En el devenir social todas las zonas del conocimiento y del quehacer individual o colectivo se relacionan ineludiblemente con las disciplinas de la Historia y los ámbitos de la Cultura, en tanto ambos comprendían la actividad humana.
La transformación raigal materializada en las estructuras y los paradigmas socio-ideológicos en Cuba durante medio siglo, no han anulado valoraciones sobre determinados procesos y fenómenos desde una perspectiva clasista, elitista y reduccionista que anula su valía.
Durante largo tiempo ―por suerte cada vez menos― algunos han pretendido negarle los valores históricos-culturales a la radiodifusión nacional, ya fuera por considerarla solo desde la lógica comercial en su primera etapa o peor aun; por el convencimiento de que los medios de comunicación por su condición de soportes tecnológicos generadores de productos y públicos masivos, son incapaces de crear expresiones artísticas y carecen de aportes culturales.
Entre otros argumentos se afirma que la velocidad y el volumen productivo de estos sistemas anulan la capacidad de producir arte, lo cual no es cierto. Ello explicaría las razones de que a la cinematografía ―donde impera un ritmo lento de producción y posee menos obras terminadas― nadie le discuta su condición artística, lo cual sabemos no es tan absoluto. En todos los ámbitos se realizan obras con o sin valor artístico.
El universo radial-televisivo por el contrario, en tanto se aplican muchas expresiones, niveles y dimensiones de diversas artes, con alto volumen de proyectos cada día impone la conciliación en equipo de múltiples saberes, habilidades y talentos diversos ―incluidos los artísticos― en busca del resultado final.
Las perspectivas negativas antes referidas han dañado por igual a productos, figuras, géneros, tendencias del arte, la propia condición de bien patrimonial como legado histórico-cultural, las denominaciones de instituciones y hasta el otorgamiento de premios culturales a nuestros hombres y mujeres.
La radiodifusión cubana de todos los tiempos se ha ganado por derecho propio el reconocimiento de su dimensión histórico-cultural, por su relevante significación y trascendencia nacional e iberoamericana; su protagonismo en la historia nacional y continental; el estilo forjado en función de nuestras sensibilidades ―pese a la penetración y el hegemonismo norteño―; la apropiación y mixtura de matrices culturales afines a lo latino y lo cubano en un vasto espectro que va desde lo más popular a lo más elitista y por brindar un escenario de lujo a los creadores e intérpretes cimeros en disímiles disciplinas.
El patrimonio de la Radio y la Televisión no se restringe a su historia específica. En tanto por su condición replica diversas zonas del conocimiento, la cultura y el acontecer social, es también la historia de la nación cubana.
No exageramos cuando afirmamos que en ella convergen entre otras, las trayectorias de la Historia, la Comunicación, la Investigación aplicada, la Información, la Tecnología, el Deporte como expresión de cultura popular y las más heterogéneas manifestaciones o expresiones de la cultura y del arte autóctono y universal.
Por si fuera poco, el peculiar impacto y huella que la programación radial-televisiva deja las practicas culturales cotidianas de las audiencias genera una vivencia compartida entre emisores y receptores donde los públicos se identifican con gran empatia con los artistas o comunicadores, los proyectos y hasta con los personajes de ficción.
Son los recuerdos, remembranzas y experiencias personales de individuos y grupos sociales los que se transmiten por tradición oral, generación tras generación, configurando una zona importantísima de la memoria colectiva popular y por ende, del patrimonio e identidad nacionales.
Las perspectivas ideológicas y filosóficas antes señaladas sobre la producción mediática y sobre sus aportes culturales incidieron significativamente en la pérdida de los registros originales de empresas y en la propia conservación y restauración de nuestro patrimonio durante décadas.
Lo mas importante es que actualmente, se revaloriza la historia de Cuba como un todo y ello permite identificar el devenir de nuestra sociedad y por solo citar un ejemplo, los polifacéticos valores de la etapa denominada erróneamente denominada La Republica.―en tanto lo que hemos vivido en cincuenta años de Revolución también se produce en el marco de un estado republicano― como un todo que constituye la esencia de la nación en cualquier etapa y régimen social.
Nunca es tarde para convocar al rescate de la historia de la Radio y la Televisión tanto por los que laboramos en nuestro Instituto como por todos aquellos que por razones varias, sean capaces de hacerlo, incluyendo en ello a actores sociales tan importante como el propio Ministerio de Cultura.
Aun existen registros dispersos en manos de individuos o no centralizados por las instituciones correspondientes sin condiciones de conservación o que, al producirse la desaparición física de sus propietarios originales corren el peligro de desaparecer y con ellos, muchos de los elementos que ayudarían a completar este hermoso rompecabezas histórico.
No hacerlo generaría un vacío que interrumpiría el valioso legado que a la nación han dado miles de hombres y mujeres con sus vidas, talento y empeño a su labor y a sus públicos.
La adquisición actual de nueva tecnología que permite digitalizar fondos fílmicos y audiovisuales nos permitirá dar un impulso a este rescate en los nuevos formatos. Aspìramos que este impulso llegue a otras zonas del patrimonio.
Solo nos queda convocar a los protagonistas de esta historia, a sus familiares, amigos e incluso a individuos y áreas productivas desconocidas para que colaboren a perdurar nuestra memoria común compartiendo kinescopios, fotos, documentos y otros registros.
Ello permitiría su reproducción y así, enriquecer el reservorio del Instituto Cubano de Radio y la Televisión y de la nación cubana; aunque para concretarse implique instrumentar una forma de compensación a quienes ayuden a ampliar nuestros fondos colectivos, aunque esto genere alguno mecanismo de compensación institucional a sus poseedores.
Rescatarlos y preservarlos ayudaría a complementar las investigaciones históricas sobre estos importantes medios de comunicación cubanos y enriquecería este caudal para las nuevas generaciones de cubanos.