La joven actriz Laura Treto valora la oportunidad de trabajar junto a su padre en la actual telenovela en pantalla

Una vez más la TV cubana reserva el espacio nocturno a la transmisión de las telenovelas cubana e internacional. En esta oportunidad, recién aparece Latidos compartidos, telenovela que desde su propio diseño de presentación se apropia de los códigos visuales representativos de un género que si bien ha sido llevado y traído por la crítica, cada vez conoce más adeptos que detractores.

Las razones pueden ser diversas pero en el caso cubano, el hecho de lograr una puesta con una representación decorosa de la realidad ya va significando un punto a favor de la misma: el ciudadano quiere verse representado sino totalmente singularizado en un personaje, sí necesita ver matices también compartidos en varios personajes que lo conduzcan a partes de su historia de vida.

Latidos compartidos, tal y como su nombre lo indica, pasa por momentos felices, de desolación, de engaños, de olvido, no faltan toques humorísticos en personajes de distinta condición social -elemento que ya comienza a ser importante- de diverso nivel educacional, de variedad de aspiraciones y motivaciones, todo ello emplazado en la existencia de múltiples familias.

Algo novedoso y rico en esta puesta en pantalla resulta el hecho de que padre e hija en la vida real coincidan en el “escenario” para convertirse en hermanos que, bajo el mismo techo, intensan salvaguardar su verdadero yo. Me refiero a Jorge Treto y su hija Laura.

Acerca de esta feliz reunión profesional conversamos con la joven actriz, por cierto, ya despojada del rol de principiante, pues es de esas actrices que desde una postura de total simpleza, puede asumir diálogos de connotada importancia y lograr una reconocida credibilidad.

Confiesa ella lo importante y difícil que le resulta trabajar en la misma escena con su padre: “siento que todo el tiempo me califica, cuando estamos fuera del trabajo me he dado cuenta que no se ha perdido un detalle de mi desempeño, a pesar de estar concentrado en el suyo, pero siempre tiene tiempo para mí.

“Eso me gusta y se lo agradezco no solo como hija, sino fundamentalmente como actriz. Tenerlo cerca es muy bueno, porque me ofrece la confianza de que vamos de alguna manera unidos sobre esta cuerda floja que es la actuación.

“Me he sentido muy bien con el personaje, aprecio sobre todo la química que se ha establecido en el equipo y, en el caso específico de la familia a la que pertenezco, ha primado la comunicación, incluso fuera del rodaje.

“Jorge Treto y Amaury Millán, quien asume el rol de su hijo mayor, viven un conflicto muy serio, sin embargo, ha quedado en ellos un cariño y respeto muy profundos. Y eso creo que se respira en la pantalla.

“Ha sido un trabajo arduo, pero estamos igual de contentos y espero que los televidentes nos acompañen hasta el final porque habrá supresas, y es que ninguno de los personajes han sido concebidos desde una sola arista, todos tenemos defectos y virtudes, solo espero que se identifiquen con lo que expresamos.

“Ahora que tengo la oportunidad, también en nombre de mi padre les doy las gracias por la complicidad”.

Y de seguro que el agradecimiento llegará pasados los más de 80 capítulos de esta telenovela, que entre sus aciertos ya regala reales latidos compartidos entre padre e hija.

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