En realidad usted no se ha equivocado, yo tampoco. El nombre del programa no  encabeza esta crónica, pero he querido expresar cuanto puede sintetizar una valoración más general del espacio. Tony lo tiene todo en Todo con Tony, que ha llegado al final de su segunda temporada.

 A Tony Arroyo lo conocía como actor, no como comunicador, presentador, animador o como le queramos llamar, y me sorprende, porque estamos hablando de una complejísima revista en un horario estelar, muy diferente a pesar de cumplir con los parámetros esenciales planteados en un tipo de espacio como este.

Lo primero que salta a la vista es la originalidad del programa, aunque resulte bien sabido que ya en la televisión no hay más que inventar. Cuando hablo de originalidad, lo digo desde el punto de vista de hacer, decir, expresar, lograr dinámicas diferentes y auténticas. Me atrevo a aseverar que el conductor y el programa son definitivamente originales, o mejor expresado, para no crear malestares en aquellos siempre pendientes a estas consideraciones absolutistas, el programa es auténtico. Ahora bien, ¿por qué?

Es un espacio y un conductor muy cubanazos. Y no me refiero a vulgaridad en el lenguaje, ni a facilismos, sentidos en ocasiones empleados para conceptualizar este término, incluso percibido como populachero. Por el contrario, devienen cubanazos el espacio y el conductor por la sencillez, el lenguaje popular, asequible, la ligereza y rapidez con que sucede todo. No lo olvide: así somos los cubanos, apasionados y, sobre todo, siempre andamos rápidos y sin muchas complicaciones.

A lo anterior debo añadir las características de personalidad no del actor, sino de Tony persona, y es por ello que se logra una rápida identificación con el conductor. Este, en la primera temporada, como todo lo nuevo, lo paradigmático pudo tal vez resultar para algunos chocante.

Estaba la duda, al menos yo la tuve: no es el conductor ni el espacio, ¿qué me puede estar chocando? Al final, felizmente entendí que se trataba de una forma nueva de hacer la revista. No sabemos si es informativa, musical, científica, deportiva… bueno, revista al fin, tiene de todo, emplea la novedosa forma de conducción y representa una cara distinta en estas lides, máxime en tiempos cuando los conductores se repiten con cierta frecuencia en espacios y canales.

No me refiero solamente a la variedad de temas, sino al equilibrio en el tratamiento de estos, lo cual puede motivar o hacer realidad el objetivo de transmitir conocimientos,  descubrir, aprender, sin caer en parlamentos aburridos. Sobreviene aquí también el mérito del director: la forma de graficar los reportajes, las entrevistas a los invitados y ese movimiento de cámaras que, por momentos, nos hace sentirnos como si estuviéramos montados en un vehículo conducido por el director. A su lado, en el asiento delantero, va Tony; nosotros, los televidentes, en el asiento trasero, atentos a sus comentarios e intentando no dejar escapar cuanto podemos ver por la ventanilla. De ello se encarga con destreza el equipo de realización, comandado por el director para la televisión, Mayquel Díaz, y con el efectivo guión y dirección, a cuatro manos, de Liuvar Losada y el propio Tony Arroyo.  

El guión, indiscutiblemente bien estructurado, sirve de base al fluido diálogo del conductor  con los televidentes, sencillo, llamativo, con toques faranduleros en el verdadero valor de esta palabra, tan mal utilizada de forma peyorativa, la cual no significa nunca frivolidad.

En el programa no hay futilidades y demuestra cómo se puede motivar sin acudir, como sucede en ocasiones en otros espacios, a recursos populacheros y vulgares. Tony es sencillo y culto a la vez, no nos quedan dudas.  

Cito algunos ejemplos, entre los muchos presentados en el espacio: la entrevista a la cantante Sory, al intérprete y compositor Edesio Alejandro, la visita a la Farmacia en Matanzas y el muy merecido asiento reservado para una grande de la cultura cubana, la Gran Carmen Solar ¡Merecidísimo tributo, y sobre todo, muy bien presentado en el espacio!  

El guión propicia diálogos interesantes y no, como decimos popularmente, “tequeros”. Se aprende en las tardes de domingo. Porqué el espacio resulta una clase magistral de todo, con un profesor al frente que si no conoce a cabalidad los tema, lo averigua todo para compartirlo con el televidente y así aprender juntos. Esta es una forma pedagógica muy antigua de enseñanza, la cual no sé si se la propusieron los realizadores. Tal vez se trate de la inteligencia emocional que les caracteriza y hace posible el logro de un espacio sin grandes pretensiones, brillos y lentejuelas, pero eso sí, bien cubano, sencillo e inteligente. 

Resulta acertado que el espacio salga al aire por temporadas, así se evita el tedio y la monotonía. La primera temporada llegó a su fin cuando comenzaba a gustar el programa. Por ello se esperó el retorno, el cual nos ha llegado con mejores propuestas. Esta segunda temporada superó con creces a la primera.

Destaca el excelente trabajo de asesoramiento de Ada Guzmán. Seguramente, quienes estamos cerca de la televisión conocemos la importancia de la labor de los asistentes de dirección, en esta oportunidad de Reyley García y Maura Cepeda, la maravillosa y educativa sección del lenguaje por parte de dos profesorzazos, Marisela Pérez y Luis Alarcón Santana. Ellos nos muestran la sencillez y, a la vez, la mejor de las formas de hablar nuestro castellano.

También sobresale el excelente trabajo de cámara de David Rabelo y Anselmo Arnaud, apoyados con un sonido de primera de Rubén Isaac, así como la presencia de voces pocos escuchadas en nuestra pequeña pantalla, la de Vicky Suárez y la del profesor Héctor Pérez, quienes tuvieron el excelente trabajo de grabación de Evelyn Marrero en la emisora de la familia cubana, Radio Progreso.

Pocas veces se elogia y se tiene en cuenta el arduo trabajo de producción de un espacio de la televisión, y este de Todo con Tony, indiscutiblemente complejo, se aprecia una estrategia de producción bien delimitada y efectiva de Liuvar Losada, con la asistencia de Mireya Pérez.

Finalmente, resalto el excelente trabajo de maquillaje, diseño gráfico y montaje; este último de Karel A.C. y la colaboración, según me comentó el propio Tony, en la música del joven Javier Ortiz. Nada, un equipo para respetar y tener en cuenta en próximas temporadas de este espacio y en otros proyectos a desarrollar en nuestra televisión.  

En fin, el espacio constituye un acierto, pues, Tony lo tiene todo, incluso, se tiene a él mismo, a Tony Arroyo. Enhorabuena la presencia los domingos de este programa y que regrese la muy bien ganada tercera temporada de “Tony con todo”, disculpen, de Todo con Tony.

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