La investigadora Sofía Porro ofrece sus criterios sobre la relación de la infancia y la TV cubana.

¿Qué tipo de televisión se hace hoy para los niños en Cuba? ¿Hasta qué punto se toman en consideración sus criterios, motivaciones y preferencias? ¿En qué medida los programas nacionales representan a la infancia de todo el archipiélago?

Sobre estos asuntos conversó el Portal de la TV Cubana en exclusiva con Sofía Porro, profesora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO), especialista en el tema de infancia y adolescencia.

“Cuando un niño se sienta delante de la tv, ¿qué y a quiénes quiere ver?: espacios donde se traten temas de su interés, en escenarios y entorno familiar semejantes a los suyos, niños, niñas y adolescentes con inquietudes propias de esas edades, semejanzas y diferencias sociales, culturales, deportivas, etcétera, entre la niñez de las diferentes regiones geográficas del país.

“El Artículo 17 de la Convención de los Derechos del Niño (UNICEF) dice que:

Los Estados Partes reconocen la importante función que desempeñan los medios de comunicación y velarán porque el niño tenga acceso a información y material procedente de diversas fuentes nacionales e internacionales, en especial la información y el material que tengan como finalidad promover su bienestar social, espiritual y moral y su salud física y mental.

“Por tanto hay que considerar a la niñez y adolescencia como sujetos y no solamente como objetos de la programación infantil”, apunta la entrevistada.

A juicio de Porro, entre los subtemas menos explorados actualmente en nuestros medios está la infancia que vive en desventaja social y familiar, la discriminación por género, color de la piel y orientación sexual, las demandas y motivaciones de los niños en edad prescolar, para quienes es aún muy insuficiente la programación infantil cubana.

Entre los más abordados la especialista citó los relacionados con los procesos educativos, el cuidado y la protección del medio ambiente, la historia de Cuba, sobre todo las épocas de la Colonia y Neocolonia, la educación formal, entre otros. 

Según la también Doctora en Ciencias de la Educación, “si los niños, las niñas y los adolescentes cubanos se consideraran lo suficientemente representados, se sentirían más estimulados a consumir los productos comunicativos en sus diferentes medios, a interactuar en los casos que fuera posible, a participar de manera activa, o sea, emitiendo opiniones, críticas, sugerencias. Es decir, una real representación de la infancia en los medios contribuiría, además, a que los niños y las niñas no fueran solo vistos, también oídos, de ser así, ellos se sentirían más identificados con los productos comunicativos que se diseñan, muestran y publican para ellos.

“Las niñas y los niños negros y mestizos, gorditos, los que tienen necesidades educativas especiales, limitaciones físicas y/o motoras, los que profesan alguna creencia religiosa, los que viven en condiciones socioeconómicas y familiares adversas tienen derecho a verse reflejados en la pantalla y a que se escriban guiones donde se proyecten sus conflictos y realidades cotidianas”.

Sobre el papel de los medios de comunicación locales y comunitarios, acotó: “considero que los telecentros y los medios de comunicación locales pueden aportar muchísimo en el proceso de la construcción de una verdadera imagen representativa de la infancia y la adolescencia cubanas.

“Ellos muestran y se enfocan con más detenimiento en las formas y estilos de vida locales, en los temas culturales, deportivos, históricos relacionados con la provincia y pueden realizar, con mayor efectividad, estudios para conocer mejor los intereses del público infantil y sus audiencias.

“Nosotros hablamos de infancia cubana, pero dentro de este concepto las diferencias existen y deben ser tomadas en cuenta, por ejemplo: no se sienten igual representados los niños de La Habana cuando ven en la televisión una escuela en el Vedado, que los niños de un municipio de la provincia Granma, y la posibilidad real de sentirse representados en los medios la tienen los telecentros y los medios de comunicación locales en coordinación con los centros educacionales y las comunidades”.

En opinión de la entrevistada crear un espacio para niños no es solamente poner un grupo de ellos a conducir el espacio, sino que por el contrario este trabajo exige una alta preparación profesional de todo el equipo técnico y artístico.

“Una de las formas en que los profesionales de los medios de comunicación pudieran influir en la participación de los niños, las niñas y los adolescentes es dándoles herramientas para participar a través de los programas dirigidos a ellos, con un lenguaje apropiado y de forma amena, utilizando técnicas, por ejemplo de la Educación Popular y otras metodologías que se adecuen al medio en que se vayan a realizar las acciones.

“Una de las cuatro áreas de los Derechos del Niño es precisamente la participación, y a mi modo de ver, mientras más representada se vea la infancia cubana en los medios de comunicación, mayor será la participación real de esta en la sociedad, todo lo cual contribuirá a un mejor desarrollo tanto a nivel individual como social”, enfatizó.

En el diálogo e intercambio constante de los directores y guionistas de radio y televisión con los especialistas de las diferentes facultades y centros de estudio que trabajan estos temas, radica una premisa esencial para lograr la comunicación con sus públicos: conocer verdaderamente ese segmento poblacional para representarlo, sin demasiado pragmatismo ni falsas idealizaciones.

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