Entre tu y yo
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- Escrito por: Paquita Armas Fonseca Fotos cortesía del entrevistado.
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“No sería igual el testimonio Danza la vida sin la dirección de fotografía de Rafael Orama, la iluminación de José Antonio Díaz, la producción de Legna Amel o los criterios de mis profesores Iris Bonillo, Salvador Hechavarría y Fabio Ochoa. Sin el apoyo incondicional de mi familia tampoco pudiera dedicarle tantas horas a esta profesión tan exigente, que me desvela”, me dijo Bernardo Cabrera.
Graduado de periodismo en el 2014 en la Universidad Oscar Lucero de Holguín, mi colega y coterráneo, era un desconocido para mi hasta que fui jurado este año del Concurso Rubén Martinez Villena de la Asociacion Hermanos Sainz.
Su Danza la vida me impactó y encontré muy bien Sembrando sueños, que le valieron el premio del certamen, pero le pedi más y me envió otros como la presentación de un gaitero de nuestra ciudad; una nota, muy bien elaborada, sobre coreografías a partir de una canción; el acercamiento a una pareja de instructores de arte y la tan impresionante como conmovedora historia de la Emperatriz, un travesti. Todas las piezas bien contadas y que se dirigen a los sentimientos.
Luego de ver esas obras decidí entrevistarlo vía WhatsApp, al final como siempre le dije “Lo que no te haya preguntado”. Y aquí, Usted lector, verá esas preguntas y respuestas, pero me reservo decir cuáles:
- ¿Por qué Bernardo (Rodríguez) Cabrera?
Lee más: Bernardo Cabrera: LA TELEVISIÓN TAMBIÉN ES ILUMINACIÓN, FOTOGRAFÍA, MONTAJE…
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- Escrito por: r Mayán Venero Fotos: Luis Casariego
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Breve recuento de la labor de este profesional de la prensa en función del deporte cubano
Pocas veces me ha tocado escribir sobre una persona muy querida y que ya no está con nosotros. Conocí a Masjuán en los años 70, cuando pasé a laborar en el Instituto Nacional de Deportes, Educación Física y Recreación (Inder). Ya era editora y llegué a ese organismo “sin saber nada de deportes”.
Esas fueron mis primeras palabras al llegar a la redacción. Entonces se acercó un compañero, se presentó y me dijo: “Nadie nació sabiendo”. Era Masjuán, como todos le decían en el Departamento de Prensa y Propaganda del Inder. Sobre ese colega tan querido y admirado escribo hoy.
Miguel Ángel estudió en el Instituto de Educación Física José Martí, de La Habana. Allí se graduó en 1956 como alumno más sobresaliente. En aquellos momentos no todo el que se graduaba tenía empleo. Un pariente le dijo que en Camagüey estaban buscando un profesor de Educación Física en uno de los clubes de la burguesía de esa ciudad y para allá fue el joven graduado.
Así obtuvo su primer trabajo y en la Ciudad de los Tinajones también conoció al amor de su vida, Ana María Hernández. Con ella construyó un matrimonio de 60 años.
Masjuán permaneció en Camagüey hasta 1957, que tuvo que regresar a La Habana por sus labores en la lucha clandestina, después del desembarco del Granma.
Luego del triunfo de la Revolución, matriculó en la Escuela de Periodismo y comenzó a trabajar en un sector que devino para él parte esencial de su vida: el deporte. Trabajó en el Inder durante muchos años.