Conocí a Milton Díaz Cánter en 1979 cuando era un mangón (todavía lo es) y pasamos el curso para periodistas en la Escuela Superior del Partido Ñico López.

Cuando me entregó el texto y las fotos, una tarde en mi casa, interrumpidos por mi adorada Déborah, una diablilla de ocho años, recordamos aquellos años de la Ñico, al brillante Luis Armando Salomón, a Dávalos, el delegado de aula, a Fujichiro y a casi todos los integrantes de un colectivo que fue una suerte de familia para estudiar, compartir un huevo frito o beber una cerveza. Milton prometió escribir con su memoria fabulosa, pero no lo ha hecho. Con lo que me entregó lejos de quitarle pedazos he decidido publicarlo por partes, con complicidad de Hugo Edelqui, el alma del Portal de la TV.

¿Por qué esta decisión? Es una rica historia que merece ser conocida. Esta es la primera parte: cómo llega al periodismo y por qué se interesó por el deporte

                                            I

 - Vamos a volar en el tiempo ¿por qué el periodismo? ¿Dónde y de que escribiste primero?

- Sin dudas, se trata de un vuelo largo que ya sobrepasa las CUATRO décadas y media. Trataré de NO ser muy extenso, pero si NO te preparas, te canso, te lo aseguro… Terminaba aquel místico 1970, el de la zafra de los 10 millones… A mediados del propio año había terminado el Servicio Militar Obligatorio, con el 4to llamado… Dentro de las FAR hice un par de intentos para estudiar aviación, pero me tuve que conformar con mirar; “soñar con aviones”, como dice una canción, durante los más de dos años que permanecí en una unidad de artillería anti-aérea, de la Base de Santa Clara… En mi etapa de recluta había visto como se realizaron algunas filmaciones para el documental Posición 1…

Confieso que me llamó la atención todo aquel ambiente, aunque reconozco que bien lejos de mi imaginación estaba mi posterior aproximación profesional… Una vez desmovilizado, vuelvo a Camagüey y comienzo a trabajar en la dirección provincial del MINAL, en el departamento de Organización del Trabajo… Y así, en una etapa compleja, por la que pasamos todos, se me aparece con una de esas propuestas fenomenales el amigo Jorge Flores Rodríguez, una de las personas más geniales que he conocido en la vida… Vamos para la Universidad de Oriente, a estudiar periodismo… Me sonó a cuentos de hadas… NO había terminado la enseñanza secundaria cuando fui llamado al SMO, en mayo de 1967… Me aclaró que esa posibilidad estaba reservadas para personas que estuvieran desvinculadas del sistema nacional de educación por causas justificadas y que aprobaran los exámenes de ingreso para el curso preparatorio; una especie de bachiller en letras para optar por carreras de Humanidades…

En mi caso, estaba sirviendo al país, en las Fuerzas Armadas, pero faltaba la segunda parte de la historia: el reto de los exámenes... En pocas palabras: mi amigo Flores (hoy filósofo de la Facultad de Ciencias Médicas de Camagüey), en apenas tres meses prácticamente me “alfabetizó”, Primaria, Secundaria y Pre, a la par del abarcador programa de estudio de la Universidad de Oriente para quienes optarían por el acceso a la enseñanza superior

Las personas que me conocían y sabían que como estudiante clasificaba de normal a regular, al verme pasar –en tres tandas al día- rumbo a la biblioteca Julio Antonio Mella de la ciudad de Camagüey, comentaban: se volvió loco en el Servicio Militar y le ha dado por estudiar. Fue mi primer gran reto.

Al final logramos ingresar al curso preparatorio y en 1971 al primer año de la carrera de Licenciatura en Periodismo, en mi caso; mientras que Flores lo hizo en Historia y, posteriormente, cambió para Filosofía… (Quién lo iba a decir: el guajirito de Jaronú apostaba por ser periodista)…

En el curso Preparatorio, la mayoría eran trabajadores-estudiante de Santiago de Cuba. Nosotros, al ser de otras provincias (junto con otros destacados colegas), estábamos becados y disponíamos de mucho tiempo. Empleaba una gran parte en la práctica organizada de deportes y llegué a formar parte de los equipos titulares de la Universidad de Oriente, de Fútbol y de béisbol. Me quedé con la segunda disciplina.

Mi ingreso en la Universidad coincidió con la implementación de los programas de docencia-producción, por lo que mis prácticas las realicé en el periódico Sierra Maestra, en el Canal Tele-Rebelde (cuando era de la provincia de Oriente), y también en la CMKC, la emisora provincia, de entonces. Por mi relación con el deporte, me ubicaron siempre en los espacios deportivos de dichos medios…

Mis primeros trabajos periodísticos fueron pequeñas notas sobre la Vuelta a Cuba, de 1971 ó 1972 y relacionados con la Serie Nacional de Pelota de ese año. Entrevistas con los estelares de la época, como los ciclistas Aldo “el búfalo” Arencibia, y Carlos Cardet. Por la pelota, con Agustín Marquetti, Santiago Mederos, Ramón Echavarría, previo a un importante juego entre Serranos e Industriales. NO exagero si digo que dispuse de excelentes tutores en mis primeros lances dentro del periodismo. Jamás olvidaré a quienes me encaminaron en la profesión: Mario Romaguera Garrido y José Fernández, en el Sierra, Quevedo, Calama, Félix García y Ferrer Burgo; en radio y televisión… Mi madre, Josefina Cánter Díaz (cuyo nombre original María Josefa, me enteré cuando tenía 46 años), guardaba con mucho celo los recortes de periódico con mis trabajos que les hacía llegar por cartas. Mi primer gran reportaje, apareció a página completa en el Sierra Maestra, fue en 1973 ó 1974: tema central, la inauguración del transportador de laterita (materia prima del níquel), de la Mina Martí, de la planta René Ramos Latour (antigua Nicaro)… UNA OBRA DE GIGASTES fue su título. Con 4 kilómetros de largo, esa banda conductora era la segunda en extensión en el Mundo, superada entonces, por una similar en una mina en Adelaida, Australia…

-¿Cuándo empiezas a reportar sobre deportes? ¿Por qué te dedicaste a los deportes menos populares? ¿Acaso porque los otros estaban parcelados?

-Parte de esta pregunta está en el amplio descargo anterior. Mis primeros pasos en el periodismo fueron en el deporte. Diría que por un problema coyuntural: era deportista de alto rendimiento de la Universidad de Oriente, pues sería en los espacios dedicados al deporte, donde debería hacer las prácticas de producción. Inicialmente, del periodismo me interesaban los temas políticos y hasta los vinculados a la actividad económica. El Deporte lo veía como un hobby, hasta que me percaté que es una órbita que forma parte de la idiosincrasia del ser humano en general y de los cubanos en particular. Soy un hombre del deporte. A esta sana actividad se lo debo todo en mi profesión.

En cuanto a las disciplinas que, con cierta sistematicidad, he atendido desde hace más de 30 años, confieso que fue lo que iba quedando cuando llegué a la parte de Deporte de los Servicios Informativos de la Televisión Cubana. Si bien soy fundador del Noticiero Nacional Deportivo (condición que llevo con mucho orgullo, desde aquel 21 de septiembre de 1981 y así será mientras respire), mis colegas y buenos amigos Alberto Montenegro, Carlos Amador y Guillermo Benítez incursionaban con estos temas en la TVC antes que yo.  

Como cualquier joven que se iniciaba en esta profesión, sobre todo en la época en que esto sucedía; apenas algo más de una década del triunfo revolucionario, la efervescencia que se vivía en Cuba, las luchas de clases (los que se van, los se quedan: nada que ver con los flujos migratorios de estos tiempos y en que los cubanos somos “favorecidos” –estimulados- por disposiciones exclusivas que sólo persiguen el fin de lo que jamás lograron: destruir la Revolución que encabeza Fidel). Aquellos tiempos, los de las nacionalizaciones de consorcios extranjeros en territorio cubano; los de las constantes agresiones y los de las grandes transformaciones de las que nos beneficiábamos todos. Tal vez, la inmensa mayoría de los que hoy poblamos la Isla, no concienticemos en toda su magnitud estos trascendentales momentos, y sí la etapa más difícil y heroica: la de resistir; simplemente, por ser parte de los grandes actores de este tiempo. En mi caso, la etapa vivida la asumo como privilegio de la vida, al ser testigo de lo que éramos y de lo que hoy somos. Y aclaro que cuando vine al Mundo, hace casi 66 años, mi padre (Rolando Díaz Sánchez), estaba bien colocado en aquella sociedad, sirviendo en una de las compañías azucareras norteamericanas en Camagüey, el central Jaronú, hoy Brasil, al Norte de la localidad de Esmeralda, en el municipio del mismo nombre, terruño del que profundamente me honro, porque fue allí donde di mis primeros pasos en todo, hasta en la forma de pensar.

Hoy soy, lo que soy, porque vengo de mis padres y de ese punto de la geografía camagüeyana, donde mi primera maestra Úrsula Hernández me enseñó a leer y a escribir. También, por tres fructíferos períodos en las Fuerzas Armadas: uno como recluta y dos como combatiente internacionalista en Angola.

Creo que me fui de la pregunta (licencias de viejitos, en estos menesteres) en cuanto a mis deportes (los que atiendo con cierta regularidad), fútbol, deportes a motor y boxeo, te digo que el primero fue el que más practiqué de muchacho. En tiempos de estudiante-trabajador del Sierra Maestra (1973), fui designado para la cobertura del Campeonato Nacional de ese año, que tuvo por sede al viejo estadio Antonio Maceo del reparto Sueños, en Santiago de Cuba. Siempre hubo cierta conexión, hasta con la dinámica que envolvía al Mundial de Alemania, un año después.

Todo esto, a través de cables de Prensa Latina y de otra agencia internacional, que ahora no recuerdo. Tenía cierto hábito que, después me sirvió cuando pasé a formar parte del staff del Noticiero Nacional Deportivo (NND), de televisión. Con variante de los deportes a motor, también, tenía algún vínculo desde aquella época… Vivía en Becas de la antigua escuela de Medicina de la UO y sólo, con cruzar la Avenida de Las Américas, estaba en contacto con la Federación Provincial de Motociclismo, con el Taller y la pista de Motocross de Pruebas, ubicada en lo que hoy es la Facultad de Tecnología de la referida universidad… El boxeo, también me viene de aquellos tiempos… En el tema de la pelota organizada que practicaba entonces, dentro y fuera de la Universidad, tenía dos buenos amigos: Armando Calzadilla y Teófilo Stevenson… El primero, ya estaba en nuestras Series Nacionales y llegó al equipo Cuba de softbol; mientras que el segundo: toda una leyenda de Cuba, en 1971, lo conocía como pelotero y no como boxeador, debido a su persistencia con el deporte de las bolas y los strikes, que era su hobby… En el Campeonato Nacional Playa Girón de ese año (que tuvo por sede al estadio Guillermón Moncada), una noche, lo vi por primera vez dentro del ring y le comenté a Calzadilla sobre mi desconocimiento de que Teófilo tuviera un hermano gemelo en el boxeo… Me miró y se sonrió (no sé si de lo que interpretaba como un chiste, o de mí real ignorancia)… La Historia del Gran Campeón comenzó meses, tal vez días, después en Cali, Colombia, donde fue superado por el norteamericano Duane Bobbie, en un veredicto en el que muchos vieron ganar al cubano… A los tres deportes que han formado parte de mi existencia como reportero le he dedicado mis mayores esfuerzos, aún con las incomprensiones y satanizaciones de que han sido objetos, al menos, el fútbol y los deportes a motor… El primero, tal vez, porque algunos pensaron que esta no es tierra de futbolistas; mientras que el segundo, simplemente, porque son manifestaciones propias de la sociedad capitalista (cartelitos, sponsor y demás mecanismos necesarios para mantener una actividad que genera cuantiosos gastos, como deporte en cualquier lugar del Mundo)… Te puedo decir que una buena parte de mí vida profesional ha sido un reto; un desafío constante en los que he pasado mis malos ratos, pero que disfrutado mucho, no con las glorias del Olimpo, pero sí, como testigo excepcional de la consagración de los deportistas cubanos por desarrollar sus actividades con el mayor nivel de sus posibilidades... Esto lo he vivido con la familia cubana del fútbol, y con nuestros pilotos, mecánicos y federativos que lo dieron (y lo dan), todo por esos espectáculos que tanto agradece la afición… Son deportes que tienen alta demanda por parte del público… Son deportes muy populares en nuestro país… Los cubanos, gracias a la magia de la pequeña pantalla, consumimos el mejor fútbol del Planeta: Copas del Mundo, Liga de Campeones de Europa; campeonatos de España y de Alemania… Y qué decir de los deportes a motor… Te va a llegar muy de cerca la valoración, pero no tengo alternativa, al menos, en este instante… Los programas A Todo Motor y A Todo Motor Especial, son dos contactos semanales del Canal de los Deportes en Cuba, con los que los cubanos están al tanto de los campeonatos mundiales de Motociclismo y de Fórmula 1

 

 

 

 

 

 

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