con el que yo se lo dedico.
Danay Cruz y Victor González en la grabación de los animados de Yesapin García.Foto:Cortesía de la entrevistada.
Danay disfruta actuar y aceptaría cualquier trabajo siempre y cuando sea coherente.Foto:Cortesía de la entrevistada.
Danay disfruta con cada trabajo, bien sea drama o humor, pues cada uno le aporta un ángulo.Foto:Cortesía de la entrevistada.
Siempre que me veo en pantalla me lleno de nervios y creo que puedo dar más, apunta la joven actriz.Foto:Cortesía de la entrevistada.
Un gran familia fue para esta joven trabajar con actores poseedores de una obra tan sólida.Foto:Cortesía de la entrevistada.
Tomado de Juventud Rebelde
- Detalles
- Escrito por: Santiago Jerez Mustelier/Juventud Rebelde
- Categoría: Entre tu y yo
- Visto: 5078
Venecia Feria Borja se muestra segura y desenfadada en cada una de sus apariciones en pantalla o sobre las tablas. Se mete en la piel de sus personajes, los siente y, sobre todo, los devuelve con inteligencia y sensibilidad. Sobre ella dijera algo que pienso, pero si ya lo escribió Joel del Río en estas mismas páginas, entonces lo coloco en sus palabras: Es “de inmenso talento… se trata de una de las grandes actrices cómicas con que contamos”.
Descree aquello de que el humor cubano no está en sus mejores tiempos, tal y como plantean algunos. De hecho, lo asevera: “El humor siempre está en buen momento. Rehúyo pensar si antes fue mejor y ahora no. El humor se mueve con los contextos, con la vida, con el país, con las generaciones que van cambiando…, pero se mueve. ¡Ah!, lo importante es que los que lo hacemos nos sigamos preparando, trabajando… que no nos quedemos estáticos ni dejemos de probar nuevas cosas y evolucionar”.
Eso sí, tiene claro sus referentes, entre los que sitúa a mujeres como Candita Quintana, Consuelito Vidal, Aurora Basnuevo, Mimí Cal, Miren Ibarguren, Verónica Forqué y Mona Martínez. A hombres como al gran Osvaldo Doimeadiós y a Antolín el Pichón, a quienes admiraba desde que veía Sabadazo —su humorístico favorito— y con los que la vida le obsequió el privilegio de actuar después.
Quizá por esa escrupulosidad con la que se enfrenta a la comedia, es que Venecia Feria percibe que, a veces, las personas confunden el humor con el desparpajo y la falta de seriedad. Ella se toma su trabajo muy en serio y con rigor.
Confiesa que sufre el proceso de dar hálito a un nuevo personaje. Es como estar en una mesa de operaciones, donde urge la precisión quirúrgica y la pertinencia de saber cuál herramienta usar para diseccionar las luces y sombras de la historia que le tocó.
“No ansío ningún personaje en particular. Todos los que llegan a mí los recibo con calidez. Me pillan y yo los voy descubriendo. Me han llegado propuestas de personajes que nunca imaginé que haría y después que los conozco me enamoran”.
Por ello estudia mucho, se curte y ensaya hasta la saciedad. Poco le importa si el guion es dramático o desternillante. Lo acoge, lo apisona y lo trilla hasta que se queda con los granos que necesita para cautivar al público.
“No siento que me he encasillado. Una tiene el poder de elegir qué es lo que quiere hacer. Y yo me quedo con el humor; si me llegan propuestas de hacer comedia, entonces soy afortunada. A los actores nos pasa con frecuencia que nos dejamos llevar por lo que aparece y nos alejamos un poco de lo que en verdad queremos. Todo es cuestión de calma y de saber bien nuestras proyecciones”.
Al hablar de la significación de las tablas, un oasis especial y refrescante al que confiesa que no quiere ni puede renunciar, hay que remitirse a su natal Holguín, ciudad que considera una plaza cultural por excelencia y de donde siente que también le viene el gen del arte.
“Allí empecé desde muy pequeña, primero en la radio, en programas infantiles e informativos; luego los micrófonos me llevaron a la actuación, a través de mi profesora Liena Casanellas, con la que pisé por primera vez la escena junto al grupo para niños Alas buenas. Desde entonces no abandoné el teatro, aunque hice cosillas en el telecentro Telecristal, porque mi papá trabajaba allí y siempre andaba pegada a su mundo.
“El teatro es adrenalina. Disfruto muchísimo el contacto directo con la audiencia. Es escalofriante también porque cuando uno se presenta ante el auditorio todo puede pasar, siempre puede haber una sorpresa”.
Considera una suerte haber comenzado a hacer humor sobre las tarimas y con Etcétera, donde ha tenido muy buenas oportunidades de desdoblarse. “Eider (Luis Pérez Martínez, el director) me escribía las cosas a la carta, me complacía, tenía en cuenta lo que yo quería hacer y con lo que me sentía más cómoda. De esa fusión surgió el monólogo 120 enterabay, con el que conquisté el premio Aquelarre a la mejor interpretación femenina, y luego nacieron más proyectos juntos. Para mí, que estaba empezando, que estaba aprendiendo, aquello fue un regalo”.
Aunque reconoce que ningún camino ha sido sencillo, sí defiende que los artistas que se quieran dedicar al humor en Cuba tienen las vías para hacerlo. “Cuando entré en Etcétera, ya la agrupación pertenecía al Centro Promotor del Humor, que te brinda la posibilidad de superarte gracias a sus eventos teóricos y competitivos. El Centro… te encamina, te abre las puertas.
“Y si a ello le añades que casi todas las provincias tienen diversos certámenes para ir captando a los actores, descubriendo nuevos rostros… entonces se puede decir que habrá humor y humoristas para rato”.
Últimamente Venecia Feria es un nombre cotidiano en la pequeña pantalla. La hemos disfrutado en programas como El atracón, La hora de Noelia y Juntos pero no revueltos, en este último interpreta a Vicentina, de lo mejor que ofrece el espacio, a mi juicio.
Ser popular te somete al escrutinio de la gente, es estar en el centro del colimador constantemente. Saber sobrellevarlo es parte de la profesión. “He leído críticas de todo tipo, respetuosas y con fundamento, y algunas desacertadas, apáticas…, trato de mantenerme al margen, pero siempre buscando escucharlas, porque para ellos actúo”.
Hace poco encontré en Instagram un post de Venecia Feria que decía: “Tantos proyectos nuevos me emocionan, aunque no me dejan de dar miedo. Pero mejor iniciar y dejar que el final nos sorprenda”. Entonces hablamos vía WhatsApp —por donde transcurrió nuestra conversación— sobre cuáles son sus temores.
“Mi miedo es a no hacer lo que me gusta. Todo lo nuevo me da un poco de nervios. Me lanzo y lo hago. Lo importante es llegar al público. Siempre trato de hacerlo lo mejor que puedo y le pongo todo el corazón. Pero tengo que gozármelo. Si no, no lo gozan los demás”.
(Tomado de Juventud Rebelde)