Cumpliendo las orientaciones del comandante guerrillero, los locutores y músicos de Radio Rebelde influyeron decisivamente en la derrota del enemigo en la Sierra Maestra.

Este primero de diciembre del 2016, en medio de la reafirmación del amor y la lealtad hacia el Comandante en Jefe, fallecido el 25 de noviembre pasado, bien vale recordarlo como el aguzado guía que también fue para los locutores y músicos vinculados a Radio Rebelde durante la ofensiva de verano en 1958.

 

Testimonios recogidos en la serie documental Las Huellas del Combate, producida por Mundo Latino en 1998, documentan las ingeniosas encomiendas del líder a los locutores de esa emisora, que en medio de las acciones militares desarrolladas por el Ejército Rebelde, devinieron disparos certeros de las ideas revolucionarias para vencer a los batistianos.

Ricardo Martínez, fundador de Radio Rebelde, cuenta que Fidel les orientó llevar los altoparlantes a la segunda Batalla de Santo Domingo (del 25 al 28 de julio de 1958). “Era la primera vez que eso se iba a hacer en la Sierra Maestra, una idea que realmente dio un resultado extraordinario, porque afectó psicológicamente la moral combativa del ejército enemigo”.

Al decir del locutor, “aquello fue tremendo”, pues durante el combate se hizo un programa que contenía alocuciones y exhortaciones a la rendición. Al mismo tiempo, el dramatismo de la acción bélica se acrecentaba cuando las voces de Radio Rebelde enunciaban las órdenes a las diferentes fuerzas rebeldes. Por ejemplo, recuerda Martínez, por los altavoces decían: “La gente de Guillermo García, que abra fuego contra el enemigo”, y entonces el grupo rebelde respondía, así también actuaban los rebeldes bajo el mando de Juan Almeida y otros jefes militares.

“Eso era impresionante: cómo sonaban las voces de Radio Rebelde dentro de aquellas gargantas de la Sierra Maestra, sobre todo de noche, el eco que se esparcía por las montañas y también el tableteo de las ametralladoras, las descargas de los fusiles, los bazucazos, las bombas, era muy impresionante”, recalca Ricardo Martínez.

También destaca en su entrevista la influencia de la música del Quinteto Rebelde, que interpretaba diferentes composiciones creadas, por orientación de Fidel, para desmoralizar a las fuerzas de la tiranía.

Rememoran los integrantes del quinteto que el Comandante en Jefe les planteó: “ustedes son la gente de la ideología”, ante lo cual ellos aseguran que no sabían “qué quería decir Fidel con aquello”.

Sin embargo, las letras directas, sin ofensas pero portadoras de la condición temeraria de los rebeldes, advertían: “Procura respetar a Che Guevara, evítate un problema con Fidel. Procura no encontrarte con Almeida, con Camilo, con Guillermo y otros más. Hay que verle la cara a los soldados cuando los rebeldes les hacen una emboscada…”

El 15 de abril, Fidel Castro realiza su primera alocución por el órgano oficial del movimiento revolucionario 26 de Julio, fundado el 24 de febrero de 1958. En ese momento, el Comandante transmite aliento a los combatientes de la Sierra y el llano luego del fracaso de la huelga del 9 abril. Insta a redoblar los esfuerzos contra la tiranía, a mostrarse más fuertes y firmes.

También señala que vendría una gran ofensiva que los rebeldes debían enfrentar en la Sierra Maestra. Puesto que bajo su tutela y la del comandante Ernesto Che Guevara, la emisora se había consolidado cual bastión del ideario, la estrategia y la comunicación política dentro del proceso libertario cubano, Fidel pide trasladar a Radio Rebelde para la comandancia La Plata, base de operaciones del líder.

Y se preocupó mucho cuando arreciaba el asedio del ejército batistiano, al ubicar sus fuerzas a cerca de tres quilómetros de La Plata. Fidel estaba convencido de que solo manteniendo vital a Radio Rebelde podría asegurarse la difusión de la definitiva victoria rebelde.

Y así fue, pues la propia voz del Comandante plantó la bandera irredenta de la Revolución ante la intentona golpista protagonizada por figuras del gobierno y el ejército dictatorial como Eulogio Cantillo, que pretendían usurpar el poder que ya habían ganado las fuerzas rebeldes y el pueblo.

Comunicó entonces Fidel: “Las operaciones militares proseguirán inalterablemente, mientras no se reciba una orden expresa de esta comandancia, la que solo será emitida cuando los elementos militares que se han alzado en la capital se pongan incondicionalmente a las órdenes de la jefatura revolucionaria.

“Revolución sí, golpe militar no. Golpe militar de espaldas a la Revolución, no, porque solo serviría para prolongar la guerra. Golpe de Estado para que Batista y los grandes culpables se escapen, no, porque solo serviría para prolongar la guerra. Golpe de estado de acuerdo con Batista, no, porque solo serviría para prolongar la guerra. Escamotearle al pueblo la victoria, no, porque solo serviría para prolongar la guerra, hasta que el pueblo tenga la victoria total.

“Después de siete años de lucha, la victoria democrática del pueblo tiene que ser absoluta para que nunca más se vuelva a producir en nuestra patria un 10 de marzo. Más unidos que nunca deben estar el pueblo y el Ejército Rebelde, para no dejarse arrebatar la victoria que ha costado tanta sangre”.

Cumpliendo la orden del principal jefe guerrillero, las fuerzas revolucionarias y el pueblo consiguieron, unidas, el triunfo, celebrado con suma alegría durante el recorrido de la Caravana de la Libertad, entre el 1ro y el 8 de enero de 1959, cuando la gente a lo largo del país abrazó y vitoreó a los barbudos, que liderados por Fidel se dirigieron a La Habana para instituir el poder revolucionario.

Hoy, el invicto Comandante en Jefe regresa a Santiago de Cuba, reeditando en sentido inverso la Caravana de la Libertad, para entregar a esa tierra indómita su dimensión corpórea, mas su legado de virtuoso luchador revolucionario pervive en sus seguidores y en los plurales ámbitos de la historia y la realidad cubanas.

Cuando la prensa nacional realiza la cobertura de las honras fúnebres brindadas a Fidel, especialmente los profesionales de la locución no olvidan una de las tantas enseñanzas del inolvidable comandante, que en la Sierra Maestra demostró cómo las voces también son poderosas armas ideológicas.

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