Reynaldo Agustín Miravalles nació en Ciudad de La Habana el 22

e enero de 1923, este año hubiera cumplido 102 años de vida… La primera manifestación artística por la que se inclinó fue por las artes plásticas, por lo que se matriculó cuando solo tenía 17 años de edad en la Escuela Anexa de “San Alejandro” en el curso nocturno.

La difícil situación económica que atravesaba el país y su familia le impidieron seguir estudiando, hasta que en 1944 realizó su primera actuación, donde debutó en un programa humorístico en la radioemisora “La voz de los Ómnibus Aliados”. A partir de aquella fecha, trabajó en casi todas las emisoras radiales de Ciudad de La Habana. De esta primera etapa de su carrera, es preciso  destacar su intervención en la más famosa serie humorística –primero radiada y que más tarde sería televisada– de la entonces Cuba republicana: “La Gran Corte”. Posteriormente su creador y director Alberto Luberta lo incluiría en el elenco de “Alegrías de Sobremesa” la que fue de un rotundo éxito.

Sobresalió en la radio, en la televisión y especialmente en el cine cubano. Son relevantes sus actuaciones en disímiles filmes como: “Las doce sillas”, “El hombre de Maisinicú”, “Los pájaros tirándole a la escopeta” y muchos más.  En sus últimos años residía con su familia en la ciudad de Miami desde mediado de los años ´90 sin perder su vínculo con su país, donde protagonizó su última película “Esther en alguna parte, junto a un grupo de grandes actores como: Paula Alí, Enrique Molina, Daysi Granados, Laura de la Uz, Luis Alberto García y otros, bajo la dirección de Gerardo Chijona.

En 1951 comenzó a trabajar como actor en la Televisión Cubana, un medio que nunca más abandonó del todo y, ese mismo año recibió el premio al actor más destacado. En su larga carrera televisiva interpretó cientos de personajes, entre ellos, el del guajiro “Melesio Capote”, con el que alcanzó una gran popularidad. Recordamos su incursión en “Si no fuera por mamá”, Su calidad interpretativa le permitió encarnar tanto a personajes humorísticos como dramáticos.

Incursionó en disimiles espacios televisivos, como en “La comedia del domingo”, en “Teatro en televisión” y en el teatro también actuó en una multitud de obras, aunque sin dudas fue en un clásico cubano su desempeño en la puesta en escena de “Santa Camila de la Habana Vieja”, donde logró su mayor éxito.

En 1957 se inició en el cine con el filme venezolano “Papa Lepe”. A partir de 1959, con la creación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), se fue destacando como uno de los actores de mayor fuerza interpretativa del nuevo cine cubano y latinoamericano.

Incursionó en algunas de los filmes cubanos más destacados en la década de los años sesenta. Encarnó a un humilde lechero que se ve involucrado en la insurrección, en una de las tres partes de “Historias de la Revolución” (1960), de Tomás Gutiérrez Alea, reflejando la lucha contra la dictadura de Fulgencio Batista. Otro personaje diametralmente opuesto, un cruel e inescrupuloso esbirro batistiano, en otro filme, “El joven rebelde” (1961), dirigido por Julio García Espinosa, concebido por Cesare Zavattini, mítico guionista del neorrealismo italiano. Un año más tarde, coprotagonizó, nuevamente bajo la dirección de Gutiérrez Alea, una de las comedias más imborrables del cine cubano: “Las doce sillas”, donde interpretó un picaresco chofer de un aristócrata reacio a la Revolución –papel que tuvo a su cargo Enrique Santisteban– que desesperadamente buscaba unos diamantes que él mismo había ocultado en unas sillas que fueron confiscadas por el gobierno revolucionario y subastadas como bienes malversados.

En la década siguiente, luego de su breve participación en “Una pelea cubana contra los demonios” (1971), de Gutiérrez Alea, representó, en la película de Manuel Pérez “El hombre de Maisinicú” (1973), papel que, aunque cuenta con pocas apariciones, tal vez le haya merecido la mayor popularidad entre el público cubano y foráneo: “Cheíto León”, jefe de un grupo de contrarrevolucionarios alzados en el Escambray, en el contexto de la denominada “Lucha contra bandidos” en los años sesenta. Un índice de la relevancia de esta actuación lo constituye el hecho de que tres de las diez frases de “Cheíto León” en “El hombre de Maisinicú”, figuran entre las diez más recordadas del cine cubano.

En 1976, protagonizó el filme de Sergio Giral, “Rancheador”, ambientado en la etapa colonial, en el que encarnó a “Francisco Estévez”, violento perseguidor de esclavos fugitivos. Dos años más tarde, volvió a ubicarse bajo la dirección de Gutiérrez Alea en “Los sobrevivientes”, donde interpretó a un miembro de una aristocrática familia cubana que se recluyen en su palacete para refugiarse de las profundas transformaciones impulsadas por el nuevo gobierno socialista.

Alrededor de los años ´80 por placer y su vocación artística incursionó como un hobby en la realización de lámparas “Art Nouveau” porque al tener tanta paciencia, ser tan perfeccionista y detallista le quedaban muy artísticas y bellas, regalo alguna, otras las comercializó. Siempre estaba en busca de vitrales y cristales rotos, por lo que regularmente tenía cortados sus dedos…

En la década siguiente, luego de su participación en “Polvo Rojo” (1981), de Jesús Díaz y en “El Señor Presidente” (1983), versión cinematográfica de Manuel Octavio Gómez de la novela homónima de Miguel Ángel Asturias, Miravalles protagonizó en 1984, una de las comedias más populares de esos años: “Los pájaros tirándole a la escopeta”, de Rolando Díaz. En este filme, en la que también participó Consuelito Vidal –otra figura legendaria de los medios audiovisuales– interpretó a un chofer de gua-gua, hombre maduro que entabla un romance con la madre del novio de su hija… Esta película cuenta además con las actuaciones de actores como: Alberto Pujols y Beatriz Valdés, fue pródigamente premiada en festivales nacionales e internacionales.

Años más tarde, regresó al género de la comedia con su personaje de “Pedro Cero por Ciento”, campesino que ostenta un récord en materia de la natalidad vacuna; en el filme de Luis Felipe BernazaDe tal Pedro tal astilla” (1985), una recreación en tono humorístico de la obra Shakespeare “Romeo y Julieta”, llevada al campo cubano, este papel le mereció a Miravalles un premio Caracol 1986 –galardón ofrecido por la Unión de Escritores y Artistas de Cuba– por la mejor actuación masculina.

En el año que inaugura la década de los noventa, –período sumamente difícil en términos económicos y políticos para Cuba–, participó en una de los filmes más polémicos de nuestro cine: la comedia de humor negro “Alicia en el pueblo de Maravillas”, de Daniel Díaz Torres, en la que encarnó al líder diabólico, de un remoto pueblo cubano al que son “deportadas” personas que han sido degradadas de sus cargos…

Al año siguiente, protagonizó “Mascaró, el cazador americano”, de Constante Diego, Rapi, una actuación que fue premiada con un Caracol a la ‘Mejor Actuación Masculina’ en el marco del Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana, en 1992.

Cuando emigró a los Estados Unidos desde mediados de los años noventa, Miravalles interpretó el papel de un veterano agente de la CIA, junto a actores de fama internacional como Saffron Burrows y Harvey Keitel, en la película española de Gerardo Herrera “El misterio Galíndez”, basada en la novela de Manuel Vázquez Montalbán. También trabajó en “Cercanía” de (2008), de Rolando Díaz, una película que trata sobre la vida de los emigrantes cubanos en Miami.

Su último trabajo fue “Esther en alguna parte”, lo realizó en Ciudad de La Habana bajo la dirección de Gerardo Chijona quién lo invitó a hacerla. Sobre este trabajo dijo:

"Si tú no vives en tu país, no hay un estilo de producción para que te seleccionen. Para esta película, no hay mucha gente que tenga la edad que tiene que salir en ella. Los viejos trabajan en el cine porque abren la puerta y solo dicen: “el señor no está”, y cierran la puerta. Los argumentos para viejos no existen en el cine. No para mí, que tengo ya muchos años y ahorita voy a tener un siglo. Actores famosísimos del cine americano no ponen la cara ahora en el cine. Lo que ponen es dinero para que hagan las películas, pero sus caras no se ponen más. ¡Já, já, já! Y además, para hacer una película, el argumento tiene que estar bueno. Si me ofrecen una película que no esté bien el argumento… ni aquí, ni allá. No la hago tranquilamente. Aquí, no quiero especificar, me han ofrecido películas. Pero las películas que no me interesen, no las hago, porque me parece que es perder prestigio.

 

"Chijona encontró a un actor que tiene la edad que necesita tener el personaje de esta película, y me invitó a que yo viniera a Cuba. Lo primero que yo le dije es: me tienes que dar el guion, para yo saber si el guion me conviene. No la economía aclara, sino el guion. Entonces me dieron dos guiones que eran demasiado amplios, y les dije que no. Después me trajeron otra versión. A mí me pareció que era una cosa agradable, y acepté venir a hacerla."

Casualmente falleció el día del cumpleaños de quien le rinde este pequeño homenaje con esta crónica. Fue el 31 de octubre de 2016 en La Habana, Cuba, a los 93 años de edad, víctima de algunas complicaciones derivadas de varios padecimientos…

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