La figura  femenina suele ser centro o motor impulsor de los conflictos que se desencadenan en una telenovela

Este no es un fenómeno privativo de las propuestas nacionales;  funciona como  motivo recurrente en este tipo de dramatizados, donde el amor es el tema esencial en la mayoría de estas.

Para los cubanos, desde el gustado clásico Horizontes, la presencia de la mujer marcó el rumbo de los acontecimientos. Muchas de las novelas escritas por Mayte Vera para este espacio mostraban a una fémina que, además de  tener belleza, se implicaba en los cambios que se producían paulatinamente en la sociedad cubana.

En otros casos, telenovelas devenidas de clásicos de la literatura cubana como “Sol de Batey” o “Tierra Brava” constituyeron regias adaptaciones de textos en los cuales se procuró enaltecer la figura femenina.

En ambos casos, las actuaciones  de muchas de las actrices principales constituyen referentes del buen hacer dentro de la televisión cubana. Vale recordar a la gran Verónica Lynn, con aquella inolvidable “Teresa”, desprovista de humanidad en contraposición con su fidelidad  hacia el hermano, único ser importante en su vida.

La presencia de una Luisa María Jiménez,  joven  probada desde hace mucho antes, fue otro rasgo esencial a la hora de disfrutar una dramaturgia, donde la mujer tejió muchos de los caminos significativos de la propuesta.

El público, a través del tiempo, ha seguido y compartido los diversos conflictos que mueven las féminas de las telenovelas cubanas. Lo mismo los de la joven que sufrió el SIDA siendo adolescente,  en “La cara oculta de la luna”,  como los de aquellas mujeres que dieron vida al “Rostro de los días”. Mujeres  luchando por la posibilidad de ser madres, las que decidieron abortar,  las adolescentes violentadas, o aquellas que apostaron por la maternidad unida a la necesidad de buscar realización personal.

Todas ellas  tienen un espacio esencial en la reflexión del televidente porque cada  una de ellas representa la realidad compleja que todos vivimos. Al concluir un capítulo, mujeres/personajes, de carne y  hueso, dimensionadas en su  justo  valor, comandan interrogantes y búsquedas que el televidente se torna cómplice de ellas.

Hoy el espacio de la telenovela muestra una propuesta diferente en cuanto a códigos estructurales. Ciertamente TÚ subvierte estatus de intención y asimilación,  se burla de realidades, suaviza melodramas y sublima otros; pero nuevamente la  mujer es centro de atención.

Aplausos para Edith Massola, tan o más “desajustada “que su muchacho, pero siempre humanamente madre; para Daysi Granados, en medio del cariño de dos hijos completamente distintos, a los que de la misma manera ama; y para Daysi Quintana, la madre que necesita huir de su nido vacío.

Un aparte para la natural manera de amar y sentir de Yordanka Ariosa, quien necesita apenas de elementos para obsequiar un cúmulo de matices por desentrañar.

Féminas todas que nacen, crecen, sufren, aman, ríen… en cada y para cada situación; féminas que son ellas y a la vez son otras tantas que— como ellas— viven historias, sin ser de telenovelas, y logran que este género no fuera lo mismo sin sus presencias.

  

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