La búsqueda de talentos artísticos entre los aficionados y la conversión de los seleccionados en artistas profesionales contratados para la programación de los medios electrónicos, fue una práctica iniciada en la Radio cubana durante la década del 30 del siglo pasado y se reprodujo en nuestra Televisión hasta 1960.

En otros artículos hemos analizado la imbricación que se produjo en la Industria Cultural habanera de los años 30 del Siglo XX, que nucleó en haz apretado, la fundación de organizaciones especializadas en la interpretación o en la enseñanza de las Artes Escénicas, el desarrollo de diversos géneros teatrales y musicales con profunda raigambre nacional, la asimilación y transculturación generada por la comunidad española residente en nuestra patria – con un impulso importante tras la perdida de la Republica española- y el hecho de que todos estos procesos confluyeron factores de fuente nutricia múltiple en los géneros dramáticos y musicales de diversos espacios culturales y la reconfiguración de los cuadros de comedia , léase elenco dramático, de las emisoras radicadas en la capital cubana.

Los elementos antes enumerados, entre otros factores económico-sociales-culturales, trillaron el camino para el flujo de las actividades artísticas hacia los medios electrónicos y sus versiones radiales y televisivas, en adaptaciones que crearon nuevos productos comunicativos que establecieron relaciones dialécticas de herencia y renovación.

La Música, el Teatro, la Novela que llegó a la Radio y a la Televisión, siguieron siendo en alguna medida el género original y sin embargo incorporaron nuevos códigos, lenguajes y recursos que generaron, sin lugar a dudas, una nueva creación que vinculo orgánicamente la identidad y la diferencia.

Es en este entorno, en sentido general, donde surgió un tipo de programa radial muy especifico que convirtió, los concursos de aptitudes artísticas celebrados en teatros, academias, patronatos y fundaciones de múltiples orígenes en algo parecido pero diferente: los concursos radiales/televisivos en busca de talentos que entre otros ejemplos, devienen paradigmático caso de fusión de la lógica comercial con la lógica artística dentro de la dinámica de la radiodifusión cubana, en la etapa de despegue de la Radio comercial cubana y luego en la Televisión, caracterizadas por una feroz competencia en el mercado habanero, lo cual dejó una fuerte impronta en las formas, estilos y contenidos de nuestra programación cultural radial y televisiva.

Desde otro punto de vista, estos programas permitían concursar en diversas disciplinas artísticas, en sentido general a los jóvenes y muchachas que habían recibido instrucción de Música y Artes Escénicas en otros escenarios e instituciones, devenían el canal que les permitía aspirar a su ejercicio profesional en el entorno que les daba una proyección inmediata por la proliferación de las emisoras, su variada cobertura y programación, su sentido de inmediatez y la interrelación que las actividades de la radiodifusión cubana tenían con otros espacios culturales.

Es valido recordar que en las décadas del 40 y el 50, La Habana fue para la Radio en América Latina, lo que México y Buenos Aires eran para el Cine regional.

Los primeros registros de este tipo de concursos convertidos en programas radiales o televisivos aparece con la labor de Mario Martínez Casado en la emisora que convocó a los aficionados a la Declamación y a la Actuación para pruebas que consistían en la representación de espectáculos dramatizados radiados por la emisora.

Los ganadores se incluían en los cuadros dramáticos de la emisora, fortaleciendo con aficionados cubanos jóvenes, un elenco para la programación dramática de las emisoras grupos que hasta entonces, nucleaba a profesionales del teatro, generalmente de origen español.

Entre estos primeros balbuceos, la emisora CMW del Diario de la Marina, realizó un experimento creando un programa habitual denominado el Programa de aficionados de Rene Cañizares, donde un jurado de artistas profesionales selecciono las mejores actuaciones, proyecto que Oscar Luis calificó como “realizado sobre moldes yanquis, falto de iniciativa y sin mayor trascendencia”.

Poco tiempo después, aparece también similar concurso de Actuación en la CMQ Radio, con la peculiaridad de que el jurado realizo sus funciones en sus casas analizando la actuación de los concursantes en la obra radiada.

Hasta este momento los concursos se limitaban a la búsqueda de una joven cantera actoral que fusionaba hombres y mujeres con una formación especializada elemental y otros que por pura afición y vocación se habían volcado al arte con una formación empírica y fueron aprendiendo día a día, sin distinguir edades ni instrucción escolar.

Décadas después los mejores exponentes de esta vertiente artística devinieron en Cuba, gigantes en sus aportes a los géneros más representativos de la cultura cubana.

El paso siguiente fue incorporar la Música a los concursos, con lo cual en corto plazo, las emisoras patrocinadoras de los concursos artísticos entre los aficionados, accedieron a un personal conocido a fuerza de las diversas etapas eliminatorias y de la Promoción dentro y fuera de la Radio de estas actividades, que mas que un programa de Radio o Televisión, devino una estrategia combinada de Merchandising, Promoción, Publicidad y que aceleró el ingreso masivo de sangre joven a la programación.

Una mirada comercial y económica al fenómeno nos revela una radiodifusión comercial altamente competitiva donde cada peso contaba, máxime si consideramos que aunque había muchas emisoras, no todas contaban con grandes recursos económicos.

Fue así que esta estrategia de las emisoras fusionó a los objetivos originales del incremento del cuadro dramático de la emisora, el hecho de que este talento ganador no profesional aunque comenzaba a trabajar en todas las actividades radiales, percibía salarios muy bajos en comparación a los exigidos en similares funciones por profesionales con larga trayectoria.

La poca experiencia de estas estrellas nacientes era suplida con la simpatía que despertaban en los oyentes y espectadores, la participación de estos jóvenes y muchachas en la actividad cotidiana de las emisoras, lo que por su impacto y número espectacular, significó a corto plazo, una renovación significativa.

Entre otros concursos de este corte estuvieron el denominado “La escala de la fama”, organizado por la emisora del Diario de la Marina y los realizado en algunos teatros habaneros.

Todos ellos, incluidos los de Actuación, devinieron precedentes directos de un sistema de elección de concursantes que muy pronto sustentó y apoyó la actividad comercial de las principales emisoras habaneras y renovó el talento de la Radio, la Discografía, el Espectáculo, la Música y las Artes Escénicas al rebasar la Declamación, entonces considerada plataforma de lanzamiento para la dramaturgia de la Actuación, con su competencia de interpretación musical y la canción.

En este tipo de concursos que captaban profesionales de la Música, la Declamación y la Actuación tuvieron una incidencia decisiva dos emisoras que en la década del 30 al 50 alcanzaron su mayor desarrollo, a saber RHC, (Cadena Azul) y CMQ Radio; proyectos radiales específicos como “Voces Nuevas” y la “Corte Suprema del Arte”, pero también hombres como José Antonio Alonso, que reveló un olfato peculiar para descubrir el talento detrás de la mas inexperta expresión.

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