Maestra normalista que aportó sus saberes al desarrollo de la televisión cubana

La historia fundacional de la televisión cubana está tejida por maestras normalistas que, por azares de la vida, amplificaron sus aulas físicas al volcarse a los estudios televisivos. María Virginia Wong Ruíz (La Habana, 11 de noviembre de 1937) es una de ellas.

Su padre nació en Cantón (China) y fue cocinero del embajador norteamericano Caffery. La familia de su madre sirvió a los propietarios del Central Ermita -en la entonces provincia de Guantánamo- también norteños. De sus padres, aprende los verdaderos valores humanos mientras realiza sus estudios básicos en una escuela de monjas -Asilo Menocal- en la barriada capitalina del Cerro.

 En 1953 ingresa a la Escuela Normal, de la cual egresa cuatro años después aunque no ejerce de inmediato por el nacimiento de sus dos hijos. Sin embargo, desde el Consejo de padres de la escuela “Raúl Gómez García”, del municipio Plaza, crea el proyecto Bazar que recorrió varias escuelas, transformando a los muñecos en alumnos que interpretaban los personajes de famosos ballets.

Es precisamente Bazar, la primera de sus propuestas representada en nuestra pantalla chica con el director de programas Luciano Mesa.1 Finalmente, entre 1962 y 1970, Virginia impartió clases en el sistema regular de educación primaria.

Desde 1971, su vida laboral dio un giro insospechado al ingresar al área donde se realizaba la programación infantil del Canal 6. Allí debuta como escritora -y luego como asistente de dirección- de Escenario escolar, dirigido por su esposo Luciano, en equipo creativo exitoso que pervive muchos años.

Variedades infantiles se emitió en vivo, una vez a la quincena, hasta mediados de los años 80 pasados, con artistas profesionales, alumnos de las Escuelas elementales de ballet, música, danza y artes plásticas- y niños aficionados que Virginia entrenaba para actuar, bailar y cantar ante las cámaras; tal y como Cremata lo hace desde hace años en La colmenita.

Estos proyectos se redimensionaron por la colaboración de la organización pioneril, el Movimiento de aficionados y el Ministerio de Cultura. Primero, los niños seleccionados en la capital, asistían a los estudios televisivos. Luego, se trasladaron hacia la capital los pioneros de cada provincia o en sentido inverso. Los realizadores y alumnos capitalinos organizaban las presentaciones en las locaciones provinciales donde se celebraban las festividades anuales del 26 de julio.

Estos alumnos-actores aficionados, que se enfrentaban por primera vez a las cámaras,   tenían entre 5 y 15 años2, lo mismo interpretaban géneros musicales y danzas, que escenificaban obras teatrales complejas. Por ejemplo, de autores universales como Antón Chejov y Alejandro Casona. De la literatura infantil clásica, llevaron a la pequeña pantalla las obras: “Meñique”, “Abdala”, “Pinocho” y “La cenicienta”; así como adaptaciones de cuentos cubanos de Dora Alonso y de Onelio Jorge Cardoso.

Este modelo de integración cultural e institucional se aplicó a un vasto espectro de proyectos audiovisuales destinados a los niños y los adolescentes, donde finalmente rotaron algunos de sus intérpretes.

En 1974, Virginia egresa del Curso para trabajadores en la Universidad de La Habana como Licenciada en Historia del Arte y también aprende dramaturgia en cursos impartidos por el guionista Abelardo Vidal,3 conocimientos que en lo adelante enriquecerán otros proyectos suyos.

Desde 1980 se estrena Que siempre brille el sol, programa de competencia de manifestaciones artísticas que significó un importante logro de nuestra televisión, pues abarco todo el país.

Refería Virginia en una entrevista realizada hace años, que cuando estos niños llegaban al estudio televisivo para realizar el encuentro final, tenían la responsabilidad de un artista profesional.  

Otro tanto sucedió con Fiesta de verano (1982 y 1983) durante la programación estival, donde devino asistente de dirección. También creó El arte y los jóvenes, con recién egresados de las escuelas de arte y Rayito de sol, con niños pequeños. Poco después, dirigió en la televisión el espacio Dando vueltas.

Cuando en los años noventa pasados, el Período Especial barrió con este tipo de proyectos, en la programación cultural televisiva fue asistente de dirección del instructivo Andar La Habana, que desde entonces condujo el historiador de La Habana, Doctor Eusebio Leal. A la par, se preparaba para su evaluación como directora de televisión.

Cuando en 1996 se jubila, el aporte educativo-cultural de sus programas le había valido a ella4 y a Luciano Mesa -como director- numerosos galardones.  

Desde 1981, en los Festivales de la Radio y la Televisión, alcanzaron cinco premios, y en la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, cuatro premios, dos de ellos, el Premio Caracol.

La entonces llamada Unión de Pioneros de Cuba les concedió varias distinciones por contribuir al desarrollo de capacidades artísticas en el Movimiento de aficionado infantil. Incluso, en las encuestas, los propios pioneros, en más de una ocasión, eligen sus proyectos en Mis programas preferidos.

Hacia 1985, la Dirección de casas de cultura reconoce su gestión en las actividades artísticas de aficionados.

Al año siguientes, el Ministerio de Cultura distingue su contribución relevante al Movimiento de artistas aficionados y el centenario de “La edad de oro”; reconociendo su trascendencia y labor artístico-cultural con niños y jóvenes.

Así, nuestra sociedad reconoció a una pareja de la televisión cubana que realizó importantes aportes a la enseñanza artística desde la programación televisiva.  

Cuando Virginia Wong dejó atrás las aulas, ni siquiera pudo sospechar que su vida ante las cámaras de televisión sería un magisterio perpetuo.

Hoy, cuando recorre las calles habaneras y le salen al paso las sonrisas de muchos hombres y mujeres que la saludan con cariño, en muchos de ellos reencuentra a los   niños y niñas que enseñó en ambos escenarios.

Como si fuera poco, su labor también se sembró en la memoria colectiva de quienes desde nuestras casas, aprendimos y disfrutamos con sus creaciones.

 

Referencias:

1 Desde el triunfo de la Revolución, como Jefe de grupo de control remoto del Canal, grababa frecuentes actividades políticas en todo el país. En una de ellas, se conocen y surgió un amor que perdura tras el reciente fallecimiento de este hombre.

2 Incluso hubo ocasiones en las involucraron a los pequeños de los Círculos infantiles.

3 Luego, junto a Nilda Rodríguez, escribió la famosa serie En silencio ha tenido que ser.

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