Protagonistas
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- Escrito por: Luis Casariego / Fotos: archivo
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El pasado 14 de agosto estuviera cumpliendo un año más de vida una figura extraordinaria del teatro, cine, radio y televisión, de la que fue fundador. Armando Fernández Soler, Cholito, al que, con solo decir su nombre, una sonrisa asoma a la cara de cualquier televidente o espectador cubano; pues él con su sonrisa contagiaba a quien lo veía. Miembro de la UNEAC, se destacó como director, actor, cantante lírico, humorista y profesor de arte dramático.
Tuve la oportunidad de conocerlo en la Sala Tespis que estaba en el Hotel Havana Hilton -actual Habana Libre- por ser sobrino de Elena de Armas, quien dirigía en aquel entonces el grupo de Teatro Universitario que daba allí sus funciones. Desde mis recuerdos juveniles también viene a mi mente varios actores que ya no están con nosotros como Rafael Ugarte, Tete Blanco, Maritza Rosales y otros que tuve la suerte conocer.
Desde muy temprana edad, Soler actuó gracias a una oportunidad ofrecida por Sinesio Fraga, quien dirigía una banda de música que alternaba historias o situaciones escritas por el mismo y escenificadas por un dueto dramático con la ejecución de un repertorio musical. Cholito, a los 15, ya alternaba en el taller de prótesis dentales de su familia, con alguna actuación en pequeños papeles en la compañía de teatro del español Nicolás Rodríguez durante sus representaciones en el país, quien también lo introdujera en las Artes Escénicas en su Academia de Comedia, complementados más tarde en el Teatro Universitario y en la Academia de Artes Dramáticas (ADAD), en las que años después (1947-48) junto a Mario Martínez Casado, impartió clases de diversas materias en ésta Academia Municipal. En esta compañía hizo tres temporadas en los años 1940, 41 y 44. Entró a ella como figurante y extra, en el mejor de los casos, con algún que otro personaje insignificante, más bien de relleno…
Nicolás Rodríguez fue su primer maestro, dándole la oportunidad de convertir en realidad su mayor sueño: dedicarse a la actuación. Fue este director el que lo llevó a la categoría de primer actor de su compañía. Al teatro, según Cholito, le debe todo cuanto aprendió como actor, profesor y director, sobre todo a partir del triunfo de la Revolución en 1959, que abrió nuevos horizontes en todas las manifestaciones del arte, junto a otro grande de la actuación que fue Mario Martínez Casado.
Fue el gran Antonio Palacios -profesor de tantos…-, otro de sus principales maestros, quien lo inició en el teatro lírico. Él le enseñó a estudiar música a aprenderse las zarzuelas y operetas. Sus enseñanzas fueron tan valiosas que llegó a dirigir el Teatro Lírico Nacional. Fundó y dirigió durante un buen tiempo un programa de nuestra televisión que se llamó Palco Uno. En lo que los telespectadores podían disfrutar de óperas, comedias musicales, zarzuelas y operetas. Fundó en la Atenas de Cuba, Matanzas, la primera Compañía de Teatro Lírico, el antecedente de la creada después en La Habana por Rodrigo Prats, a la cual luego se integró. Pasó el tiempo y más tarde fundó una institución similar en Holguín.
Fue en el primer programa televisivo que realizara en el año 1951, de donde le sobrevino a Armando Soler el sobrenombre con que quedaría bautizado para los años venideros de su carrera artística: Cholito. Así lo concibió Francisco Vergara, destacado escritor de programas para la radio y la TV, que además trabajaba al mismo tiempo para la revista Bohemia. Vergara ideó un programa televisivo que llevaba por nombre Hogar Moderno, dentro de él escribió un personaje en el que Soler hacia el papel de un galancete cómico. Se trataba de un muchachón de bien, perteneciente a la burguesía al que llamaban Cholito, “el marquesito de Neblina Clara”. El programa gustó mucho, de hecho, también su sobrenombre porque para siempre siguió siendo Cholito.
Ya para 1954-55 en el Teatro Hubert de Black dirigió Cuento de navidad, protagonizado por Vicente Revuelta, por el cual recibió el premio ACRI, de la Asociación de periodistas y en 1959, integró, junto a otras figuras la Comisión de Exámenes de la ACAT, (Asociación Cubanos de Artistas Teatrales), en interpretación dramática, avalado por su trayectoria y experiencia. En 1955, fue premiado como actor genérico por la CARTV. Después de 1960 se mantuvo por largo tiempo actuando y dirigiendo teatro hasta que nuevos proyectos le hicieron cambiar el rumbo. Fue famosa sus actuaciones junto a la actriz Lita Romano en un programa humorístico titulado Lita y Cholito, con un gran éxito popular.
Su última aparición en las tablas cubanas fue en Romance a Federico, una puesta en escena del maestro Nelson Dorr basada en textos del propio García Lorca, Dorr, Jesús Barreiro y Eduardo Sánchez Torel, estrenada en la sala Covarrubias del Teatro Nacional en el 2003, donde Cholito compartió el elenco con los actores Nieves Riovalles, Zoa Fernández, Roberto Perdomo, Frank González, Danny Villalonga y su Compañía Flamenca ECOS. La pieza fue luego repuesta en la sala del Gran Teatro García Lorca de La Habana, en abril de ese mismo año.
Se integró de igual forma a la actuación en diversos canales de la TV y variados géneros por muchísimas décadas; fue su fundador y dirigió espacios televisivos, entre ellos el educativo e histórico Escriba y Lea, aún presente en la programación semanal. También en la televisión cubana, donde fue visto por última vez, trabajó en la telenovela Lo que me queda por vivir, con guion de Maité Vera, junto a esa actriz ya fallecida de nuestro país, Elsa Camp.
A la radio llegó haciendo banco, como se le decía para esperar un fallo de algún actor titular para suplirle durante la transmisión de un programa en vivo, o para cualquier otra eventualidad. De esta manera hizo su primer papel dramático en El alma de las cosas, de Juan Herbello, dirigido por Sol Pinelli. Desde entonces, se movió del drama a la comedia y de la actuación a la dirección en las más importantes emisoras habaneras.
Incursionó en la radio por primera vez en la Emisora CMZ del Ministerio de Educación. Después pasó a otras emisoras de mayor popularidad como La Mil Diez, Radio Cadena Azul, CMQ y así hasta llegar a Radio Progreso, donde siguió trabajando durante siete años más, hasta su deceso, en el humorístico diario de Alberto Luberta: Alegrías de Sobremesa. En toda su activa vida, después de pasado algunos años, se desempeñó como actor y director de programas y también como profesor.
Antes del triunfo de la Revolución participó en dos películas realizadas con directores y actores mexicanos: Una gitana en La Habana, con Juan José Martínez Casado y No me olvides nunca, con la inolvidable vedette Rosita Fornés, el actor mexicano Luis Aguilar, Manela Bustamante e Idalberto Delgado.
Al crease el ICAIC en los años 60 trabajó en los filmes Mella, Paticandela, El recurso del método, El siglo de las luces y Los sobrevivientes; Nada, del realizador Juan Carlos Cremata y en La luna en Montevideo, con dirección canadiense. En esa cinta tuvo que aprenderse de memoria en inglés la parte del guion que le correspondía. Hizo de mafioso, de gánster. Es decir, el papel de malo, rol que desempeñó también en un programa televisivo titulado El Puro.
El miércoles 5 de julio de 2006, a las 3:40 de la tarde, murió a los 80 años de edad víctima de un infarto masivo en su casa en La Habana, considerándose como una gran pérdida para la cultura nacional.
En vida recibió disímiles reconocimientos: Distinción por la Cultura Nacional, Medalla Raúl Gómez García, Réplica del machete mambí de Máximo Gómez, Premio Alejo Carpentier, Hijo Ilustre de La Ciudad de La Habana, Artista de Merito por la Obra de Toda la Vida por el ICRT, Premio Nacional de Humorismo y de la Radio en 2005 y 2006 respectivamente, Medalla como Fundador de las Milicias Nacionales Revolucionarias, Medalla por los 40 Años de la Televisión Cubana, Premio Nacional de Radio 2005, Micrófono por los 70 Años de la Radio, Medalla "28 de Septiembre”.
Incursiones dentro del arte:
- Unos hombres y otros, de Jesús Díaz. Puesta en escena de Lilliam Llerena, por el grupo Ocuje. Estreno: 22 de diciembre de 1969 en el Teatro Mella. Actuó junto a Mario Balmaseda, Tito Junco y Omar Valdés, entre otros.
- El conde de Luxemburgo, opereta de Franz Lehár, puesta en escena de Adela Escartín y Carlos Piñeiro, con el Teatro Lírico Nacional de Cuba. Estreno 14 de mayo de 1966 en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana. Actuó junto a figuras como: Armando Pico López, Ramón Calzadilla, María Remolá, Rosita Fornés y Gladys Puig.
- Los Gavilanes, zarzuela de Jacinto Guerrero. Puesta en escena de Jesús Hernández. Teatro Lírico Nacional de Cuba. Estreno en diciembre de 1976 en la sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana. Actuó junto a Rafael Aquino, Esther Valdés, Humberto Lara, América García, Mario Martínez Casado y Martha Aguiar, entre otros.
- La verbena de la paloma, zarzuela de Tomás Bretón. Puesta en escena de Armando Soler, Cholito para el Teatro Lírico Nacional de Cuba; estreno en noviembre de 1977. Además de dirigir el espectáculo, actuó junto a Humberto Lara, América García, Ramón Zamorano, Martha Aguiar y Adelayda Gómez.
- Cecilia Valdés, zarzuela de Gonzalo Roig. Puesta en escena de Jesús Hernández. Teatro Lírico Nacional de Cuba, diciembre de 1976, sala García Lorca del Gran Teatro de La Habana. Actuó junto a Armando Bianchi, María de los Ángeles Santana, Asseneth Rodríguez, Alina Sánchez y Aldo Lario.