Los sesenta en el desarrollo cultural cubano se insertaron en un marco de relaciones internacionales de índole social, política y cultural que marcaron la ruptura con el establisment y el conservadurismo.
De ahí que las palabras de la doctora Graziella Pogolotti nos avalan este momento al destacar:El triunfo de la Revolución Cubana se producía en un punto de giro de la historia, cuando los caminos parecían bifurcarse, y se inscribía, a pesar de haber surgido de manera autónoma, en un panorama internacional caracterizado por señales de cambio y por una identificación del debate de ideas. Proyectada hacia el mundo exterior, la Isla, hasta entonces circunscrita a su condición periférica, se convertía en una imagen simbólica de una realidad política con repercusiones en el campo cultural.
Los intelectuales cubanos provenían en la etapa naciente de la Revolución de disímiles grupos estéticos y político-sociales, construidos identitariamente desde la resistencia cultural en contrapunto con el modelo neocolonial. Armonizaban en el tiempo de edificar una sociedad para resemantizar en ella las estrategias de vivir y de coexistir.
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