Otras 15 personalidades de la televisión cubana obtuvieron el Premio Pequeña Pantalla
El reconocido realizador y periodista Daniel Diez Castrillo obtuvo el Premio Nacional de Televisión 2015 este 24 de octubre en el Memorial José Martí, en La Habana, durante un acto donde se entregó, además, el Premio Pequeña Pantalla a otras 15 personalidades de los medios audiovisuales cubanos.
Luego de recibir el reconocimiento, Diez mostró su agradecimiento a todos los presentes, hizo un bosquejo sobre su quehacer en la televisión cubana, y mostró interés por seguir aportando sus conocimientos y favorecer una programación más enriquecedora.
“A veces, cuando se entregan estos reconocimientos, se piensa que nos queda poco tiempo; pero yo digo que envejecer es como escalar una montaña.
“Creo que son los creadores los que hacen mala o buena la programación de la televisión. Me gustaría que a este medio se acercaran cada día más personas talentosas, que lleguen a dominar los aspectos fundamentales de su realización y deseen superarse. Hacer lo contrario sería destruir lo hecho hasta ahora.
“El periodismo es la profesión más bella y peligrosa que existe, y para ejercerla hay que tener una actitud ante al vida”, destacó el homenajeado.
Daniel Diez ostenta la Distinción por la Cultura Nacional, la Orden Juan Marinello, entre otros reconocimientos. Fue sonidista y musicalizador en más de 500 noticieros ICAIC Latinoamericanos y en alrededor de 50 documentales.
Fundó y dirigió TV Serrana, fue miembro creador del canal capitalino CHTV, y vicepresidente del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) desde el 2001 hasta el 2006.
El Premio Nacional de Televisión constituye el reconocimiento más alto que otorga la televisión cubana por la obra de toda la vida a creadores con una amplia trayectoria en el medio.
Por su parte, los artistas y realizadores que obtuvieron el Premio Pequeña Pantalla manifestaron su regocijo a esta publicación, y llamaron la atención sobre la necesidad de cuidar el talento televisivo y optimizar la programación.
Este reconocimiento se entrega a trabajadores e instituciones que han hecho aportes significativos a la televisión.
En el encuentro estuvieron presentes Rolando Alfonso, jefe del departamento Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba, Danylo Sirio, presidente del ICRT, Alfonso Noya, director general de la Televisión Cubana, Nereida López, secretaria general del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Cultura, entre otros directivos e invitados.
La parte cultural de la actividad contó con la presentación del trovador cubano Gerardo Alfonso.
Palabras de Daniel Diez Castrillo al recibir el Premio Nacional de Televisión 2015, el 24 de octubre de 2015, en el Memorial José Martí, en La Habana
Anhelo que cinematografistas y buenos escritores no desprecien la televisión. Si esta se desdeña, queda en poder de gente de menos talento. Si se reconoce que el medio es bueno hay que aprovecharlo. Vender un millón de libros es algo excepcional. En cambio, por televisión en una noche se puede llegar a diez millones de espectadores: a ese público hay que afrontarlo con ideas y calidad. La misma calidad que se lleva a la literatura
Gabriel García Márquez
Hermanos:
Cuando se entrega este tipo de reconocimiento siempre pensamos que le va quedando poco tiempo a esos dinosaurios, como diría el gran Zumbado en sus queridas y olvidadas “Riflexiones”; pero somos obstinados y seguiremos dándole al mundo audiovisual lo mejor de nosotros, porque: “Envejecer es como escalar una montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”, como diría Ingmar Bergman.
No hablaré en este momento de mis inicios en el mundo del audiovisual, trabajando en el cine junto a Santiago Álvarez en el noticiero ICAIC (Industria Cubana del Arte e Industria del Arte Cinematográficos), donde me hice sonidista, musicalizador, obtuve la Licenciatura de Periodismo y donde realmente aprendería a respirar la vida, para poder mirarla desde el arte; pero si debo asegurar que fue allí donde me vinculé a esos infatigables trabajadores del Control Remoto y el Informativo de la Televisión.
Un día pedí autorización para trasladarme al ICRT (Instituto Cubano de Radio y Televisión) y comencé a laborar en la Revista de la Mañana como Jefe de Información, periodista y documentalista. Creo que el periodismo cubano, después de la Revolución, puede hablar de antes de la Revista y después de ella, pues fue un tiempo en que tuvimos muchas posibilidades de hacer periodismo y de ofrecer una revista de televisión con todas las de la ley, sin recursos, pero con muchas ganas de hacer, claro que eso lo dejo a los que algún día estudien el desarrollo de la TV en Cuba; después, pasé a desempeñar el cargo de Director de Política Nacional del Informativo de la TV Nacional, desde donde solicité incorporarme a un taller de Director de Televisión, pues realizar era lo que más me interesaba.
Programas musicales, humorísticos, documentales, actos políticos y culturales. Durante tres años dirigí las emisiones del Noticiero Nacional de la TV, desde los tiempos en que se trabajaba con películas de 16 mm y las fotos se ponían en maquetas para ser tomadas con una cámara, hasta que llegó la nueva tecnología junto al video tape.
Pero, lo más importante, fue que comencé a llevar adelante uno de mis sueños, que era trabajar con comunidades en este caso obreras y realizar un programa llamado En pantalla, que analizaba la realidad económica y laboral de determinados centros del país. Recuerdo Planta Habana, los Ferrocarriles, la Cooperativa Agropecuaria Miguel Soneira en Güines, el central Uruguay en Jatibonico y otros que desgraciadamente fueron borrados de los archivos y que hoy servirían para mostrar a los nuevos periodistas algunos periodos importantes de nuestros servicios informativos de la TV, pues en ellos la comunicación se hacía dialógica, es decir, podían hablar los otros, los que pocas veces tienen un espacio donde hablar y decir lo que está bien y lo que está mal.
De pronto, el enemigo inventó Tele Martí y nosotros respondimos con CH-TV, desde un estudio improvisado en un piso del Habana Libre, con equipos de Cubavisión Internacional que dirigía Danilo (Syrio) y donde trabajamos en la formación de un grupo de periodistas que dieron continuidad al acercamiento crítico a nuestra realidad.
Tuve el honor de diseñar lo que debía ser este canal que hoy es el Canal Habana y entre las propuestas que hice estaba mi sueño de siempre, que era trabajar con las comunidades y en este caso era ir a los barrios para obtener en ellos los elementos culturales que las diferencian unas de otras, y que a su vez, conforman la gran comunidad que es la Ciudad de la Habana.
Alternaba con un espacio crítico en CH-TV, los programas con los equipos de control remoto y en la filmación de documentales para apoyar el sueño de un proyecto de TV para el Plan Turquino, en las montañas de la hermosa Sierra Maestra.
Para ese sueño me iba a la sierra durante meses durmiendo en casa de los campesinos, buscando un lugar donde sembrar esa idea en la que nadie creía y por la que otros me llamaban loco. Solo Manelo, quien en ese entonces dirigía el ICRT me acompañó, pero eran los días del Periodo Especial y no había recursos, hasta que la UNESCO apareció, aprobó el financiamiento para equipos, el Partido de la provincia y el Poder Popular dieron el espacio para situarla en la montaña, y un 15 de enero de 1993 subimos un grupo de locos a fundar la primera y única hasta ahora Televisión Comunitaria y Participativa del Plan Turquino: la Televisión Serrana. Otra vez el sueño del trabajo en las comunidades, con las comunidades y para las comunidades.
Televisión Serrana, 23 años después, sigue siendo el lugar lleno de magia donde viven seres hermosos, espacio donde se unen la poesía y la profecía, que son esenciales para la realización creativa de la realidad. Pero fue más, pues a través de ella pude vincularme al mundo audiovisual indígena de América Latina, que es parte de nuestra gran patria, y conocer de sus luchas y su cultura y entre los que nuestra experiencia es un referente de trabajo comunitario. Gracias, Sierra Maestra, a tus hombres, mujeres y tu espléndida naturaleza, por todo lo que me has dado y continúas ofreciéndome.
Nueve años después, me convocaron del Partido y regresé a mi Habana como Vicepresidente para la Creación Artística, esta vez pensando en la comunidad de creadores de la televisión reunidos en los Grupos de Creación, y busqué la manera de reanimar los festivales de televisión, en los cuales los artistas pudieran ver la obra de los otros y fomentar el espíritu de análisis crítico de la realidad televisiva, en aras de buscar soluciones para mejorar la puesta en pantalla, claro que para ello tuve que separarme del proceso creativo, por lo que en determinado momento (5 años) solicité la posibilidad de volver a realizar programas y documentales, e impartir clases en el Instituto Superior de Arte y en la Escuela de Periodismo de la Universidad de la Habana, que es lo que hago ahora con las comunidades de estudiantes del mundo audiovisual.
No voy a ser extenso, solo quiero retomar la idea inicial. Son los creadores quienes realizan mal o bien los programas de televisión, los dirigentes propician que este trabajo se haga con calidad y se guarde el respeto a una población que espera, aunque no lo sepa expresar, en algunos casos, un programa en el que al verse reflejado, sirva para informarse, distraerse y desarrollar la espiritualidad y la solidaridad humana.
Ojalá se acerquen a la TV hermanos y hermanas con talento, pero sabiendo que para trabajar en la TV y en la Radio es necesario conocer y dominar su abc, para después superarlo con puestas de mayor alcance creativo. Hacer lo contrario es destruir lo realizado.
Yo, por mi parte, seguiré pensando como periodista, que es la profesión más bella y peligrosa que existe, recordando que la universidad te entrega las herramientas para el trabajo, pero ser periodista es una actitud ante la vida y eso se tiene o hay que dedicarse a otra actividad.
Quiero terminar dando las gracias a todos los que de una manera u otra han contribuido a mi formación en el mundo audiovisual, y en especial, a los que han creído y creen en mí, fundamentalmente a mi Marlén, quien siempre ha estado a mi lado en las buenas y en las malas. Ella ha sido mi guionista, mi director asistente, mi productora, y sobre todo, mi querida novia. Gracias, flaca.
Los quiero y abrazo a todos los que en cualquier parte del mundo trabajan en ese bello lugar en el que se funden tiempo y espacio: la televisión.
En cuanto a ustedes, hermanos míos, parafraseando a Oscar Wilde, les digo: “Si no se demoran mucho, los espero toda la vida”.
Daniel Diez Castrillo