El 22 de julio de 1968, Santiago de Cuba vivía un acontecimiento trascendental. Desde el oriente de la Isla, por primera vez, salía una señal de televisión. La imagen del país comenzaba a ser integralmente cubana.
Tele Rebelde nació el 22 de julio de 1968, en un espacio dentro de los propios muros del otrora Cuartel Moncada, declarado al triunfo de la Revolución Cubana, Centro Escolar 26 de julio. Una nueva historia sobre la historia contenida.Esa etapa fundacional, con sus tanteos, anécdotas y aprendizajes; los recuerdos imborrables, el desarrollo y las emociones… todo se junta tras cuatro décadas.
Tengo cuarenta años, lo mismo que cumple en el canal. Nací con él, recuerdo mucho de sus rostros y programas. Crecí a la par de Tele Rebelde, queriéndole y criticándole…
En una decisión que continúa siendo muy controversial, los estudios fundacionales de Tele Rebelde (canal que se había fundido en 1979 con su similar canal 2, conservando los mejores espacios originales), se reconvirtieron en Tele Turquino (16 de abril de 1986). Su señal se redujo entonces a la cobertura de la provincia de Santiago de Cuba. Incluso, se perdió el nombre, que hoy ostenta un canal de cobertura nacional que se transmite desde La Habana.Lo principal no es la herida abierta aún por la que continúan manando muchos fundadores de Tele Rebelde −porque mucha obra se ha hecho después de eso−, sino la desintegración de un elenco dramático que había dejado ya una obra valiosa hecha, y cuyos integrantes han demostrado a posteriori su valía desde la pantalla chica, el teatro y el cine. Sería una larga lista…
Creo que sobre todo, se perdió la excepcional oportunidad de brindar al país una programación coherente y organizada desde un escenario no capitalino, uno de los serios defectos de la actual visualidad cubana.
La necesidad de dichos referentes −lo he dicho en cuanto escenario he podido− es un imperativo de la imagen cubana, urgida de legitimar las historias, los personajes, las calles y los modos de otras regiones del país no habaneras, para que la condición capitalina no suplante a la de la nación toda.
Pero esta no es una historia trunca ni amarga, todo lo contrario: es la historia de una pasión.