Si alguien quiere saber por dónde camina el joven movimiento de la música cubana en el inicio del siglo XXI, sólo tiene que conectar los lunes a las 5.00 p.m. el Canal Habana, de cuya atractiva programación lamentablemente se comenta poco.
El 28 de octubre nos satisfizo ver el programa Entre manos que, dirigido por los trovadores Martha Campos y Ray Fernández, promueve a las nuevas figuras emergentes en el paisaje sonoro de nuestro país. La artista invitada fue la joven tresera Enid Rosales Villazón y su grupo acompañante dirigido por el guitarrista Elis Sánchez.
Enid, (La Habana, l985), estudió primero guitarra en el Conservatorio Manuel Saumell; sin embargo, en la actualidad es una de los mejores exponentes entre las graduadas femeninas de la especialidad de Tres, tanto en el Conservatorio Amadeo Roldán como en el Instituto Superior de Arte, donde su maestro Efraín Amador fundó la Cátedra de Tres y Laúd, y ella misma integra el claustro de profesores del instrumento al tiempo que prepara su tesis de máster a fin de elevar su nivel docente.
La artista muestra su talento en el ámbito de la Nueva Trova, participa en peñas, grabaciones (Puertas, de Liuba María Hevia, y con el Grupo Frasis), conciertos en el Centro Pablo y también ha sido invitada, con el guitarrista Elis Sánchez, a la apertura del Noticiario del Mediodía de la TVC, así como al programa Ecos de Mujer.
Su hermosa y cálida voz dio a conocer en Entre Manos no sólo sus cubanísimas composiciones, por cuyos ritmos, giros melódicos y armonía instrumental propia de los géneros tradicionales, adquieren un sello identitario indiscutible.
Llamo la atención no sólo del público, sino de los medios de difusión, porque estas composiciones de Enid, en co-elaboración con su esposo Aplicar Reinier López, demuestran buen gusto y conocimiento pleno de nuestras primigenias raíces musicales, así como su acertada inserción y recreación en la factura de sus obras.
Tales ejemplos son evidentes en Tradicionando, típico son en el que se perciben los efluvios de Isaac Oviedo o Matamoros o del mismo Efraín Amador, sus fuentes nutricias, entre otros; o Los refranes de la abuela, con el ritmo del “nengón” (originario de Baracoa), la bellísima Tú, mi canción, plena de emanaciones líricas antiguas.
Una fiesta con los aires frescos y renovadores que ofrecen en mayoría nuestros jóvenes compositores puede disfrutarse en Entre manos, que se retransmite también en las tardes dominicales.
Muchos más debían ser los programas y medios promotores además de la televisión; también la radio de alcance infinito y en la cual -con excepciones-, escasean los espacios musicales que estremezcan el espíritu y no se realizan, aunque estemos rodeados de buenos compositores de otros géneros incluso, directores y promotores con talento y cultura suficiente para discernir entre el grano y la paja.
Si fuera posible, con ello se demostraría que no todo está perdido en medio de la proliferación de la grosería, vulgaridad y permisibilidad irresponsable, y ese “dejar hacer, dejar pasar” que está erosionando la esencia e imagen de la verdadera cultura cubana.
Seamos capaces de percatarnos a tiempo de cuánto podemos hacer y recuperar de nuestros valores tangibles e intangibles.
Sin encerrarnos en una urna de cristal aséptica e irrompible, debemos sumar -como ha sido siempre- lo más valioso de la producción universal sin perder nuestras esencias. Por ello sería aconsejable para los implicados en la selección y difusión de las obras, el estudiar la evolución histórica de la música cubana, desde la Ma Teodora y el danzón hasta nuestros días, y las sumas de influencias diversas para nuestro enriquecimiento nacional.
Así habrá una real coherencia entre la función educativa- recreativa de los medios, mensajes y receptores, sin susceptibilidades heridas e injustificables.