En 1950, cuando comienza operaciones la primera televisora cubana, la participación del Estado en la expansión del arte académico recaía en unas pocas instituciones subsidiadas con un exiguo presupuesto gubernamental.

En contraposición, la dispersa red instituciones, academias o fundaciones  privadas multiplicaban la enseñanza artística y la promoción cultural y aunque habían sido  creadas esencialmente para disfrute de las elites, sus estrategias de extensión cultural posibilitaron el acceso a individuos provenientes de clases sociales menos favorecidas económicamente.

El sistema televisivo comercial cubano, entre 1950 y 1953, inauguro tres plantas en La Habana, la mayoría de las cuales desde su primera etapa aspiraban a convertirse en cadenas nacionales. La cifra fue en ascenso, al punto que entre 1950 y 1958, Cuba estableció records iberoamericanos de concentración de televisoras en la capital de la nación y en su expansión por todo su territorio.

La pujante competencia por las cuotas de audiencias y anunciantes se centro en los contenidos y en el sistema de estrellas. Por ello, nuestro video dio continuidad al legado radiofónico apropiándose de las más diversas matrices culturales fueran estas elitistas o populares. Así, manifestaciones que hasta entonces disfrutaban los que asistían a los teatros - sobre todo de la capital- se esparcieron al resto de las provincias; enriqueciendo el acervo cultural-espiritual de cubanos pertenecientes a los más heterogéneos segmentos poblacionales. [1]

A su favor estuvo, la avidez de la industria electrónica norteamericana que buscaba  consolidarse en nuestro mercado y por ello aplico una descomunal ofensiva comunicacional, diversifico precios-marcas y estableció la política de créditos a plazos que propicio el aumento de la tenencia de equipos receptores en diversos segmentos poblacionales.

Durante esta primera década, las empresas mediáticas eluden el alto costo que significaría un cuerpo de baile propio en cada televisora y contratan a las compañías danzarias que animaban los espectáculos nocturnos habaneros o tenían una intensa actividad en las diversas academias de danza o ballet clásico para adultos o infantes, que actuaban en los teatros.

Entre 1951 y 1954, entre las más demandadas estuvo El ballet de Alicia Alonso, que con  sus solistas, coro o sección infantil; enriquecían múltiples proyectos televisivos, aunque su directora y fundadora, en pleno ejercicio balletistico, no había bailado aun en nuestros estudios.

Ya en 1955, el columnista Alberto Giro del Diario de la Marina, se preguntaba la razón de esta ausencia en nuestra pantalla, cuando nuestras televisoras pagaban altas cifras por la presentación de estrellas foráneas.

Ricardo Florit propone invitarla a la revista musical-humorística El Casino de la alegría, patrocinada entonces por los cigarros Edén, transmitida los  miércoles entre 8.30 y 9 p.m., por el Canal 6 (CMQ TV) y donde,  habitualmente asistían los mejores talentos nacionales y extranjeros. [2]

Pese a la preocupación por el posible rechazo popular a su actuación, la aprobación fue unánime. En las gestiones finales fue decisivo el maestro González Mantici. A su solicitud, la artista afirmo: Quiero bailar por la televisión para llegar a todos los que son amantes del ballet, para los que lo conocen y para los que solo han oído hablar de el.

De esta forma, el  9 de enero de 1955, Alicia e Igor Youskevich[3] compartieron la difusión directa al aire de Coppelia, con el acompañamiento al piano nada menos que del prestigioso  maestro Ernesto Lecuona. En esta edición participan otras personalidades de las Artes Escénicas y de la televisión: Alberto Alonso, crea la coreografía; la música la interpreta la Orquesta de CMQ, dirigida por el maestro Roberto Valdés Arnau y Enrique González Mantici; Roberto Miranda asume la producción  televisiva del espectáculo y dirige las cámaras en el estudio adicional donde se realiza la danza y Jorge Ignacio Vaillant, es el director del espacio.

Su resonante impacto los lleva a presentarse nuevamente el 9 de febrero,   interpretando Sinfonía Clásica de Sergei Prokofiev, actuación que la revista Bohemia del 20 de febrero posterior,  califica como: una búsqueda óptima y una interpretación  adecuada al espacio reducido de un estudio televisivo.

Al culminar el programa muchos televidentes llamaron a la planta para felicitarla por lo que suponían,  era una película.

En el reportaje de Bohemia se comento además:

El más deslumbrante acontecimiento artístico ante nuestra televisión ocurrió el miércoles de la semana anterior. Alicia escribió con sus gloriosas zapatillas en punta una fecha inolvidable para la televisión.

(…) como mentís de los que afirmaban que al pueblo solo gustaba el mambo o el cha cha cha; el pueblo sintió emoción, extraordinaria mezcla de éxtasis y asombro mientras Alicia y las cuatro jóvenes, dibujaban con eurítmicos y difíciles movimientos de la extraordinaria coreografía de Alberto Alonso.

Dijo un hombre del pueblo: - Esta mujer es maravillosa. No en balde había oído hablar tanto de ella-.

La obra se inspira en una serie de complicados movimientos que representan sonidos, con una interpretación áspera y difícil que requiere de una técnica depurada.

Posteriormente, los días 16 y 23 de febrero reeditan Giselle y El lago de los cisnes[4], ocasiones de privilegio donde una vez más comparten con Lecuona.

Ese año, por sus actuaciones en el Casino de la alegría, Alicia recibe un premio especial de la asociación de críticos de radio y televisión.

La activa práctica cultural de Alicia y de su compañía rebasa los ámbitos mediáticos:

Entre marzo y abril; baila con su agrupación en el cine-teatro Radiocentro, propiedad del emporio CMQ; en mayo, interpreta Giselle en el Stadium Universitario, patrocinada por la cerveza Polar, con entrada gratuita.[5] En junio su ballet se presenta en el Teatro América y en julio, lo hace en el II Festival Universitario del arte.

Mientras esto sucede en Cuba, la Alonso e Igor reinan en los teatros y cines de EE.UU., alcanzando gran repercusión en la prensa nacional e internacional.

El 25 de junio de 1955, Alicia fue invitada a Esta es tu vida, programa que la cadena norteamericana NBC, dedica a figuras relevantes, patrocinado por los cosméticos Hazel Bishop.

En la televisión cubana,  para julio de ese año, el ballet de Alicia se presenta en el programa de los domingos a las nueve de la noche y el 19 de octubre, la artista recibe  un homenaje en el Hotel Nacional.

Desde ese año Alicia y su ballet mantienen una intensa actividad televisiva:

El 2 y 9 de mayo, y el 9 de junio de1956; reaparecen en El Casino de la alegría, donde repiten El lago de los cisnes,  mientras que en Telemundo, Ibrahim Urbino[6] la entrevista para Entre luces y micrófonos, los sábados a las siete y treinta de la tarde.

Cuando el gobierno batistiano crítica su viaje a la U.R.S.S., y como represalia, le retira la pequeña subvención estatal a su Ballet, la respuesta no se hizo esperar: El sábado 15 de septiembre de 1956, a las 8.30 p.m., en el Stadium Universitario,  el estudiantado le ofrece un desagravio y ella danza con su compañía, con entrada libre del público.

En reto evidente, el 10 de octubre, en El Casino de la alegría, Alicia interpreta Las bodas de Aurora,  del ruso Tchaikoswki, que la prensa califica como: otra forma de hacer arte y en ese propio mes, la UCRTD, la incluye entre los valores televisivos del año en la categoría de bailarina.

Entre sus numerosas comparecencias en el video,  también se recuerda cuando el 6 de julio de 1957,  Gaspar Pumarejo la entrevista para Escuela de televisión, antes de su partida a California donde montaría un ballet.

El triunfo revolucionario de 1959; redimensionan a Alicia y su ballet, en nuestra  sociedad:

El 14 de agosto, Álbum musical Phillips – precedente del Álbum de Cuba- difundido  de lunes a sábado entre 7.l5 y 7.30 p.m., por el Canal 6, presenta a Aurora Bosch, una de sus alumnas.[7] El l5 de enero de 1960, en el noveno aniversario del programa, Víctor Álvarez y Ada Zanneti interpretan algunas escenas. Una vez más, grandes pianistas cubanos como Adolfo Guzmán y Rafael Somavilla acompañan al dueto mientras Margarita Prieto y Fernando de Villavicencio asumen la animación.

Cuando el 27 de marzo de ese año se celebra en la Habana, el Festival Internacional de Ballet, Alicia organiza representaciones en la Plaza Cívica- actual Plaza de la Revolución-y en el Teatro Auditórium; funciones transmitidas de manera diferida por el Canal 2, en lo que la prensa califica como: un regalo de arte para el pueblo. En mayo siguiente, esa televisora estrena Despertar, ballet de Fernando Alonso, con la coreografía de Enrique Martines, música de Carlos Fariñas y la producción del Ballet de Alicia.

Esta es solo una muestra de las primeras presentaciones de Alicia Alonso y de su compañía en la primera época de la televisión cubana, ejercicio que año tras año se ha multiplicado.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


[1] Aunque el sistema televisivo cubano en su etapa comercial; se apropia del ballet clásico desde 1951, haciéndole un recurrente atractivo de su programación, el Canal 2 mexicano, solo en agosto de 1958,  estudia la posibilidad de su presentación en la pantalla.

[2] El contrato de Alicia en el Casino de la alegría, ascendió a la astronómica cifra para la época,  de dos mil pesos por actuación.

[3] Su compañero de baile durante muchos años en Ballet Theather de New York. Alicia y el trabajaron juntos por mas de un decenio y esta bailarina y directora artística lo reconoce como el paradigma masculino del estilo generalizado por la Escuela cubana de ballet.

[4] Estrenado por vez primera en América Latina, el 24 de enero de 1954, en La Habana.

[5] El canal 2, intenta televisarlo pero la artista lo declina,  temiendo que la excesiva iluminación rompa el espíritu del segundo acto.

[6] Fundador de la emisora 1010 y animador en RHC, Cadena Azul, de una propuesta homónima.

[7] Con los años considerada una de las cuatro joyas de la Escuela cubana de ballet. Muchos de sus  alumnos no continuaron en la disciplina. Ese fue el caso de la actriz y locutora Violeta Casals, quien viajo a México en enero de 1952, para estrechar lazos con el Teatro Universitario azteca y que transito el teatro, la radio y la televisión nacional. Durante la insurrección de esa década, desde la Sierra Maestra, devino locutora de Radio Rebelde.

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