Uno de los estrenos cinematográficos programados para los próximas semanas, en los que la televisión cubana ha puesto su decisivo aporte, es el cortometraje dramatizado titulado “El puente rojo” (35 minutos de duración), dirigido por el siempre joven Juanpín Vilar, y protagonizado por Lester Martínez.
El elenco lo completan Sandy Marquetti, Cheril Zaldívar, Kelvys Surita, Reina Cueto e Indira Mora, además de las actuaciones especiales de Luis Alberto García como El Mayor y Jorge Ferdecaz como El Albino. Un equipo excelente que da vida a un guión de Elena palacio, basado en un cuento inédito titulado “Yako y el puente rojo” de la autoría de Yoss (José Miguel Sánchez Gómez, La Habana, 1969).
La producción general corrió a cargo de Cesáreo Navas y la División de Programas Dramatizados de la Televisión Cubana.
La historia se desarrolla fundamentalmente en la barriada de Luyanó, y en la más inmediata época actual (la filmación mayoritariamente, tuvo lugar en un solar de vecindad ubicado en las calles Mango y Blanquizal). Una historia viva, contado con gracia y ritmo, que en todo caso resulta al menos la visión que tiene el director sobre la manifestación de uno de los problemas de la sociedad mundial actual, en un segmento de la sociedad cubana.
“Al cuento de Joss le agregué tres escenas. Quería contar la historia que si yo tuviera 20 años me gustaría que pasaran por la televisión. Es la historia de un joven, un niño “de familia”, que no encuentra cuál es su lugar en la Cuba de hoy, y termina traicionando a un amigo.
“Es un cuento contado de manera dinámica. No me gusta mucho dilatar las soluciones de montaje. A mí me gusta el corte directo, porque considero que en la actualidad que nos ha tocado vivir, las situaciones se nos dan así: por corte…”
Hoy es blanco, mañana negro, o ahora mismo es verde -acota el reportero.
“Si… tuvimos algunas discrepancias con los ingenieros, en relación con los límites de luminosidad. Las luces en Cuba a veces te interrumpen la visión, y eso lo tratamos de conservar...”
¿Como una metáfora dentro del discurso?
“Si”.
La fotografía es excelente. El solar está ahí.
“Gracias, sí. En verdad estoy muy satisfecho con el trabajo de todos nosotros. Con el de cada cual. Y especialmente con haber podido contar una historia como esta”.
Estuvimos en la locación, y por eso quizá podemos inferir las particularidades de la realización…
“Fue un trabajo… con algunas complejidades; eso sí, conté a mi favor con un excelente equipo. Durante la etapa de prefilmación sí nos tuvimos que esforzar sobremanera, hicimos una preparación muy consciente. Hubo que encontrar un solar en La Habana donde existieran las condiciones acústicas imprescindibles para grabar; luego filmar en los días en que no correspondía que funcionara el abasto de agua, porque en los días que el acueducto ‘pone’ el agua, cambia drásticamente la dinámica del lugar, por donde quiera aparece gente desesperada cargando recipientes, tratando de adelantarse a cualquier circunstancia que le impida hacerse de la mayor reserva posible, para asegurar ese recurso imprescindible por un período que quizás va a ser largo, hasta la próxima vez... Se recarga la atmósfera.
“No obstante, lo hicimos en un mes… 20 de ensayo y nueve de filmación.
“Trabajé con un fotógrafo de primera, Rafael Ruiz, y con un editor que era del noticiero, Félix Raúl… me alegro mucho de haberlos tenido conmigo. Son profesionales de una gran imaginación, y aportaron mucho a la obra conjunta. La televisión es un trabajo de equipo”.
Las actuaciones me parecieron excelentes -comenta el periodista.
“Realmente muy interesantes. Tenemos a un Léster Martínez de una manera diferente a como se está viendo en la pantalla, con matices que demuestran otras de sus facetas actorales; Luis Alberto García que hace excelentemente un pequeño papel, y una muchacha muy conocida por los jóvenes, Cheril Zaldívar -locutora de Cuerda Viva-, que enfrenta una labor histriónicamente compleja para ella, como actriz y como mujer. Yo sé lo que le pedimos, y la felicito por el resultado”.
Una vez más Juanpin Vilar demuestra su efectividad como director de TV, y esta vez lo hace en grande. Puede estar orgulloso de esta pieza audiovisual que dedica a su padre, el Premio Nacional de Televisión, Juan Vilar Díaz.