Un proyecto para enseñar a niños diabéticos y otros infantes cercanos a aquellos ha trascendido la capital cubana para llevar nuevas lecciones de vida a muchos pequeños latinoamericanos
Las experiencias del taller de audiovisuales “Convivencia Fílmica” fueron expuestas por los realizadores cubanos Yaima Junco y Arian Fernández-Larrea en el panel “Producción audiovisual para niñas, niños y adolescentes en América Latina y el Caribe”, durante el 27 Vigesimoséptimo Encuentro “El Universo Audiovisual de la Niñez Latinoamericana y Caribeña”, celebrado en La Habana.
Con este proyecto, ambos realizadores del Canal Educativo enseñan a un grupo de niños a trabajar con el audiovisual, el cual asumen como un nuevo recurso expresivo. “De esta forma ponemos las herramientas en sus manos, para que ellos mismos sean capaces de expresar a otros infantes y a los adultos lo que realmente desean”, indicó Yaima Junco.
“Queremos que los comunicadores sean los niños, que sean capaces de crear desde el principio hasta el final sus materiales audiovisuales. Esta es la máxima del proyecto, donde son los pequeños quienes expresan cuanto sienten y quieren”, agregó la joven creadora.
Este proyecto se encuentra ubicado en el Centro de Atención al Diabético (calle 17, esquina D, Vedado) en La Habana, pues trabaja con niños diabéticos fundamentalmente, y con otros que son familiares o amigos de aquellos.
A juicio de Junco, “esto hace posible otra de las máximas del proyecto: eliminar la discriminación del niño diabético, que en el ámbito familiar y escolar son discriminados indirectamente, porque muchas veces las personas piensan que, por estar enfermos, estos pequeños no pueden realizar deportes, ir a la playa, o desarrollar otras actividades”.
Sin embargo, según dijo la muchacha, a través de los audiovisuales ellos demuestran que son iguales al resto de los niños y aprender a ver la diabetes como una nueva condición de vida, no como enfermedad.
Junco y Fernández-Larrea trabajan con niños entre 9 y 15 años de edad, teniendo en cuenta las características diferentes de las primeras edades y los adolescentes. “Hemos logrado que estas diferencias se acerquen y ellos puedan trabajar de conjunto”, aseveró Junco.
Por su parte, el joven coordinador del proyecto aclaró que los infantes deciden cómo hacer sus audiovisuales. Al respecto comentó que como profesores, él y su compañera solo son los facilitadores del proceso de enseñanza aprendizaje que comprende cuatro etapas fundamentales.
Al inicio, los niños reciben una especie de alfabetización audiovisual, aprenden que además de receptores son emisores, pues interpretan los audiovisuales que ven, indicó Fernández-Larrea.
La segunda etapa corresponde a la realización del taller donde conocen acerca del guion, la fotografía, el sonido, la producción, la edición y la dirección. Dentro de este trabajo se sigue un proceso de evaluación constante y directa con el niño y el grupo, a fin de comprobar las capacidades de entendimiento y aprendizaje de los temas estudiados.
“Les estamos enseñando que el audiovisual es un lenguaje, así como la tecnología y los conocimientos sobre nuevas formar de expresar”, expuso él.
En la tercera etapa los alumnos pueden realizar sus propios audiovisuales. En tal sentido, mencionó la videocarta para los niños de Latinoamérica realizada por algunos de los talleristas de “Convivencia Fílmica”.
Según expuso el coordinador del proyecto, esa videocarta está dirigida a cualquier niño, por lo cual se encuentra traducida a varios idiomas; ha circulado por varios países de la región como Venezuela y Brasil, donde los jóvenes realizadores pudieron aplicar la experiencia del taller en abril de este año.
Por último, en la etapa final los pequeños pueden compartir con otras personas sus obras, “donde reflejen lo que comenzamos haciendo sobre la crítica, sobre el trabajo de su conocimiento como realizador para terminar el proceso de realización y volver a comenzar el ciclo de creación”, consideró el joven.
De este modo, los talleristas han hecho disímiles trabajos como noticieros, reportajes, documentales, cortos de 2 o 3 minutos, que se presentaron este año en el Festival La Espiral y en otros espacios.
Al retomar su comentario sobre la experiencia del taller con niños brasileños, Arian Ferández-Larrea explicó que en apenas cinco días los pequeños lograron entender y reconocer el audiovisual, a pesar de las barreras idiomáticas.
“Ellos pudieron en tan breve tiempo pasar de la idea a la puesta y la grabación”, refirió además, para luego señalar que la edición estuvo a cargo de los realizadores cubanos porque no alcanzó el tiempo para que los alumnos se encargaran de hacerla.
La intervención de los jóvenes culminó con la exhibición de fragmentos de los trabajos realizados por sus alumnos, quienes expresaron la satisfacción de convertirse en creadores.