Repaso a la vasta labor de la talentosa actriz y locutora de radio, televisión y teatro cubanos

En este año 2015, la televisión cubana cumple sus 65 años y en el descomunal reservorio de hombres y mujeres que le dedicaron talento, aliento y consagración, hemos seleccionado a algunos fundadores de su etapa mercantil -todo el decenio de los 50 pasados- o de servicio público, desde 1960. 

María Catalina Morejón León -nacida el 13 de febrero de 1939- se hizo maestra por voluntad paterna, pero desde su temprana infancia reveló sus dotes para el arte y la comunicación, que le dio una empatía extraordinaria con sus públicos.

 

Aunque algunos solo la recuerdan como la conductora de programas televisivos, su vasto quehacer abarcó disímiles expresiones y ámbitos artísticos.

Como hija de españoles, la niña y adolescente recorrió las sociedades españolas capitalinas cantando y bailando desde los  años cuarenta del pasado sigl. Se incorporó a la Artística Gallega habanera, allí integró desde su fundación el Grupo de baile infantil “El sevillanito”, con el cual bailó reiteradamente en múltiples propuestas de la programación televisiva fundacional.   

La actividad radial cubana era tan fuerte que ni siquiera el atractivo de la imagen televisiva fue capaz de anularla. Por ello, en los propios años 50, Marianita participa en la Corte Suprema del Arte -concurso de aficionados al arte, organizado y liderado por  José Antonio Alonso en Radio Mambí- acompañada al piano por el maestro Rendón. Allí obtuvo el primer lugar cantando “El  beso”.

Para 1955, ya había abandonado su primera agrupación vocal -un quinteto- y era solista femenina en la orquesta española Conjunto Tome, que en la radioemisora Radio Cadena Habana -ubicada en el antiguo Centro Gallego- ofrecía regularmente un show en vivo, donde ella permanecería por varios años.

En 1956 se evalúa como cantante profesional. Pero ahí no termina su periplo artístico-comunicativo. 

En los años 60 pasados, los sistemas radiales y televisivos privados devinieron  estatales, abandonan el uso de estrategias comunicativas-comerciales, investigación aplicada y mercadeo destinados a generar ganancias en la programación mediática; así  asumen contenidos orientados a formar, informar, educar, elevar el nivel cultural y la sensibilidad artística, social y humana de una población inmersa en transformaciones raigales.

Mariana aprovecha el amplio horizonte interpretativo que se despliega ante ella y va creciendo en el arte con las oportunidades de superación que se suceden.

En 1969 egresa, junto a otros noveles colegas, de un curso de locución impartido en el Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), y de inmediato se incorporan a la televisión educativa en el Canal 6; leen los créditos finales de algunos programas o asumen el rol de alumnos frente a cámara.

En la propuesta sobre Literatura, el azar propició que un día Abel Ponce -su director- le asignara la cobertura de una profesora ausente y ello le valió una larga permanencia a Marianita en esa actividad.

Desde 1975 -junto a la locutora Conchita García- inaugura Listo Estudio, programa promocional del ICRT, donde cada mediodía, de lunes a sábado, se anunciaba la  programación televisiva y se entrevistaban a los numerosos artistas que la realizaban o protagonizaban. 

Aunque por este espacio desfilaron incontables locutores cubanos como Argelia Pera, Manolo de la Rosa, Edel Morales, Fernando Guardado, Roberto Fraga e Ibrahim Apud; la prolongada permanencia y la singularidad de su estilo, la marcó para siempre; convirtiéndola en sinónimo del mismo.

Durante 1981, se evalúa como actriz y por largo tiempo participa en numerosos géneros, formatos y actividades audiovisuales:

Actúa en San Nicolás del Peladero, en el privilegiado elenco del Teatro ICR y en aquel meritorio proyecto escénico Palco I, liderado por el maestro Armando Soler; donde recordamos su personaje de Jacinta en la zarzuela española “Los claveles”, actuando y cantando con un elenco de notorias figuras como el propio Soler, Coro, Ana Lasalle y Mario Martínez Casado.

Con los años, la Morejón y sus nuevas habilidades potencian sus primeros amores.

Por ello retorna a la vasta programación infantil de la época, donde asume las voces de animales y de personajes de carácter, o interpreta con voz de niña la cancionística más variada -sobre todo la española y la mexicana.

En su extensa e inconclusa lista de proyectos aparecen: Tía Tata cuenta cuentos, Cantando y bailando, Sábado 3, Juguete, Quiero saberlo todo, Amigo, Variedades infantiles y los afanes del títere Alele, son solo algunos eslabones audiovisuales que simultanea en la radio con la Ronda infantil y Hola amiguitos.    

Como si ello no bastara, en la locución llega incluso a suplir a una profesional tan carismática como Consuelo Vidal, en Detrás de la fachada. Además, recorre Juntos a las 9, Meridiano y Televista,  en muchas ocasiones escritos y dirigidos por  Guibert.

Durante los años 80, las relaciones entre la televisión cubana y la de los otrora países socialistas europeos estaban en su apogeo. Una vez al año, numerosas plantas celebraban El día de Cuba, con la participación de nuestros mejores comunicadores televisivos y otros artistas en un verdadero jolgorio cultural. En 1985, la designan a ella. 

Fuera de la televisión, también desplegó sus capacidades artísticas. En numerosas ocasiones actuó detrás del telón moviendo o poniendo voces a los títeres en las funciones habituales del Teatro Guiñol nacional.

Entre las actividades que mantuvo por largas temporadas estuvo la animación cultural y la canción en restaurantes y cabarets: Ejemplos: El cortijo, Ranchos, Copacabana, Chateau Miramar, Dos gardenias, Meliá Cohiba en La Habana y en Matanzas; en el hotel El valle y en la Fiesta de la colla. 

Tras su jubilación, a mediados de los años 80 del pasado siglo, en dúo singular con el guitarrista Rene López desde La bodeguita del medio, motivan al canto y a la  interpretación de determinados instrumentos musicales a los asistentes al  establecimiento.   

En esos años también realizó diversas actuaciones en Venezuela, en TV Antioquia de Colombia y en España.

Esta laboriosa y talentosa mujer poseía una simpatía singular y contó con el respeto y la admiración de todos. Ello explica que entre sus múltiples premios obtuviera el Girasol que la revista Opina asignaba mediante encuesta popular a los artistas preferidos del país.

Las gratificaciones recibidas en toda su vida profesional no le hicieron perder su  humildad. Hasta el último momento de su vida tuvo en alta estima el cariño de su pueblo, y amó a Cuba, donde descansa definitivamente.

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