Como cada verano, Cubavisión hizo de las tardes sabatinas el momento idóneo para reunir a la familia cubana y, entre todos, discutir y reflexionar sobre lo que preocupa y motiva a nuestras juventudes, esas cada vez más plurales, como los múltiples caminos a transitar por la vida.
Coincidiendo con los 15 años de fundada la revista juvenil Una calle, mil caminos, el espacio pudo estrenar esta temporada nueve telefilmes, una gran proeza en tiempos donde las carencias de todo tipo ponen en jaque a nuestras producciones nacionales. Con estéticas diversas e historias muy próximas a nuestras realidades, los materiales de estreno demostraron la imperiosa necesidad de esta sociedad en la que habitamos de verse reflejada, sin adornos ni tratamientos edulcorados.
De esta temporada, los filmes mejor parados fueron aquellos que le tomaron el pulso a la realidad inmediata. De fragilidades y desamparos, pero con soluciones esperanzadoras, trataron muchos de estos relatos audiovisuales, que además fueron vestidos con facturas muy interesantes, cada vez más cercanas al cine de autor.
Gran responsabilidad en las calidades de estos filmes la tuvo la productora Patria, indispensable motor productivo para hacer, en muy poco tiempo, obras dignas, bien contadas, pero con presupuestos justos y sabiamente empleados.
Pero Una calle, mil caminos, en esta temporada, no se quedó sujeta a la señal de Cubavisión. En esta ocasión, como el pasado año, los filmes tuvieron su premier en el cine Yara, formando parte de la programación estival del ICAIC y su Proyecto 23. Esto generó una impresionante asistencia de adolescentes y jóvenes, junto a sus familias, al cine, convirtiendo a la revista en un proyecto sociocultural donde las reacciones del público en vivo ante los materiales dieron otro sentido representacional a las obras.
Sí es importante acotar ciertos desbalances en los puntos de vista de muchas obras. La mayoría de estas fueron contadas desde la perspectiva de personajes masculinos, con problemáticas a veces no tan diferentes y con un marcado tono melancólico, que desterró casi en su totalidad registros más ligeros, cercanos a la comedia, género que tan bien conecta con los adolescentes y jóvenes.
Tal vez faltó regresar a temas acuciantes en la Cuba de hoy, como el acoso escolar, las adicciones o la defensa de las identidades; tópicos estos que, de seguro, estarán presentes en la próxima temporada, por formar parte de un debate nacional infinito y muy actual.
La constancia por alcanzar resultados en el deporte, el arte o un oficio; los riesgos de un embarazo no deseado; la importancia de atreverse a amar; las segundas oportunidades; la violencia de género hacia nuestras niñas y adolescentes… esos y otros caminos se presentaron esta temporada en Una calle, mil caminos siempre en renovación, para multiplicar enfoques y fértiles debates.