La historia de la Radio y la Televisión cubanas tiene, entre sus peculiaridades, una fuerte tendencia de programación cultural matizada con proyectos y espectáculos diversos que fundieron desde los géneros, temas y manifestaciones artísticas, que en el momento de su surgimiento y desarrollo estaban reservadas para una minoría, que al adaptarse a estos medios electrónicos por su amplia cobertura a escala nacional, potenció su propagación en toda nuestra sociedad, hasta aquellos que integraban el imaginario cotidiano de los públicos mas populares.

Esta tradición presente en nuestros medios en su etapa comercial, se multiplicó constantemente en muchas dimensiones y sentidos desde que nuestros medios de comunicación pasaron a ser de servicio público y de propiedad estatal.

Hoy les proponemos analizar algunos momentos significativos del periplo de estas matrices culturales provenientes de disímiles espacios y soportes comunicativos cubanos, que nutrieron inicialmente a la Radio en lo que entonces denominaron espectáculos hablados y que hoy llamamos géneros dramatizados.

Este proceso de transculturación mediática permitió al Teatro, la Narrativa, la Poesía, la Danza y la Música, en sus más polifacéticas formas, echar raíces en nuestra tradición radiofónica primero y luego en la Televisión.

Decimos transculturación, término creado por el antropólogo cubano Don Fernando Ortiz en fecha bien temprana, porque nuestra Radio y Televisión, surgidas y desarrolladas con fines comerciales hasta 1960, fueron herederas de los modelos creados en la TV comercial estadounidense, pero crearon una programación con formatos y temáticas propias, que tuvo la virtud de NO contentarse con la simple reproducción de estos modelos, sino que añadió otros elementos y códigos muy propios de nuestra tradición, entorno y raíces culturales. De esta forma generaron también nuevos formatos, contenidos y recursos expresivos artísticos muy propios de la raigambre historia latinoamericana, en muchos aspectos, desde entonces, divergente a la producida en el mercado anglosajón.

Solo una mirada multidisciplinaria y multisectorial puede arrojar luz sobre este proceso producido en la Radio cubana y que luego se reprodujo, con otros significados y significantes en nuestra Televisión.

En somero análisis de las tres primeras décadas del Siglo XX cubano, muestra una población con un fuerte componente de inmigración española, que por diversos procesos político-históricos eligieron a Cuba como lugar de residencia con la esperanza de hacer fortuna. Este fenómeno generó el predominio de los inmigrantes en la esfera laboral, económico-productiva, pero también en las esferas intelectuales y artísticas.

En fecha tan temprana como la década del 30 de nuestro Siglo XX, hubo necesidad de dictar una Ley por la cual, la contratación laboral en este país debía equilibrarse a un 50% de igualdad de oportunidades para los cubanos y para los inmigrantes, pues en muchos casos, estos últimos sobrepasaban significativamente esta cifra, creando un evidente desempleo entre los cubanos.

Desde el Siglo XIX cubano, criollos e inmigrantes habían desarrollado fuertes sectores económicos como el azucarero y cafetalero devenidos soportes de una burguesía con gran fortaleza económica, que aunque echaba las raíces de sus intereses económicos en un archipiélago que progresivamente dejó de sentirse español, miraban hacia Europa en todo lo referente al arte, el intelecto y el pensamiento.

José Martí retomó y extendió esta vocación universal de la espiritualidad en los cubanos a dimensiones profundas e integrales, cuando habló de una República y una cultura con fuertes raíces en nuestras especificidades nacionales y regionales, pero insertada en el resto del mundo.

Al comenzar el Siglo XX cubano, aristócratas de variados abolengos se mezclaron con la alta burguesía que emergió desde la creación de la República y continuaron como mecenas contemporáneos, la tradición de traer a Cuba por iniciativa privada los mas afamados artistas y compañías europeas en artes tan selectas como la interpretación musical instrumental, el Canto, el Teatro y la Literatura tanto en forma independiente o fundida en géneros como la Opera, la Zarzuela y el Ballet, por solo citar tres ejemplos. Por eso no era de extrañar que lo mismo visitaran La Habana, un Caruso o una Anna Pavlova o una Isadora Duncan.

La Habana, devino una de las plazas culturales más importantes de Ibero América y por aquí desfilaron importantes compañías de diversas nacionalidades entre ellas las españolas en mayor medida, que representaban obras del Teatro español de los denominados Siglo de Oro (Calderón, Lope de Vega), o de la época gloriosa: Benavente, Hermanos Quintero, Pérez Galdós, Ignacio Iglesias, Joaquín Dicenta, José M. Linares Rivas y Angel Guimera.

Muchas de ellas fundamentalmente españolas y mexicanas, hacían temporadas de 3-4 meses especialmente en nuestra capital, entre las que podemos señalar las siguientes:

Españolas de: Jesús Herrero Tordecilla; Margarita Xirgu [1]; Maria Tuban; Pepita Serrador; Gregorio Martínez Sierra; Lope de Vega; Arrechavaleta; Alejandro Ulloa; Cabalgata con Maria Fernanda Ladrón de Guevara; Mexicanas; Prudencia Griffel; Esperanza Iris; Magda Haller; Argentinas: Francisco Petrone.

A este multifacético proceso fundacional se unieron compañías formadas por cubanos, también que funcionaban por temporadas entre las que podemos mencionar las de: Mario Martínez Casado, Enrique Arredondo, Roberto Rodríguez, Robreño y Hernández; Miguel de Grandy; Pototo y Filomeno; Garrido y Piñeiro y otras.

La presencia de estas compañías teatrales extranjeras y las radicadas en La Habana presupone la existencia de teatros y un movimiento teatral precedente que había creado en el ámbito nacional con un grupo de especialidades afines donde se fundieron fundamentalmente los españoles radicados en la isla y los cubanos.

En las dos primeras décadas del Siglo XX cubano, las carpas ambulantes que representaban obras teatrales en La Habana, se unían a los espacios fijos especializados en sus mas diversos géneros entre estas locaciones destacamos las siguientes:

Teatro Alhambra: Compañía de Regino López. Revistas musicales escritas para el público masculino por los Robreño y Federico Villoch, con la música criolla de Jorge Anckerman, Mauri, Varona y Palau. Hacían frecuentes excursiones a otros teatros como el Payret, haciendo adecuaciones de sus chistes pletóricos de picardía, sensualidad y erotismo.

Teatro Payret: La Compañía de Zarzuelas del sainetero cubano Agustín Rodríguez, representaba obras con elenco cubano.

Teatro Martí. Hacia puestas en escena de obras cubanas del género bufo o vernáculo.

Teatro Nacional: [2]

Acogía a las numerosas compañías extranjeras entre ellas se destacó la italiana de Mimi Aguglia y Giovanni Graso.

Teatro Cervantes (Paseo del Prado)

La Compañía de Alejandro Garrido y Soriano Biosca, tuvieron como figura principal a la cubana Enriqueta Serra y se sumó a las funciones de homenajes a artistas.

Teatro Principal de la Comedia

Compañía española de José Rivero, con la primera actriz hispana Amparo Alvarez, que actuaba y brindaba charlas frívolas a las damas, amenizadas por pequeños formatos musicales clásicos.

A ellos se sumaron la Sala Espadero y el Teatro Actualidades.

Forman ejes importantes de esta primera etapa del Siglo XX en el Teatro cubano, la Compañía Teatral de Arquímedes Pous y la Sociedad Pro Arte Musical, siendo esta ultima quien invitó a Cuba a los más afamados cantantes y compañías operísticas de la época.

Vale recordar que hacia 1910 se había creado la Sociedad Pro Teatro Cubano que inició un movimiento literario y teatral que perseguía la expresión propia de nuestra cubania en la escena habanera dentro de los moldes tradicionales del drama. El catedrático Salvador Salazar, con el aporte de José Antonio Ramos y Gustavo Sánchez Galárraga, nuclearon a un grupo de intelectuales, artistas y profesionales que se dieron a la tarea de crear una expresión teatral distinta al género bufo.

Ello generó que las piezas de autores criollos noveles a los cuales hasta entonces les estuvieron vetados los escenarios copados hasta esa fecha por el bufo, la zarzuela, la opera y las obras teatrales europeas.

En ese empeño, se sumaron Enriqueta Serra, primera actriz de la escena cubana, en una memorable temporada que duró años y que se inició en el Teatro Politeama Chico[3] y continuó en el Teatro Principal de la Comedia con otras actrices como la mexicana Celia Adams y la notable figura española radicada en Cuba, Pilar Bermúdez, que actuaron como protagónicos con la propia Enriqueta.

En 1929, el Teatro cubano recibió la conmoción de la crisis económica en EE.UU. y todas los teatros se cerraron. Es precisamente esta coyuntura histórico-económica la que devino factor determinante en el desplazamiento de significativas figuras del teatro cubano hacia la Radio, que había sido fundada en Cuba durante 1922[4] (4), pero la que aun no contaba en su programación con los espacios dramatizados.



[1] Margarita Xirgu.
Existe un Premio en México al Teatro radiofónico que lleva su nombre. También un Concurso Internacional con su nombre.

[2] Politeama Chico. En el edificio de la Manzana de Gómez, en la parte céntrica de la capital cubana.

[3] Teatro Nacional.
Frente al anterior, en la parte céntrica de la capital cubana. Hoy García Lorca, sede del Ballet Nacional de Cuba.

[4] Surgimiento de la Radio en algunos países:
-27 de Agosto de 1920, Argentina
-19 de Agosto de 1922, Chile
-22 de Agosto de 1922, Cuba
-14 de Noviembre de 1924, España
-22 de Marzo de 1925, Japón

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