Han sido jornadas de grandes expectativas y sobre todo de amplios debates, a nivel de hogar, centros estudiantiles y de trabajo… El clásico mundial de beisbol ha significado una fiesta para los amantes, incluso, para los no conocedores de jonrones y strikes. 

Unido a los numerosos esfuerzos realizados por la televisión cubana para transmitir cada uno de los partidos es válido destacar la salida al aire diaria del espacio La esquina del clásico, la más reciente propuesta del canal Tele Rebelde, que mientras transcurre la competencia la muestra con todos sus acertijos y proyecciones. 

En media hora de transmisión, excepto las correspondientes a las emisiones finales, cuya duración alcanza la hora, el equipo dirigido por René Duarte y con Reynaldo Taladrid como anfitrión, “deja excelentes mieles” hacia un tema convertido en uno de los más polémicos del actual acontecer nacional: la salud de la pelota cubana. Alrededor de ese asunto, Taladrid con su natural carisma y probado conocimiento que trasciende el tema deportivo, entreteje la polémica con la búsqueda histórica, la curiosidad estadística, el rigor científico y todo ello en función del entretenimiento. 

En un contexto escenográfico que dista de marcar lo suficiente la diferencia entre La esquina del clásico con el también gustado programa Pasión  mundial, el primero ha sabido destacar a partir de la experiencia y reconocimiento ganados por Rey Vicente Anglada, aquellos puntos distintivos y a su vez neurálgicos del deporte nacional en Cuba, ese que tantos lauros regaló al pueblo y que en los últimos años ha dejado un mal sabor en la fanaticada. 

De manera desenfada, con un estilo conversacional de llevar a la pantalla el sentido de tertulia, los narradores y Jimmy Castillo, Melissa Blanco, ambos habituales, junto a un colega invitado en cada jornada han conformado la nómina de un equipo de trabajo que ha sabido hacer un show televisivo con la menor cantidad de recursos posibles. 

La anuencia de videos de reconocidas personalidades de la cultura, el deporte y la vida social le concede ese toque participativo que tanto agradece el programa; luego la incidencia de las redes sociales lo completa. El televidente en La esquina del clásico ha sido más que cómplice, un actor principal dentro de la propuesta televisiva y del torneo en cuestión. 

A la polémica, esencia primordial del espacio, no le faltado, en su justa medida, el necesario ingrediente humorístico, tampoco el suspenso y la exclusiva, ese último elemento al que nos tiene acostumbrado Héctor Villar, resulta siempre plausible, sin obviar la presencia igual de oportuna de Renier González. 

Los comentarios y debates generados en el programa han encontrado eco en más de una esquina cubana, más allá de la actuación de los antillanos. Y si bien el pulso, como es natural, se inclina hacia el papel de estos, cada jornada ha abierto el espectro analítico, lo cual lo convierte en un espacio interesante y necesario. 

La esquina del clásico dijo adiós al televidente como la quinta edición del más importante evento del beisbol mundial. Ante un equipo cubano que devolvió los deseos de soñar a sus seguidores, se alza el reto de la televisión de crear propuestas que, a la par despierten, los deseos de acompañar los más diversos eventos que acontezcan. Así ha sido La esquina… un  lugar bien pensado que, al diseñar un show televisivo, se ha quedado en el centro de la atención.

   

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