Los debates alrededor del último congreso de la Unión de escritores y artistas de Cuba - celebrado en abril pasado, analizaron entre otros asuntos claves: El impacto de la crisis económica en el entramado social, las estrategias mancomunadas para enfrentar los comportamientos sociales negativos, la descalificación de la cultura como pilar de la identidad nacional, el rol de sus múltiples actores-actrices y agentes sociales en su perfeccionamiento y redimensionamiento, la proyección de las disciplinas artísticas en los medios de comunicación, el redimensionamiento de la gestión cultural en toda la sociedad y hasta la herencia que estamos obligados a dejar a las futuras generaciones de cubanos.
Días antes, en saludo a este evento y en colaboración con el Ministerio de cultura, Cuba visión estrenó el Noticiero cultural, con tres frecuencias a la semana, que según se informo hacia realidad un reclamo de los miembros de la UNEAC. Aun es pronto para evaluar su relación contenido-forma aunque desde su primera edición mostró una esmerada estética visual, conducción y un formato que replica a sus similares o a sus parientes cercanos, las revistas informativas.
Hoy solo quiero tratar de entender su pretendida necesidad en el sistema televisivo o si este reclamo esconde otros fenómenos.
Desde nuestra etapa comercial, los cubanos hicimos buena televisión y enfrentamos con creatividad y talento los avatares progresivos. Así, se reconoció nuestra calidad artística, oficio, capacidad de renovación, singularidad y alcanzamos el liderazgo en habla hispana y enseñamos a otros en la Región.
Sucesivas décadas de fuerte bloqueo imperial no impidieron que la Revolución diera pasos de gigante en el desarrollo integral del país, incluida la cultura y los medios de comunicación.
En los noventa del pasado siglo, el desmembramiento de la tradicional área socialista europea, la desaparecían del CAME como mediador comercial preferencial y nuestros propios errores nos llevaron al nefasto Periodo Especial; donde nuestra economía y todo el tejido social enfrentaron situaciones limites.
La televisión –costosa en si misma- sufrió severas restricciones económicas-tecnológicas: disminuyeron las horas de difusión, se redujo drásticamente el personal y se deterioraron la infraestructura tecnológica básica, el acceso a los satélites de comunicación y la comercialización fuera de fronteras. Como hacer televisión es mucho más que programar, instaurar la imagen a color digitalizada y garantizar el acceso a la señal; también se resintieron la informática, el vestuario, las luces, el sonido, la escenografía, la ambientación, la utilería y el maquillaje.
Este impacto reconfiguro nuestra estética visual y el estilo de los productos creando una verdadera conmoción en las rutinas productivas, creativas y difusivas tradicionales del que ya era uno de los mayores sistemas de televisión publica en Ibero América.
Se deprimieron sensiblemente o abandonaron líneas productivas habituales en géneros y tipologías de programas de gran demanda como los dramatizados unitarios o seriados: teatro clásico y vernáculo, cuentos, novelas, series, aventuras y humorísticos de una o mas frecuencias semanales; los espacios donde se adaptaban famosas zarzuelas, operas u operetas; los grandes musicales; la programación infanto-juvenil y hasta disminuyeron los reportajes, crónicas, documentales u otros formatos periodísticos narrativos donde primaba la ilustración visual.
En su mayoría, fueron sustituidos por entrevistas sucesivas en estudios y en exteriores que nutrieron una nueva imagen donde se replicaba hasta el infinito la cabeza parlante singraficación.
Más de dos décadas después, nuestra pantalla se desborda en informativos, noticieros y revistas de disímiles denominaciones, énfasis y formatos que en su mayoría carecen de identidad propia pues a la velocidad de la luz, los recursos audiovisuales estrenados por unos, se replican mimeticamente por otros, aunque algunos por inadecuados, generan la incomunicación con sus públicos.
Una somera revisión de la parrilla de programación televisiva al alcance de los residentes habaneros – y también de muchos nacionales- muestra profusos contenidos culturales en estos formatos: revistas promociónales dedicadas a divulgar o analizar lo radial-televisivo como Mediodía en TV o Entre tu y yo, privilegian lo artístico y en el primero de ellos, ya habitualmente se intercalan varias ejecuciones o interpretaciones vocales o instrumentales; tendencia imitada por los promocionales del Canal Educativo y revistas utilitarias como De tarde en casa y Hola Habana.
Sin ser una cadena televisiva de noticias, existen noticiarios de todo tipo durante el día o la noche: para hipo acústicos, efemérides realizadas por adultos o infantes, el Noticiero cultural, el deportivo y varias ediciones del Noticiero Nacional y cuando se celebran Festivales de cine, teatro, humorismo o la Feria del libro; crean los suyos propios que alternan con carteleras televisivas diarias especializadas.
La saturación de lo cultural – que esencialmente aquí es lo artístico- es evidente y desproporcionada en tanto prioriza la perspectiva informativa-noticiosa y la promocional de dos grandes zonas: la relacionada con festivales, ferias, congresos, exposiciones, conciertos, giras nacionales e internacionales, presentaciones de libros o discos, premios, homenajes, etc, y la historia de vida humana y profesional de los artistas e intelectuales.
Además de los espacios organizados por el Sistema informativo, el resto de las estructuras televisan generan disímiles proyectos habituales en una gran diversidad de disciplinas, entre ellas la narrativa, la, poesía, el cine, el teatro, la danza, la historia, los idiomas extranjeros, los documentales, el videoarte digital; la exhibición de filmes; obras musicales, teatrales, dramáticas y humorísticas. Capitulo aparte merece el deporte.
Algunos proyectos son orientados por el Centro de desarrollo de la cultura, el portal digital Cubarte, las Artes Plásticas, el Ballet, la trova -potenciada por el Centro Pablo de la Torriente Brau-, la Escuela internacional de cine y televisión de San Antonio de los Baños y el Movimiento nacional de video, etc.
No olvidemos musicales nocturnos como Entre amigos, A puro corazón, De la gran escena - y los sábados en la tarde, 23 y M- donde el famoso perfil ancho involucra entrevistas a representantes de disímiles disciplinas artísticas, eventos y creadores.
Entre lunes y viernes, los cuatro canales nacionales y el Canal Habana, [1] añaden a las doce horas diarias de información por TELESUR que emite el Canal Educativo 1- múltiples informativos donde se reiteran hasta el infinito los mismos contenidos, temas y figuras:
6.30 AM Telerebelde: Revista Buenos días [2]
12.15 PM Cubavisión. Revista Mediodía en TV
4.15 PM Canal Habana: Revista Hola Habana.
4.30 PM Cubavisión: Noticiero para públicos hipoacusicos.
5 PM Canal Educativo 1: Revista De tarde en casa.
6 PM Canal Habana: Revista Hola Habana.
6. l5 PM Cubavisión: Para saber mañana- efemérides realizada por infantes-.
6.30 PM Tele rebelde: Noticiero Nacional Deportivo.
6.30 PM Cuba visión: Noticiero cultural
6.30 o 7 Cuba visión Mesa Redonda.
8 PM Noticiero Estelar
11 PM Noticiero del cierre
Destaca entre ellos, el segmento entre las 4.30 de la tarde y las ocho de la noche, donde programas como la Mesa Redonda y el Noticiero cultural se disputan el horario tradicional de la programación juvenil, una de las mayores ausencias de la programación nacional.
El novedoso Noticiero cultural seria de extrema utilidad si compensara las zonas de la cultura más débiles en nuestra televisión, a saber, el análisis teórico-histórico, la crítica sobre las tendencias culturales en todos los escenarios incluido el mediático, el pensamiento actual y la gestión cultural en provincias.
Por bien realizado que este, si no cubre alguna de estas reales carencias será más de lo mismo, en un sistema televisivo que tiene como pecado capital, la debilidad de su visión sistémica.
[1] Cuya cobertura rebasa al territorio de nuestra capital.
[2] Reitera sus segmentos especializados en la cultura en dos momentos y algunas temáticas como la discográfica se estructura como sección independiente a las culturales y hasta realiza entrevistas a sus representantes fuera de los segmentos calificados como tales.