La Industria Cultural de la primera mitad del Siglo XX, involucra a diversas manifestaciones artísticas en múltiples productos comunicativos y culturales que aparecen en Medios de Comunicación. Por ello, en ella repercuten también variadas disciplinas y ámbitos como la Economía, la Historia, la Política, la Tecnología y el Arte, ya sea en los soportes impresos (Periódicos, Revistas Especializadas, etc.) la Discografía, El Cine y finalmente los electrónicos, es decir, la Radio y la Televisión.
Esta yuxtaposición e imbricación múltiple generó un fuerte entramado que a veces resulta difícil deslindar. El mismo fenómeno se reprodujo con el Teatro, especialmente aquel que aunaba la Dramaturgia, la Música, la Actuación y la Danza como la Opera, la Opereta o la Zarzuela, sin dejar por ello de dar cabida a la más pura actuación que se materializaba en la representación, por ejemplo, de una tragedia griega clásica.
La creación y desarrollo de espacios culturales y de las manifestaciones artísticas en las dos primeras décadas del Siglo XX cubano consolidaron, como apreciamos en el artículo anterior, los pilares esenciales para la proliferación de teatros y para el auge de diversas manifestaciones de agrupaciones nacionales y extranjeras especializadas en la interpretación actoral. Como un derivado natural de este proceso se sumó como disciplina la enseñanza artística, que también devino uno de los ejes del desarrollo ulterior de los géneros dramatizados, primero en la Radio y más tarde en la Televisión cubanas.
Las condicionantes del entorno cultural, fundamentalmente en La Habana, generaron las tendencias de los géneros de programación radiofónica y televisiva, en especial aquellos que implicaban la dramatización de una historia de ficción, llamados inicialmente programas hablados y luego géneros dramáticos.
En 1922 se había inaugurado oficialmente la primera emisora cubana y para 1929, cuando se produce el crack bancario y la crisis económica en EE.UU., ya proliferaban en todo el territorio nacional diversas plantas radiales. La mayor concentración de ellas se encontraba en La Habana, y en ello tenia mucho que ver el carácter comercial de los Medios de Comunicación y su condición como capital del país, con el mercado mediático de mayor tamaño y de mayor poder adquisitivo.
Esta crisis económica repercutió directamente en Cuba y en nuestro ámbito cultural y teatral trajo como consecuencia inmediata el cierre de la mayoría de los teatros que provocó el flujo de la mayoría de este personal especializado, en el caso de los cubanos y los extranjeros radicados en la isla, a otros espacios y ámbitos, en busca de financiamiento personal.
En este complejo proceso, estos factores a que nos hemos referido, influyeron decisivamente el traslado del drama a los ámbitos electrónicos radiofónicos. Por tales razones, la década del 30 del Siglo XX, fue vital en la creación y estabilización progresiva de espacios radiales donde, mas allá de la Declamación, actores y actrices comenzaron a interpretar libretos con historias de ficción de variados formatos, modelos y temáticas.
Es aproximadamente en este momento histórico cuando se dieron los primeros pasos para el surgimiento y evolución del que luego seria llamado el Cine de Oro mexicano y argentino, que en Cuba no alcanzó igual desarrollo, en la medianía de la primera mitad del Siglo XX. En su lugar, se produjo el despegue de nuestra industria radiofónica, que en corto plazo devino paradigma en Ibero América, desplazando así a los ámbitos no electrónicos, que hasta entonces eran el centro de atención cultural, nacional e internacional.
La Radio y la Televisión cubanas, cada una en su momento de gestación y de consolidación, asimilaron lo que más valía y brillaba del talento artístico de nuestra sociedad, que ya para entonces se llamaba y se sentía cubano al ciento por ciento, pese a su fuerte raigambre española.
El teatro cubano había creado una solidez en la interpretación y en el montaje dramaturgico de las obras más diversas y este factor fue clave, cuando consideramos que esa madurez venía precedida por una fusión cultural múltiple donde se imbricaban el talento europeo y lo más descollante del arte en el Nuevo Continente.
Este entorno generó también el desarrollo de las artes escénicas en una vertiente muy especial: la enseñanza artística.
La enseñanza artística en nuestro país se había iniciado por aquellas figuras que de una u otra forma, orientaban artísticamente a los que ingresaban a estas actividades y luego se materializó institucionalmente en las Academias de Arte que priorizaron mayoritariamente la especialización en las Artes Escénicas y en la Danza, como rasgos ya muy especiales de nuestras raíces culturales. Otra arista del proceso se dió en las pequeñas salas teatrales donde profesionales y alumnos practicaban juntos en funciones regulares que servían de ejercicio docente práctico evaluativo para vencer un currículum que les permitía ingresar como profesionales a la actividad.
El desarrollo estable de algunas academias o grupos especializados en la enseñanza de las Artes Escénicas, con sus clases de actuación, declamación, canto y danza, devino la fuente nutricia de la programación de los Medios electrónicos cubanos, primero de la Radio y luego de la TV.
De los teatros y salas teatrales cubanas provinieron los directores artísticos de los cuadros de comedias radiales, término genérico con el cual se denominó la agrupación del elenco encargado de la declamación o interpretación de la ficción radial, antes de que surgieran las primeras obras teatrales cubanas y universales adaptadas a la Radio, es decir los adaptadores; pero también los protagonistas de estas obras teatrales en sus versiones radiofónicas, es decir los actores, actrices, musicalizadores y dramaturgos que en continuo flujo, eran captados por su reconocido prestigio, por estos medios masivos con tanta cobertura como eran ya la Radio, primero y luego la TV .
Fue precisamente en la década del 30 del Siglo XX, cuando, junto al auge de la enseñanza artística surgió en la Radio cubana un tipo de programa, que fusionó dos necesidades: satisfizo la necesidad de audiencias de los patrocinadores de las emisoras y devino descomunal gestor de la promoción y la extensión cultural cubana e incidió directamente en el fortalecimiento del elenco y de la consolidación de nuevos géneros y tendencias de modelos de programas radiales.
Nos referimos a aquellos famosos concursos radiales donde artistas no profesionales o jóvenes aficionados principiantes, jóvenes y artistas menos jóvenes no profesionales, competían en diversas manifestaciones, que considerando la exigencia estrictamente auditiva de la Radio, se concentraban en la interpretación musical y en la Declamación, considerada entonces el primer escalón para medir las aptitudes para la Actuación.
Esta búsqueda de talentos culturales para fortalecer el personal especializado de las emisoras radiales, se inició en la década del 30 y se extendió durante casi dos décadas, fundamentalmente en emisoras como El Progreso Cubano, RHC (Cadena Azul) y CMQ Radio, en espacios como La Escala de la Fama y la Corte Suprema del Arte, que rebasaron en su actividad cotidiana al estudio radial y a la transmisión especifica de un programa, lo cual incrementa su trascendencia histórica y cultural, en el desarrollo de los géneros dramatizados en las ultimas décadas del Siglo XX cubano y que como era habitual, se reprodujeron al surgir la Televisión en 1950.
En próximos artículos analizaremos con ustedes algunas aristas de estas dos tendencias, que alcanzaron en las décadas del 30 y el 40 del pasado siglo connotaciones muy especiales: La enseñanza artística en especialidades vinculadas a los programas radiofónicos y televisivos dramáticos y los concursos radiales para captar talentos.