NOTA DE LA REDACCIÓN: En el 2013 daba sus primero pasos el Portal de la TV Cubana y gracias a la colaboración de Julio Cid tuvimos una sección que el tituló Farandulario. Parecía muerta la idea y veo hoy en facebook que reaparece tan excelente idea. Aquí se las dejamos y espero que disfruten de una crónica de un maestro. Ahí les va
La anécdota que publiqué ayer sobre Enrique Santiesteban y María de los  Ángeles Santana provocó comentarios muy elogiosos. Me propongo publicar una nueva cada semana. Aquí les va la primea.
Un desmayo bien pagado 1
Durante toda su etapa comercial (1950 – 1960) la televisión cubana se caracterizó por la presencia en su programación (sobre todo en espacios musicales y variados) de innumerables artistas extranjeros. Sobre un suceso que acaeció con una importante figura del cine latinoamericano trata esta viñeta.
Pero antes de entrar en materia, hagamos una breve panorámica del momento en el que sucedió lo que ahora vamos a contar.
El canal estrella de la televisión comercial cubana fue, sin lugar a dudas, el canal 6, es decir, CMQ Televisión. Propiedad de los Hermanos Mestre, la CMQ surgió primero en la radio, donde se convirtió en una verdadera transnacional de la radiofonía latinoamericana y sentó las bases para instaurar una TV comercial de una altísima calidad, propia de todo el quehacer de esta familia de orígenes judíos afincada en Santiago de Cuba, donde eran dueños de la más importante droguería de la entonces provincia de Oriente. 
En CMQ TV trabajaban los mejores camarógrafos, los más adiestrados técnicos, peluqueras, maquillistas, los más prestigiosos guionistas, periodistas, directores de espacios y artistas que había en el país. El director musical de CMQ Televisión era un todavía joven, aunque ya muy talentoso Adolfo Guzmán, por ejemplo. La plantilla de la orquesta CMQ la conformaban prestigiosos instrumentistas.
Ese canal transmitía los más grandes shows de variedades de la TV cubana de los 50: los miércoles salía al aire, sobre las 9 de la noche, el Cabaret Regalías (tenía un solo patrocinador: la marca de cigarrillos Regalías) que luego, urgido de contar con más anunciantes por exigencias de la producción, se convertiría en el Casino de la alegría con el financiamientos de varios anunciantes. Los jueves salía al aire Jueves de Partagás (Partagás era otra marca de cigarrillos). El primero tenía lugar en un hipotético centro nocturno. El segundo no contaba con una ubicación exacta y presentaba, en cada emisión, estampas con temas diversos. Tanto en uno como en otro se presentaron innumerables figuras internacionales, aunque las palmas, en este sentido, correspondían al Casino…
En cada programa que salía al aire actuaban artistas de diversas latitudes. Hay dos casos curiosos en extremo.
Libertad Lamarque, la conocida actriz y cantante argentina radicada en México - donde era una estrella del cine nacional- actuó por primera vez en TV en La Habana, precisamente en el Casino… La gran incógnita era ¿Por qué vino a la mayor de las Antillas para debutar en TV y no lo hizo en el país donde residía, que también tuvo televisión desde 1950? La cantante italiana Katina Rainiery, muy popular en aquellos tiempos en su país, donde tenía un show televisivo semanal, viajaba con frecuencia a La Habana a presentarse en CMQ en el mismo show. Se decía que lo hacía para conocer figuras a las que contratar para su espacio en Italia, intercambiar sobre los métodos de trabajo de los cubanos que estaban muy bien engrasados, seleccionar orquestaciones y adquirir, incluso, los números para sus presentaciones en La Habana, orquestados por músicos cubanos y grabados en los estudios de la capital cubana y emplearlos en su show romano.
El flujo de artistas internacionales era tal, que la CMQ en una ocasión anunció con bombo y platillo que saldría al aire un espacio del Casino…, donde actuaría exclusivamente talento nacional, con excepción del argentino Pepe Biondi que estaba encargado de los momentos humorísticos en el programa. Esto nos da una idea de cuan profusa era la presencia de artistas foráneos en la pequeña pantalla cubana.
Entre esos artistas extranjeros había algunos que permanecieron mucho tiempo en Cuba, como es el caso del ya mencionado Pepe Biondi o de los italianos Tina de Mola y Ernesto Bonino. Otros viajaban con mucha frecuencia. Entre ellos estaban los puertorriqueños Luci Favery y Daniel Santos, por ejemplo. Aunque, hay que decir que hubo excepciones: les iba tan mal la primera vez que nunca más volvían. 
De entre esta última categoría descuella la famosa actriz mexicana Dolores del Río con su célebre “desmayo” ante las cámaras de CMQ Televisión. Mucha tinta ha corrido sobre este incidente. Pero poco se ha dicho del rol que jugó en aquel sensacional suceso un artista español entonces muy popular en su país, en Cuba y en otras partes de Latinoamérica –sobre todo en Argentina-: Pedrito Rico. 
¿Quién era Pedrito Rico? Resulta extremadamente difícil definir a este chico de piel morena, inmensos ojos rodeados por tupidas pestañas (no faltaban las postizas) que vestía pantalones ajustados al cuerpo, con una muy marcada cintura de avispa perfectamente ceñida bajo un fajín de raso, vaporosas mangas de tules y lentejuelas y graciosillos zapatos de tacón. Pedrito Rico se enfundaba en inmensas capas cargadas de piedrecillas brillantes y los más diversos abalorios, llevaba sus manos cargadas de sortijas. En fin, no ponía límites a su lado femenino y era capaz de fotografiarse dándole un mordisco a un clavel. Era en extremo popular en Cuba. Uno de sus primeros discos de oro le fue otorgado precisamente en La Habana.   Con su estilo almibarado y cursi aquel ser andrógino que cantaba españolerías arrastraba tras sí un numeroso y entusiasta público femenino que perdía los estribos y chillaba a todo pulmón cuando su ídolo –maquillado y con sombra verde sobre sus párpados aún fuera de escena- aparecía en un estudio de radio, de televisión, en un teatro o en la calle. 
Pedrito Rico había llegado a La Habana de la mano de su exigente manager, argentina además- Flori Antar, conocida, además, como la señora de Souza. La prensa habanera de la segunda mitad de los 50 del pasado siglo se hizo eco de la pataleta que dio la señora de Souza cuando, faltando unos minutos para la salida al aire del show televisivo donde actuaba Pedrito Rico, a su representado comenzó a dolerle una muela y ella exigió que se apagara el aire acondicionado. Nadie entendía por qué el aire acondicionado acrecentaba el dolor de muelas del cantante, pero la señora de Souza sí. Y estaba tan convencida de ello que logró que solo después de la actuación de su representado se encendiera el aire en el estudio.
De Dolores del Río no hay nada que decir que no se sepa. Fue la primera latina estrella del cine norteamericano desde los años 20. En México, su país natal, era –junto a María Félix- la gran diva de la cinematografía nacional. Cuando viaja a Cuba a una actuación especial en un espacio de televisión ya había aparecido en la pequeña pantalla norteamericana en al menos tres series. Estas series se filmaban como se hace el cine. No tenía Dolores del Río ninguna experiencia en la televisión en vivo. Pero Félix B. Caignet, famoso en México por El derecho de nacer y Chan Li Po la convenció de que viajara a La Habana a actuar en un show de televisión en vivo. 
La productora del Casino… era Publicitaria Siboney, propiedad de Carballido Rey, quien dirigía también el espacio estrella y era un reconocido guionista tanto de entregas humorísticas como dramáticas. 
Esperen que dentro de dos jornadas, es decir, el sábado, va la segunda parte de este trabajo que se incluye en Farandulario 1, un libro que terminé, pero que no he buscado editores.

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