Entre tu y yo
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- Escrito por: Félix A. Correa Álvarez / Foto de portada: Iván Soca Pascual
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Con muchas sonrisas en su rostro, tranquilo, obediente, respetuoso, apegado a las personas mayores y fiel a los aprendizajes de sus padres; así define su infancia el joven actor Roberto Raúl Aguila Ortega.
Los que lo conocemos y disfrutamos de su amistad, sabemos que en él aún vive ese niño de campo nacido en Ranchuelo, Villa Clara; lugar del que guarda gratos recuerdos, acompañados de olores a tierra húmeda, sabores únicos e imágenes imborrables. ¿Resultado? Humildad y nobleza, dos cualidades que lo acompañan siempre y que fueron forjadas por una familia que, según él mismo, son su fuerza y, a la vez, su debilidad.
El “Machete” de la actual telenovela Vuelve a Mirar asegura que siempre fue muy artista, un todo en uno desde pequeño: “Pasé por todas las facetas del arte. Empecé cantando a los 5 años, acompañado de una pianola en concursos y festivales del pueblo y cuando el jurado de Cantándole al Sol me quiso captar para ir a La Habana, mis padres no lo permitieron por mi corta edad. Fue el primer No en el arte, pero más que un no, fue un impulso.”
Fue así que Robertico –como muchos lo llamamos– dio sus primeros pasos en el mundo del arte…
¿Cómo llegó a ti la actuación? ¿Siempre quisiste ser actor?
“No actor precisamente, creo que me inclinaba más por la música, o tal vez la Medicina, porque veía a mi hermano mayor de médico y lo tenía como ejemplo a seguir. Pero luego llegaron a las escuelas las clases de arte con los instructores; fue así que una maestra muy especial que tuve, una actriz muy talentosa de allí que se llama Nuris, me enseñó a declamar y actuar en obras de teatro. Creo que ahí comenzó el bichito de la actuación. Luego con una amiga y profesora llamada Iriana me preparé para las pruebas de la escuela de arte y en la EPA “Samuel Feijóo” empezó la carrera que hoy defiendo tanto.”
Cuéntame sobre tu experiencia el Grupo Teatro Escambray, ¿consideras a esta agrupación teatral una escuela?
“Por supuesto que sí. Es una institución muy importante en la cultura teatral cubana y muchos querían ir para allí, debido a que fue la escuela de actores de renombre en Cuba, una escuela de maestros envidiables. Allí, su director Rafael González, alguien a quien quiero y admiro mucho, me permitió graduarme y me quedé.
“Fueron seis años de total aprendizaje, siempre estaré muy agradecido con cada persona que puso su granito de arena en enseñarme el arte de actuar, o por lo menos, una buena parte de él. Creo que cada día aparecen nuevas formas y hay que estar receptivo a ello. No puedo dejar de mencionar a Elio Martín y Concha Ares, dos de sus fundadores, que tanto se preocuparon por enseñarnos de todo un poco, principalmente los clásicos.”
El Grupo Teatro Escambray ha sido por más de medio siglo la escuela de cientos de teatristas; por lo que vivir en La Macagua, allá en el lomerío, y llevar su arte a los lugares más recónditos del Escambray, mientras que para cualquier actor citadino pudiese parecer un sacrificio, para Robertico Aguila fue una de las mejores experiencias que ha tenido.
De allí partió Matanzas y se unió a Teatro de las Estaciones, dirigido por el maestro Rubén Darío Salazar, al mismo tiempo que se desdoblaba sobre las tablas con Teatro el Portazo, bajo la dirección de Pedro Franco.
Robertico Aguila junto a varios de sus compañeros en Teatro de las Estaciones (Foto: Sonia Almaguer).
Del teatro a estar frente a una cámara, ese fue el mayor de los retos que asumió Robertico en su entonces novel carrera; un reto que le cambió su vida para siempre:
“A las cámaras llego por primera vez cuando vine a La Habana a un casting y aprobé para un personaje en una serie cubano-española policiaca de Netflix en Cuba, llamada Cuatro estaciones en La Habana, donde interpreté a un estudiante de preuniversitario involucrado en el asesinato de su profesora.
“Luego trabajé en la película cubano-japonesa Ernesto junto a Patricio Wood, en el papel de un funcionario de la Universidad de La Habana. Esos fueron mis primeros pasos delante del lente.”
¿Has dejado de hacer teatro?
“Actualmente pertenezco a la compañía Teatro El Cuartel, bajo la dirección de Sahily Moreda. No he dejado de hacer teatro, pues simplemente es como regresar a casa, es allí donde los actores crecen mucho y diría que puede ser para la mayoría, la base de su formación. Estar en escena a tiempo real te da mucha “tabla”, como digo yo para improvisar cualquier fallo; ahí sí no existe el corten, se repite la escena. Tener al público cerca no tiene comparación.”
Tu rostro se ha vuelto común en el dramatizado cubano. Se te ha visto actuar en cortos, telefilmes, en episodios del policíaco Tras la Huella, en la telenovela Entrega y la serie LCB2 ¿Cómo asumes cada propuesta, a pesar de que no sean personajes con tanto peso dentro del guion?
“Pues de varias maneras lo asumo. Al principio es la alegría de recibir un papel, ese momento en que sabes que vas a actuar un personaje nuevo y que no sabes cómo será. Luego cuando lo estudio y veo que no es de los principales, pues me da “cosa” y me siento algo triste, pero con ganas, eso sí. Después ese momento donde estoy frente a cámara y busco la manera de estirarlo y ponerle todo lo que estudié me encanta, porque creo cosas que ni el guion me da. Finalmente termino de nuevo feliz, porque cuando al público le llega, entiendo que no importa lo pequeño del personaje, si lo hiciste con amor y ganas, va a marcar en las personas igual.”
Actualmente disfrutamos de pequeñas escenas en la telenovela Vuelve a Mirar, donde interpretas en retrospectiva a Reynaldo “Machete” joven. ¿Cómo ha recibido la teleaudiencia a este personaje?
“Yo más feliz no puedo estar en este aspecto. Son muchos los comentarios hermosos de mis seguidores, de sus audios burlándose de Machete y de las publicaciones divertidísimas en los grupos de la novela en Facebook. Todos intentando sacarme información de muchas maneras, algunas de ellas muy ingeniosas sobre mi personaje. Les creo historias falsas para crear más polémica, me divierto mucho y ellos me regalan todo su cariño siempre.”
Robertico Aguila junto a la actriz Diany Aurora Zerquera en el rodaje de la telenovela Vuelve a Mirar. (Foto: Cortesía del entrevistado)
¿Ya toda la historia pasada entre Machete y Nora ha sido aclarada para los televidentes o hay que esperar nuevos giros dentro de la trama?
“Ves lo que digo, hasta tú quieres sacarme información. Pero sí, todavía hay algunos secretos que no se han contado y mucho Machete que dar todavía. Ya verán lo que viene, no puedo contar más nada.”
Es conocido que tienes un personaje en la telenovela Tú, de Lester Hamlet, que se estrenará a finales de este año, ¿qué nos puedes adelantar?
“Crear a Miguel me dejó enamorado y con buen sabor. Recibir esta oportunidad de Lester Hamlet ha sido un hermoso regalo del cual estoy muy agradecido. Tiene varias cosas de mí, similitudes con la vida real, ya que en la novela Miguel es alumno de un grupo de teatro que tiene como profesor a Fernando Hechavarría, en el papel de Héctor Garrido, cosa que en la realidad es así, pues Fernando es mi profesor en el ISA (Instituto Superior de Arte). Ambos personajes estarán enfrentándose por cosas que sí no puedo contar por ahora.
“Trabajar de la mano con Lester es estar seguro y excelentemente dirigido, con Fernando un lujo, con Yessica Borroto fue fácil lograr las escenas y con Luisa María Jiménez súper divertido, ganarme a esta amiga tan especial que tengo hoy, es una bendición. Sinceramente es un equipo de lujo. Soy feliz de ser parte de esta familia de Tú.”
Miguel, así se llamará el personaje de Robertico Aguila en la próxima telenovela Tú, del realizador Lester Hamlet (Foto: Cortesía del entrevistado)
Háblame de tu faceta como conductor, ¿es algo nuevo en tu carrera?
“En Canal Habana soy el conductor de Ve y mira, un programa relacionado con el tema del cine nacional e internacional, los lunes a las 7:30 pm y se retrasmite los miércoles a las 8:00 pm.
“No es algo nuevo, yo venía de Santa Clara de hacer conducción para el telecentro Telecubanacán y aquí me llaman para un casting del Canal Habana; en el mismo me ve Lázaro Alderete, mi actual director, y terminando el casting me ofrece esta oportunidad. Así contamos con ya casi dos años en pantalla, siendo parte de la familia del canal. Luego pasé a hacer dos programas más, pero en el Canal Educativo que fueron: Promesas y Das Más.”
Adentrándonos más en el plano personal, ¿es cierto que eres el “Purrichy” de Lola Mento (Danay Cruz)?
“Sí, así mismo, pero el real y verdadero. Danay y yo llevamos tres años y medio compartiendo nuestras vidas y apoyándonos en nuestras carreras como actores. Creamos este personaje, más que nada, divirtiéndonos muchísimo y poniéndole cada día más sabor y cosas buenas. Lola Mento está en sangre y mejor defendido no puede ser. Estoy muy orgulloso de lo que se va logrando en todos los aspectos posibles de nuestras vidas y vamos por más...”
Danay Cruz, la actriz que interpreta al personaje humorístico Lola Mento y también trabaja en Vuelve a Mirar como Judith, es la actual pareja de Robertico Aguila (Foto: Cortesía del entrevistado)
¿Qué significa para ti tu familia?
“Mi familia es mi punto fuerte y débil. Soy una persona extremadamente familiar, adoro esos momentos donde la familia se reúne y se sientan a comer o compartir. Yo puedo hacerlo poco por el tema distancia, pero intento acortarla en la medida que puedo. Mi papá es mi pilar fundamental y con sus 90 años me enseña cada día a ser mejor persona y a ver la vida de la mejor manera posible. Desgraciadamente mi mamá ya no está y ha sido el peor golpe que he recibido, pero a la vez la fuerza más grande que me ha impulsado para salir adelante y comerme el mundo, poniéndole ganas y amor.”
¿Cómo te visualizas en un futuro cercano?
“Trabajando mucho, creando nuevos personajes, teniendo mejores oportunidades junto a varios directores con los que deseo trabajar. Ahora bien, sí quiero estar fuera de todo sentimiento negativo y feo que manche lo que soy. No quiero personas que resten; esta carrera es genial, pero está rodeada también de muchas personas que no son buenas y para subir hacen de todo para nublarte el camino. Con esos no quiero ni rozarme… Lo que sí me veo, en ese futuro cercano, feliz y satisfecho de hacer lo que tanto me gusta: actuar.”
Ojalá y ese futuro soñado por Robertico Aguila se convierta en una realidad inmediata. Estoy seguro que muchas puertas se abrirán para él… Por lo pronto, disfrutemos del presente que nos regala en Vuelve a Mirar, todavía hay muchos cabos sueltos en la historia de Nora y Reynaldo, pues como él mismo dijo: «hay mucho “Machete” que dar todavía».
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- Escrito por: Joel del Rio/Juventud Rebelde
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Joseph Ros es una de las autoridades indiscutibles en el anchuroso mundo del video musical cubano
Joseph Ros es una de las autoridades indiscutibles en el anchuroso mundo del video musical cubano. Un día tendría que dedicarse a contabilizar cuántos premios Lucas ha ganado, pero creo que nunca lo hará, porque semejante egolatría está reñida con su personalidad. A la espera de tal inventario, quise hablar con Joseph sobre sus obras más recientes, las que están en concurso ahora mismo y que quizá nos sorprendan como próximas ganadoras del concurso de video clip más prestigioso con que contamos.
―Me encantó Oborozuki, sobre todo la zona performática y coreográfica, en las cuales se verifica ingeniosamente la simbiosis entre las culturas japonesa y cubana, pero se escapa a mi comprensión la presencia del pulpo monstruoso…
―La presencia del pulpo es parte de ese mestizaje cultural del que hablas. Hay un tema subyacente que es el tratamiento de la mujer como símbolo, y quería expresar todo esto a través de un «ritual sincrético» que incluyera la referencia a la conocida xilografía japonesa Sueño de la esposa del pescador, de Katsushika Hokusai. Este tipo de obras gráficas pertenece a un género llamado Shunga, que se enfoca en lo sexual y en la representación de lo femenino en el arte; quise vincularlo también con el acto de procreación. Así que el pulpo monstruoso no aparece solo porque sea una imagen impactante y ya, ni por hacer un alarde técnico-artístico, como pudieran pensar algunos.
«Los últimos videos suelen ser los que más me gustan: Oborozuki, hecho para Yuko Fong y Rumberos de Cuba, es un proyecto especial por las libertades creativas y los riesgos que me pude permitir. De este año es también Bolero a la vida, para Omara Portuondo y Gaby Moreno, una pieza muy emotiva; la siento muy lograda y acompaña a una joya de canción y a un par de intérpretes de lujo».
―Hablando de Bolero a la vida… se me ocurre que intentaste celebrar la existencia humana, y el amor que le es inherente, a través de los juegos del agua, aunque no sé si estas eran tus intenciones o las estoy interpretando de sobra. Sin embargo, apenas comprendo qué aportan los que parecen ¿náufragos?
―Tu lectura está bien encauzada. Me gusta que mis videos sean sugerentes e inquieten a los espectadores ávidos de encontrar significados en lo que ven. Intento apartarme de los recursos visuales gratuitos, esos que no están enmarcados en una elaboración conceptual. Luego me preocupo porque esa propuesta conceptual tenga determinada representación estética, aunque casi siempre son procesos que vienen de la mano, al menos en su concepción más pura.
«Bolero a la vida, efectivamente, celebra la existencia humana utilizando el agua como elemento vital. El agua crea la vida y con la vida (que lo engloba todo) incluyo también los momentos de crisis. El naufragio es la introducción, es punto de partida para el desarrollo de lo siguiente. En la vida todos los procesos evolutivos surgen de alguna crisis y en este video sobreviven al naufragio quienes son capaces de afrontar la vida con optimismo y sobre todo si son capaces de amar, crear… Luego, por supuesto, hay otras ideas entrelazadas con este concepto, pero me enfoco en esto para responder tu interrogante».
―Laberinto habla sobre la muerte y la desintegración tal vez originadas por una catástrofe nuclear, pero desde un tono intimista, de modo que la suavidad de la pieza instrumental apenas sugiere la aspereza de la tragedia descrita. ¿Cuál fue tu intención al crear semejante contrapunto?
—La verdad es que no soy muy amigo de los melodramas, ni de entregarme a los excesos. Siempre me ha parecido que las tragedias generan más impacto cuando son contadas con cierta neutralidad, para que cada espectador las perciba con la intensidad que quiera. Hay tragedia en la narración, pero siempre hay elementos que impiden llegar a los excesos: la frialdad de los familiares, la máscara en el momento de catarsis de la madre… la misma música, que como bien dices interpreta el dúo durante el velorio, como para compensar un poco el dolor y brindar un rayo de optimismo, si es que realmente fuera posible. Además, la madre (interpretada por Anelí Perdomo) es una mujer que está luchando para no dejarse llevar por la situación extrema, aunque la tristeza, la melancolía y hasta el sentimiento de culpa la invadan.
―Varias veces hemos polemizado sobre aciertos de una obra tuya o ajena. ¿Cuáles creen que sean las pautas adecuadas para medir la calidad de un video musical? O lo que es lo mismo, te invito a ocupar la silla del jurado de los premios Lucas. ¿Qué tipo de obras elegirías?
—Creo que un jurado justo debe premiar a partir de tres elementos: en primer lugar, los riesgos creativos de la obra; en segundo, la originalidad, y finalmente el oficio.
―A juzgar por las decenas de nominaciones a los premios Lucas, cualquiera diría que has llegado al completo dominio de tu oficio. ¿Cómo se llega a semejante consideración de los especialistas: eludiendo las convenciones al uso o empleándolas creativamente?
—Honestamente no creo que jamás llegue al completo dominio de mi oficio. Como mucho he llegado a sentirme más seguro, pero cada proyecto me impone retos diferentes, y si no, me los invento. Eso a lo que llamas «dominio» a mí me suena a zona de confort, y no me gusta. El videoclip, como género, está atiborrado de obras planteadas desde el confort de la aceptación, lo funcional y lo políticamente correcto. Alguien tiene que arriesgarse, aunque luego esos riesgos no se entiendan en el momento, y les sirvan solo a otros, posteriormente. Siempre intento arriesgarme.
―¿Cuál de tus muchos y muy buenos videos merece el título de Injustamente subestimado y de Ostentosamente sobrevalorado?
—No puedo darme el lujo de quejarme demasiado. A mis videos en general les ha ido muy bien en Lucas, pero como todo, en casi 15 años dirigiendo y compitiendo siempre hubo videos que considero que fueron subestimados. De este año me preocupa que no me preguntes nada sobre Los bandidos All Stars. Como no va de conceptual, igual no te gustó, los del jurado a veces menosprecian el humor… Como serían muchos los ejemplos durante tantas ediciones, me voy a enfocar en el pasado año y así los tenemos frescos en la memoria.
«El video de Toques del Río, Mambo No. 0, cautivó al jurado de Lucas el año pasado. A mí me gusta mucho el resultado, le funcionó muy bien a la banda porque siento que esculpió en imagen lo que ellos proponen con su música. Es un video divertido y muy estético. Pero a mí particularmente me parecía mucho más ingenioso, osado, y con una puesta en escena más rigurosa Jazzton, hecho para Harold López-Nussa y Randy Malcom, que, para mi sorpresa, apenas fue nominado con una o dos categorías. ¿Por qué? Ni idea. Otro ejemplo: Bailarina, de ese mismo año, para William Vivanco, no quedó ni nominado. ¿Tan mal video es que ni en su categoría musical colaba? ¡No creo!
«Esto no es un reclamo. Entiendo que los concursos son así. Si no gustó, no gustó… y ya está. Muchas veces, por muy riguroso y serio que pretenda ser el jurado, todo se reduce a eso: a criterios personales, al gusto de algunos que convencen a otros, y también actúa la falta de empatía por los artistas o los realizadores, o que se sobrevalora a algunos por su obra anterior.
«Hay injusticias que a veces también se deben al exceso de información; son muchos videos para elegir o no, y eso agota. ¡Es así! Son (somos) seres humanos… y pongo somos porque he sido jurado de otros concursos alguna vez y he vivido la experiencia de cerca. Yo particularmente me divierto y disfruto mucho con los premios, compita o no, gane o no. Para mí siempre es motivo de celebración, porque ganamos todos con el desarrollo del movimiento. Parece una frase trillada, pero juro que es lo que creo y pienso».
Joseph Ros y Omara Portuondo, en la realización de Bolero a la vida. Foto: Saddam Sánchez.
Fotograma del videoclip Oborozuki. Foto: Juan Carlos Ceballos.