Entre tu y yo
- Detalles
- Escrito por: Yosdany Morejón Ortega/Cubadebate
- Categoría: Entre tu y yo
- Visto: 4186
Un amigo común me invitó a conocerla. Era el “invierno” de 2019 y viajé hasta la Villa de Trinidad. Durante años la había admirado por esa fuerza suya a la hora de encarnar los más disimiles personajes y ahora debutaba como directora de cine.
Por eso tal vez pensé encontrar a una diosa egipcia: altiva, orgullosa, soberana por encima del bien y del mal. Sin embargo su sencillez y carisma me destrozaron. Tomó asiento en un taburete, como haría cualquier criolla y me preguntó por el pueblo que estaba a punto de recibirla. Nunca lo olvidaré.
Compartí varias horas con ella y al despedirnos me había convertido en un mejor ser humano. Nunca se lo dije, pero es la verdad; como lo es también el hecho de que el tiempo vuela y el SARS-CoV-2 ha truncado sueños y esperanzas.
Sé que los artistas, especialmente los actores, han estado entre los más afectados por el impacto de la COVID-19. Metas pospuestas, proyectos inacabados, teatros en silencio. Así que Cubadebate se acerca a esta realidad desde la perspectiva de Blanca Rosa Blanco, primerísima actriz cubana.
“Han sido tiempos muy duros emocionalmente, pero a la vez, de alguna forma, sientes que la vida es más valiosa. Para los actores ha sido difícil porque se ha limitado nuestra expresión artística. Esos sentimientos se traducen en frustraciones, y son un reflejo de lo que ha significado la etapa, no importa lo creativo que uno haya querido ser.
En lo personal, aunque he podido canalizar proyecciones hacia un futuro, he vivido más en el hoy. Estar en el presente es a veces muy pragmático y los sueños lucen lejanos.
Yo regresé a Cuba el 3 de marzo con “Retorno”, un documental recién filmado en la isla Santa Cruz de la Palma y al menos tuve la oportunidad de editarlo y llegar al momento en el cual estamos, de entrar en una posproducción.
Lee más: Blanca Rosa Blanco: “He empleado el aislamiento para alimentar la creatividad”
- Detalles
- Escrito por: José Luis Estrada Betancourt/Juventud Rebelde
- Categoría: Entre tu y yo
- Visto: 5145
«Actuar es de mis pasiones más grandes, pero es una pasión más bien «tardía», que he encontrado con el paso de la vida. Yo descubrí que adoraba la actuación en la medida en que la fui viviendo», confiesa la directora y conductora de 23 y M en exclusiva con JR
Nació en Los Sitios, uno de los barrios delimitados entre las calles Zanja, Monte y Belascoaín, y que pertenecen al municipio de Centro Habana, en esa zona de la ciudad cinco veces centenaria que quedó fuera de la muralla que la protegía entre el siglo XVII y el XIX, y que gozaba con «amplificar» los toques de la patrimonial comparsa Las Bolleras que conseguían desatinar los pies de la pequeña Edith Massola, aunque la principal inspiración para que la popular conductora de 23 y M eligiera estudiar danza, la encontró en sus padres, verdaderas «estrellas» del casino.
De ellos heredó el ritmo, un buen oído, la soltura de las caderas..., aunque en el fondo le hubiera encantado dedicarse a la música. «Es una de mis frustraciones», le confiesa a Juventud Rebelde, que enseguida quiere saber por qué no persiguió ese sueño. «Por cuestiones que a veces una ni se explica», responde, y comienza a contar:
«Mis adorados padres estaban tan involucrados en el proceso inicial de la Revolución que el trabajo no les permitía dedicarnos todo el tiempo que nosotros demandábamos. No los estoy juzgando, fue el momento que les tocó vivir. Creo que ninguna de esas dos preciosas cabezas se preguntó si mis dos hermanos y yo teníamos alguna inquietud artística... Tampoco en nuestra familia había antecedentes. Los más cercanos se hallaban en mi propio papá, diseñador gráfico, y en mi tío, que bailaba en Guaracheros de Regla. De ellos tres me llegó, como si fuera una transfusión directa en vena, ese lenguaje corporal que, motivado por la música, se traduce en movimiento.
«Entonces para mí bailar lo era todo. Significaba mantenerme atada inconscientemente a ese mundo que me llamaba la atención de manera poderosa, aunque no alcanzaba a verlo como parte de mi futuro... Mira, ahora que me has puesto a recordar, de pronto me percato de que estoy siendo injusta: mi mamá me llevó a L y 19, para que hiciera las pruebas de ballet, y quedé eliminada por el pie plano... Hoy tengo empeine (sonríe). ¿Sabes a cuántos ejercicios me sometí? ¡Tremenda constancia!