“en contacto directo con los músicos, recibir casi a diario muchos discos o demos, tener los oídos y los ojos bien abiertos, tener claras las ideas de la importancia de lo que hacemos para la cultura de nuestro país, defender causas justas, luchar permanentemente contra las barreras, y, sobre todo, conservar la pasión por lo que hacemos”.

Ana María Rabasa

No en vano la Revolución y los “barbudos”, guiados y conducidos por el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, desde el mismo triunfo del 1 de enero de 1959, supieron sembrar en las nuevas generaciones de cubanos la semillita fértil de la cultura y la pasión por la música, uno de los principales sellos identificativos de nuestra nación.

El resultado se puede palpar hoy sin temor alguno y con sumo orgullo. Cientos de agrupaciones, quintetos, cuartetos, tríos, dúos y solistas, por no decir miles, se formaron y crecieron al amparo de esa simiente, amén de la creación de decenas de escuelas, institutos, academias y centros educacionales que forjaron a miles de jóvenes estudiantes en carreras afines o relacionadas con esta expresión cultural.

Nuevos autores, compositores e intérpretes, tanto populares como clásicos, fueron apareciendo en escena, sin embargo, otros de la “vieja guardia” no desaparecieron, sino que se fueron identificando, unos con la naciente obra social y popular, y otros, -más remisos a la nueva visión de país-, partieron lejos de casa.

“Por parte del gobierno está la obligación de facilitar todas las oportunidades para estudiar música, para que todo aquel que tenga vocación pueda estudiar…”, dijo el Fidel en el acto de entrega de premios a los ganadores del Concurso de Canciones Populares inspiradas en la Revolución, en el teatro "García Lorca", el 19 de septiembre de 1961.

También comienzan a germinar otras casas disqueras estatales, menos comerciales y más interesadas en la cultura popular, prestas a grabar las nuevas fórmulas musicales, las crecientes melodías, con la finalidad de legar para el futuro las nuevas sonoridades musicales de los autores y conjuntos del momento.

Surgen así, en 1964, la Empresa de Grabaciones y Ediciones Musicales (EGREM), luego, en 1993, Bis Music, Casa Discográfica y Editora Musical de Artex S.A.; en 1995, los Estudios Ojalá; en 1998, Producciones Abdala S.A., perteneciente al Ministerio de Cultura; en 2004, Producciones Colibrí, Casa Discográfica y Editora Musical del Instituto Cubano de la Música; entre otras.

La radio y la televisión, asimismo, ayudan a divulgar y difundir a través de múltiples programas, los primitivos temas, melodías, composiciones, creaciones y ritmos musicales populares, que pronto logran atraer y atrapar a los consumidores, tanto en Cuba como en el exterior.  

Desde la década del 60, empiezan a despuntar los noveles compositores e intérpretes, liderados en cierta medida por el Movimiento de la Nueva Trova, aunque también se destacan otros autores que componen diferentes estilos y géneros musicales, más populares y atrevidos, y otros en trances de germinar.  

Música sin clasificar

A finales del siglo XX, y en pleno Período Especial, emergen otros ritmos “más diferentes” a los ya conocidos, que tal vez ya no satisfacían a las nuevas generaciones de cubanos, ansiosos por consumir o crear “armonías” elaboradas en otros países, principalmente en Estados Unidos.

En el caso de las nacientes agrupaciones de la Cuba de fin de siglo, la tendencia o moda por seguir ciertos ejes tímbricos del exterior y el universo sonoro internacional existente en esa última década, generó la reproducción de variados y eclécticos elementos en modalidades como el rap y el hip-hop, por solo citar algunos.

Es por ese motivo, entre otros muchos, que estas formaciones musicales demandaban de un lugar y un espacio en los medios de divulgación para que sus “creaciones artísticas” pudieran ser conocidas entre los potenciales consumidores, y no fueran objeto de discriminación y rechazo.

Nace así en 2002 en el canal Cubavisión, el programa Cuerda Viva, un espacio televisivo que permitió abrir una puerta a la llamada música cubana alternativa, promoviendo las nuevas tendencias en la Isla, e incluyendo ritmos antes “menos conocidos” como el rock, en todas sus variantes, el rap, el pop, el reggae, el rock and roll, el hip-hop, el metal, la música electrónica, la trova e incluso el flamenco, lo cual evidencia la heterogeneidad de su propuesta.

Según los especialistas y críticos, Cuerda Viva, desde sus inicios, logró romper los moldes establecidos para promover la llamada música urbana y los contenidos alejados de la habitual dinámica del medio y aún lo hace hoy después de 19 años en el aire.

Dirigido por Ana María Rabasa y Caridad Rojas, este proyecto fue justamente diseñado para defender la vanguardia del arte joven cubano y la multiplicidad de temas que de ella surgen en torno a la creación artística, lo que ha quedado por sentado cada semana en las pantallas de los televisores cubanos.

Al decir de la propia Rabasa, la Asociación Hermanos Saíz (AHS), las Casas del Joven Creador y las Casas de Cultura del país han apoyado desde los primeros momentos esta nueva iniciativa, aunque -a pesar de algunas incomprensiones-, otros organismos han ofrecido también su granito de arena.

Cuando en 2005 se crea el Festival Cuerda Viva, nadie imaginó que devendría en tan poco tiempo en un espacio ideal para disfrutar de las más importantes agrupaciones del patio que, dentro o fuera del universo musical nacional, se dedican a los géneros promovidos en el programa.

El Festival, que sirve también de plaza para promover a los jóvenes miembros de la AHS y a los recién graduados de los conservatorios que cultivan los diversos géneros de la música alternativa, ha sobrepasado sus propósitos fundacionales para convertirse en una vitrina que muestra al mundo el quehacer de talentosos músicos cubanos.

De acuerdo con muchos de los intérpretes ganadores del Festival, y que hoy son reconocidos nacional e internacionalmente, Cuerda Viva continúa siendo “un extraordinario laboratorio, un buen termómetro para apreciar el inmenso abanico del panorama musical cubano, en el que se destaca la presencia de los jóvenes”.

El programa, según confesaron, ha funcionado como un testimonio muy abarcador sobre los distintos momentos por los que ha transitado la escena alternativa insular y ha lanzado hacia la palestra pública a jóvenes artistas totalmente desconocidos hasta ese momento, algunos de los cuales han escalado con el paso de los años los primeros puestos de la música nacional contemporánea. 

Conforme a sus directivos, ya más de mil proyectos musicales han sido promovidos desde esta ambiciosa y atrevida propuesta televisiva, que según confesó hace unos años en una entrevista al periódico Granma la propia Rabasa, primero se llamó Zona Franca.

¿Quién duda hoy de la valía de Buena Fe, Annie Garcés, Tony Ávila, Interactivo, Cimafunk, Rodrigo Sosa, Cubandaluz, Extraño corazón, Sweet Lizzy Project, Tesis de menta, Adrián Berazaín, Athanai, Mauricio Figueiral, Kill the Party, D’CoraSon, Luis Franco, Elevación, Suylén M, Electrozona y Real Project?

El resultado es hoy más que palpable. No existe ninguna agrupación o solista en la Isla Mayor de las Antillas que no se identifique con esta digna propuesta televisiva. ¡Bienvenido sea siempre! Y ojalá se mantenga siempre por mucho tiempo.

 

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