Los locutores, esos especialistas que hoy suelen llamarse comunicadores por la esencia de su actividad profesional, están indisolublemente ligados a los diseños de programación de la radio y la televisión.

Son ellos quienes frente a la cámara o al micrófono – o detrás de ella- se convierten en el rostro – o la voz- visible de un vasto colectivo de creación y realización que permanece en el anonimato y en sus roles de  introductores, presentadores o animadores de las propuestas comunicativas,  potencian todos los formatos, contenidos y horarios orientados a variados públicos.

 

En ese empeño, cumplen la misión de llevar a buen puerto el esfuerzo colectivo de todos sus colegas ya sea en los proyectos mediáticos, los espectáculos realizados en otros escenarios e incluso, en los actos públicos de carácter oficial- gubernamental.

La locución requiere de habilidades, aptitudes y capacidades muy singulares según el ámbito en que se despliegue y ofrece a sus protagonistas una imagen pública que se redimensiona en los más diversos grupos sociales. Esa imagen reserva la categoría estrella, en la Industria Cultural contemporánea, para los más notorios, concepto extendido desde la cinematografía  a la radio y a la televisión.

El impacto de sus funciones se equipara en alguna medida al logrado por los actores y actrices en los proyectos dramatizados, a otras renombradas figuras de la escena, la danza, el  canto o el  espectáculo más diverso y alcanza hoy, hasta el deporte, los altos ejecutivos y los políticos.

Cuando en 1922, la emisora 2LC, del patriota y músico Luís Casas Romero, inaugura la difusión regular de programación radiofónica en Cuba; una de sus hermanas, de una manera totalmente empírica, se estrena como nuestra primera locutora. Lo mismo sucede poco después en su sucesora, la PWX, de la Cuban Telephone Co., donde Raúl Falcón  rápidamente adquiere el renombre de La voz de plata.

Al principio se leían textos del periódico, después llegan los libretos o guiones y solo pasado el tiempo, entre los que acumulan mayor experiencia y preparación, surgen aquellos que por su carisma especial, pueden improvisar ante los micrófonos y las cámaras.

Entre las décadas del treinta al cuarenta pasado, la locución se consolida como una actividad profesional evaluada por el Ministerio de Comunicaciones, quien expide  la licencia oficial para ejercerla en nuestros medios electrónicos tras una cifra determinada de actuaciones y solo cumplido ese requisito, se lograba la contratación radial o televisiva.

En el entorno de la naciente Industria Cultural epocal, algunos  locutores alcanzan popularidad significativa y reconocimiento de la crítica en la presentación de programas o de espectáculos de toda índole fuera de los estudios mediáticos. Entre los nombres más recurrentes de la primera etapa radial aparecen: Mario Barral López, Gaspar Pumarejo Such, José Antonio Alonso Aday y Manolo Serrano. A ellos se suma luego, a Xiomara Fernández, cantante y actriz iniciada en La corte suprema del arte que por casi tres décadas devino locutora de altos kilates, a quien llamaban La voz de la radio nacional y German Pinelli; quien su trayectoria mediática recibió en mas de una ocasión, premios iberoamericanos por su locución.

La versatilidad de funciones era vital para la competencia empresarial y muchos de estos comunicadores natos también fungieron como reporteros, promotores mercantiles-culturales, declamadores, humoristas, actores-actrices, interpretes musicales y lideres de opinión importantes de los ámbitos noticiosos-informativos y de nuestra sociedad.

El gremio de los locutores tiene en Cuba larga data. En 1947, la ciudad de Camaguey acoge al I Congreso de esa profesión que marca un hito en la preservación del capital humano más calificado y capaz; lo cual incide en la pujanza y notoriedad social inédita de sus integrantes.

Ya el 15 de junio de 1952, el Decano del Colegio de locutores cubanos - Modesto Vázquez-, el vice decano - José Alberto Iñiguez- y el Director Carlos Irigoyen Sierra- ofrecen un cocktail a sus homólogos mexicanos presentes en nuestra capital,  para organizar el I Congreso Hispanoamericano, a celebrarse en tierra azteca entre el 27 y 30 de julio siguiente; a cargo de ambas entidades.

Los delegados cubanos a este conclave hemisférico fueron:  Modesto Vázquez, José Alberto Iñiguez, Reynerio Flores, Iturralde, Héctor de Soto -y con carácter honorífico por Camaguey- Alfredo Vivar.

Dos años más tarde, el once de julio de 1954, se crea por decreto, la Escuela Nacional de locutores de Cuba y el 12 de agosto siguiente se acuerda celebrar el II Congreso Interamericano de locutores en La Habana, entre el primero y el cinco de diciembre de ese año.  Es precisamente por ello, que se designa el primero de diciembre como El día del locutor  en nuestro país.

Mucho habría que analizar y recordar sobre las prácticas y los retos de la locución durante esa etapa comercial y la de servicio público que vivimos desde 1960, pero seria inapresable en este espacio.

Aunque en la programación general de la radio y la televisión convivían sin grandes contradicciones los locutores de ambos sexos; la excepción la encontramos en el ámbito  informativo:

La única excepción radiofónica de la etapa comercial,  la constituye Radiohora, planta de Radio Cadena Habana, donde se contrataron numerosas mujeres para ejercer la locución; muchas de las cuales llegaron a ser reconocidas locutoras o actrices como Nela del Rosario, Hilda Saavedra y Maria Corbelle.

Por su parte, en la televisión, hasta 1953, la información siguió vedada a nuestras féminas. Hasta entonces, en las tres primeras televisoras cubanas, los hombres daban las noticias y las mujeres; conducían otros tipos de programas, ponían voces o se presentaban en cámara durante los comerciales y en la programación de cambio, que entonces era toda filmada.

La primera mujer que da las noticias en los proyectos informativos- televisivos  de la radiodifusión mercantil fue Nela del Rosario. El suceso se produce casi por azar, cuando se niega a hacer un comercial cuyo texto lingüístico era incorrecto. Como castigo, la destinan a la cabina y allí, lee dichas noticias. Asi, se convierte en la primera mujer del mundo audiovisual hispano que hace locución en los informativos televisivos.

El Canal 4, había creado una revista informativa-noticiosa matutina denominada El mundo en Televisión, dirigida por Erich Kaupp y con Marquito como coordinador. Esta propuesta, pasa al Canal 2, cuando este comienza operaciones en febrero de 1953.

Allí suceden estos hechos y es ahí donde, gracias a su calidad y talento,  Nela deviene locutora del Noticiero de esa planta,  a las 12.30 p.m., junto a Eva Rodríguez y colegas masculinos de conocimientos enciclopédicos como Pablo Medina.

Quiso el azar que cuando Carlos Lechuga Hevia –su periodista y director editorial-  anuncia a las siete de la mañana del primero de enero de 1959, por vez primera en el video nacional, la huida de Batista; ambas se encontraran  trabajando. Ello les permitió en el  resto del día, replicar el suceso.

Ambas, posteriormente en el estudio,  comparten las primeras comparecencias de Fidel Castro y de otros dirigentes del Gobierno Revolucionario, después de la entrada de la Caravana de la libertad a nuestra capital, ese ocho de enero.

Tras el triunfo de la Revolución, el Estado asumió todas las actividades de la radiodifusión y convierte sus objetivos de comerciales en servicio público. La apropiación de las  empresas y medios de producción se concentran en el Instituto de radiodifusión; gesta hermosa de la que aun,  hay mucho por investigar.

Los primeros cursos de formación de locutores tenían entre sus filas a muchas mujeres.

Muchos de sus egresadas, son asignadas al informativo de mayor categoría; es decir, al   Noticiero Nacional de Televisión, proyecto insigne de la información para el Estado cubano.

Entre las primeras, se encontraban  Oneida Hernández,  Conchita García, Aída Rodríguez e Isabel Hernández que se funden en la labor cotidiana de la transmisión directa al aire con profesionales de vasta experiencia y prestigio como  Manolo Ortega, Antonio Pera, Nela del Rosario, Gouzueta, Mazorra, Ibrahim Urbino, Fraga y Navarrete; a quienes siguen otras como Dinorah del Real, Aida Isalbe yTeresita Segarra.

En los 80, para La revista de la mañana, numerosas locutoras y actrices asumen la conducción de secciones. Entre ellas, Rosalia Arnaez, Gladys Zurbano y la prematuramente fallecida,  Loly Santana.

De la fructífera y hermosa historia de la locución cubana, he querido compartir con ustedes estos momentos.

 

 

 

 

 

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