ANÉCDOTAS SOBRE FIDEL DE UN LIBRO EN PREPARACIÓN (IV)

De un libro en preparación sobre numerosos viajes de Fidel Castro Ruz al exterior, el compañero Ovidio Cabrera García, jefe del grupo de la Prensa Cubana, quien lo acompañó en muchos de ellos, nos facilitó estos relatos que ponemos a su consideración y que nos muestran a un Fidel cada vez más grande, como homenaje a él, en el quinto aniversario de su desaparición física.

EL HABITUAL ATENTADO A FIDEL

Cartagena de Indias fue la ciudad colombiana sede de la Cuarta Cumbre Iberoamericana, celebrada los días 14 y 15 de junio de 1994; una oportunidad más para que los contrarrevolucionarios de Miami, pagados por Estados Unidos, atentaran de nuevo contra la vida del Comandante en Jefe Fidel Castro.

La Seguridad de Cuba conoció por fuentes de inteligencia que la Fundación Nacional Cubano-Americana (FNCA), radicada en el estercolero de la Florida, planeaba asesinar, en la ciudad sede de la Cumbre, al Presidente cubano.

El proyecto consistía en disparar contra él con un fusil Barret calibre 50, trasladado desde Miami. El plan fracasó una vez más, al no presentarse las condiciones planeadas por los complotados, debido al alto grado de seguridad del mandatario.

En el operativo del atentado estaban implicados los terroristas de origen cubano Alberto Hernández, otra vez Roberto Martín Pérez, Luis Posada Carriles (responsable del crimen de la explosión del avión de Cubana de Aviación en Barbados), Ramón Orozco Crespo, Gaspar Jiménez Escobedo, Félix Rodríguez Mendegutía (asesino del Che), y Raúl Valverde.

Según supimos, uno de los escenarios donde se podía producir el atentado era en el paseo en coche de los presidentes asistentes a la Cumbre, por la zona vieja de la ciudad de Cartagena, como parte del programa del evento.

Esto se haría en las primeras horas de la noche del día previsto.

El paseo se produjo y nadie pudo impedirle al corajudo Fidel Castro que desistiera de hacerlo. Por eso se tomaron todas y cada una de las medidas de protección posible.

La seguridad puso en función del operativo a todos los cubanos posibles que estaban en la ciudad. A muchos nos apostaron en determinados lugares por donde pasarían los presidentes, tanto en el público como en puntos estratégicos.

El coche descapotado que primero vimos, en el paseo, estaba tripulado por los Reyes de España, de color rojo marrón con ribetes blancos, conducido por un colombiano mulato oscuro, con camisa de medianas mangas de ribetes matizados por arabescos, con sombrero típico del país andino y una seño de seriedad. Guiaba un caballo vallo de espigada estirpe.

El monarca, con guayabera blanca remangada por el calor que hacía, saludaba formalmente con la mano mirando para arriba y a los lados. Lo acompañaba, haciendo lo mismo, la Reina, portando una agradable sonrisa.

En las aceras se veían civiles, y militares controlando a la población asistente. Junto al coche, cuatro custodios de su seguridad personal.

Después venían en otro coche Violeta Chamorro, de Nicaragua, acompañada de Sánchez de Losada de Bolivia. A continuación, el presidente hondureño. Detrás le seguía el carro del Comandante en Jefe Fidel Castro.

Exhibía una guayabera blanca, sentado en un coche rojo claro tirando a magenta con partes pintadas de negro. Lo conducía un colombiano con las mismas características que el que acompañaba al Rey de España, el cual guiaba un caballo blanco de mucha fortaleza, con orejas alzadas que semejaban dos antenas y una expresión muy activa.

Al lado de Fidel, sentado, el Premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez, invitado allí con toda intención, apreciado y querido por todos sus paisanos del lugar.

En los estribos del coche, el canciller cubano en uno y el jefe de la escolta personal en el otro, los dos de pie. En la calle, por los lados, seis miembros de la Seguridad Personal, tres a izquierda y tres a la derecha, caminando al ritmo del vehículo.

También dos policías de la caballería montada con sus vistosos uniformes de ese cuerpo armado de Colombia, en las mismas posiciones que los nuestros, y un tercero en la retaguardia. Caminando al lado del coche, pero por las aceras, varios compatriotas y el embajador cubano en el país.

Fidel, con una amplia sonrisa que transmitía seguridad y ecuanimidad, alzaba la mano y saludaba a la población en señal de amistad, y en los balcones de los edificios y aceras, el pueblo gritaba a viva voz el nombre del líder cubano.

Años después, en la X Cumbre Iberoamericana en Panamá, en conferencia de prensa, al denunciar otro atentado que Posada Carriles y sus secuaces le iban a realizar, debido a lo cual resultaron detenidos en el lugar, se refiere al de Cartagena en estos términos:

En ocasión de la Cuarta Cumbre, celebrada en Cartagena de Indias los días 14 y 15 de junio de 1994, estuvieron a punto de disparar contra nosotros cuando recorríamos la vieja ciudad en una caravana de coches tirados por caballos, que organizaron los anfitriones.

Gabriel García Márquez viajaba junto a mí en ese recorrido. Habría tenido yo, en ese caso, el honor de morir con tan lúcido escritor”.

En la VII Cumbre, en Isla de Margarita, Venezuela, le organizan los mismos terroristas, otro atentado que resulta fallido porque les incautan, incluso, armamento pesado antes de producirse.

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