El canal Cubavisión fue reconocido recientemente con el prestigioso Premio TAL (Televisión América Latina) en la categoría de Mejor Contenido de Animación por el cortometraje Chimbe. Este galardón, otorgado por la Red TAL, destaca las producciones más sobresalientes de los canales públicos y culturales de la región.
Cada año, se resalta la calidad, la innovación y la relevancia social de las obras, y este 2024 el reconocimiento se ha dirigido a un proyecto de animación cubano que ha logrado capturar la esencia de la naturaleza y los valores familiares. Según el director del proyecto, Vladimir Emilio García Herrera, «El premio tiene un significado especial, sobre todo porque la animación en Cuba atraviesa una crisis debido a la falta de atención, presupuesto y estímulo a los jóvenes creadores».
Chimbe es el capítulo piloto de una serie que cuenta la historia de una jutía conga bebé que enfrenta desafíos en su entorno natural, y promueve temas como la protección ambiental y el respeto por las especies en peligro de extinción. Con un guion escrito por Olga Montes Barrios, la obra se desarrolla en los hermosos paisajes de la Sierra de los Órganos, específicamente en los mogotes del Valle de Viñales, elementos que contribuyen a una visualidad cautivadora.
«La obra fue realizada en un contexto complicado, justo después de la pandemia, con formas de trabajo atípicas que demandaron un esfuerzo adicional», explica García Herrera. A pesar de las dificultades, el cortometraje, que cuenta con una duración de 12 minutos, logra transmitir un mensaje profundo sobre la amistad y la familia, dirigido principalmente a niños y adolescentes.
Este premio no solo representa un motivo de orgullo para Cubavisión y el estudio independiente VlaStudio Laboratorio de Animación, acreedores del resultado, sino también una llamada de atención sobre la importancia de fortalecer la animación en Cuba. «Que un animado represente a Cuba y obtenga el premio es motivo de orgullo y felicidad», afirma el director. Sin embargo, García Herrera también reflexiona sobre la falta de apoyo institucional, ya que Chimbe aún no ha sido transmitido por la televisión cubana.
—Cuando recibió la noticia de la premiación, ¿qué fue lo primero que pensó y sintió?
—El equipo está feliz de haber obtenido este premio, pero al mismo tiempo enfrenta una disyuntiva. Es un reconocimiento al trabajo realizado, pero el sabor es agridulce porque el proyecto quedó en el limbo. Este capítulo piloto se terminó hace un año y cuatro meses, y desde entonces no ha sido transmitido por la televisión cubana. Sin embargo, fue premiado en un festival de televisión latinoamericano, lo que deja al equipo con un sabor agridulce: la alegría del reconocimiento y la frustración de que aún no haya sido emitido en nuestra televisión.
«Este es solo el capítulo piloto de una serie de quince episodios, lo que significa que aún quedan catorce por realizar. El reconocimiento internacional debería servir como prueba de que la obra tiene valor y merece ser continuada. Chimbe fue también presentado en el Festival de Cine SiciliAmbiente 2024, en Sicilia, Italia.
«Cuando supe que estábamos nominados a los Premios TAL, me puse a investigar sobre el certamen. Descubrí que en años anteriores habíamos ganado en algunas categorías, y eso me generó cierta preocupación: solo una obra representaba a Cuba este año. A pesar de eso, sentí mucha alegría al saber que era una obra animada, y especialmente porque es nuestra obra. Esto demuestra el valor de la animación que se produce en Cuba, aunque también deja claro que es necesario prestar más atención y apoyo a este tipo de producciones».
—La narrativa pausada y el enfoque en los paisajes cubanos son características únicas de Chimbe. ¿Qué desafíos enfrentaron al trasladar esta visión al formato de animación 2D?
—Chimbe, desde la historia y el guion, tiene una forma de contar la narrativa que es calmada, pausada y muy literaria. El problema es que, cuando alguien que escribe literatura redacta un guion, no siempre es un guion totalmente cinematográfico; más bien es un guion literario lo que estoy recibiendo. Por lo tanto, adaptar eso requería poder marcar el tempo y ritmo con el que se iba a contar la historia.
«Me propuse hacerlo, ya que en estos tiempos es difícil captar la atención de los niños y lograr que se queden sentados viendo una obra que no tenga nada que ver con superhéroes ni personajes fantásticos. En este caso, se trata de una historia que se desarrolla en un mundo real, donde la naturaleza y los animales son los principales personajes. Aunque los animales hablan, se comportan como tales, y la relación entre lo humano y lo animal se presenta de una manera muy realista. Esto representaba un desafío, pero decidimos correr ese riesgo.
«Nuestro objetivo fue encontrar la manera de atraer a los niños a través del color, el diseño de los personajes, la animación, la composición visual, la fotografía y los colores. Todo esto se combinó para transmitir un atractivo visual que enganchara a los niños con la historia, haciendo que la imagen lograda tuviera ese poder de capturar su atención.
«La animación es algo que trato de preservar, especialmente la animación tradicional dibujada, pero de forma digital. Mi objetivo es demostrar que aún es posible producir cortometrajes animados con belleza, calidad y el atractivo característico de la animación dibujada. Existen otras técnicas de animación, pero para ello es necesario preparar un equipo que domine la técnica digital, ya que la animación es compleja. Muchos de los que estaban en el ámbito de la animación aún no dominaban completamente las técnicas digitales, por lo que buscamos un software que fuera muy cercano y fácil de utilizar para animar, y que permitiera trabajar con dibujos hechos a mano y hacer la puesta en escena de forma dibujada.
«La idea es rescatar y mantener viva la animación tradicional en estos tiempos, lo cual, además, hace que el proceso sea menos costoso, al menos desde Cuba. Utilizamos un software que ya no tiene licencia, pues ha caducado, ya que es de hace más de cinco años. Estos programas ahora son libres y podemos trabajar con ellos, lo que nos permitió decidir que la animación fuera realizada con este enfoque.
—Ahora con este premio, ¿hay nuevos avances o posibilidades para materializar la serie?
—Chimbe es una serie de quince capítulos, y este primer capítulo es el piloto, que establece el conflicto de la historia. Los catorce capítulos restantes ya están listos para ser producidos, y espero que el impulso de este premio sea el motivador necesario para que se apruebe un presupuesto que permita llevarla a cabo. Siempre se realizará de manera independiente a través de la productora que estoy liderando, llamada VlaStudio Laboratorio de Animación, y queremos mantener ese enfoque.
«Sin embargo, para poder lograrlo, es necesario crear las bases adecuadas. Actualmente, no contamos con especialistas, y necesitamos una academia urgente para formar expertos en animación. La producción de animación es un campo técnico completamente diferente al cine, y hace falta formar jóvenes que se conviertan en directores de arte, directores de animación y otros especialistas.
Contamos también con un proyecto de largometraje titulado Chimbe al rescate. Ya fue presentado al Fondo de Fomento del Cine Cubano y está listo para su producción. La historia expande el universo del personaje de Chimbe, que además de la serie, ahora cuenta con un proyecto cinematográfico.
—Desde su experiencia como director y formador, ¿qué considera que necesita la animación cubana para posicionarse mejor a nivel regional y global?
—Durante años he insistido en la necesidad de crear una academia específica para la animación, y aunque los estudios han realizado talleres y cursos, al final no sirven de mucho si no hay proyectos que motiven a los jóvenes a seguir esta carrera. Si no existen proyectos, ¿quién va a realizarlos? La situación es paradójica: no tenemos animadores ni proyectos. Es como el chiste de la gallina y el huevo, ¿qué viene primero? Necesitamos ambos al mismo tiempo.
«Hace falta un curso específico para un proyecto determinado. Necesitamos animadores para esos proyectos, y luego crear los cursos para que, cuando los jóvenes terminen sus estudios, puedan trabajar en estos proyectos y recibir una remuneración justa por su labor. Este es uno de los aspectos que también debemos tener en cuenta».
—¿Qué mensaje le gustaría transmitir a los jóvenes creadores que sueñan con hacer animación en Cuba, pese a las dificultades que usted mismo ha enfrentado?
—El mensaje que les doy a los jóvenes realizadores es que sigan estudiando, dondequiera que estén y a dondequiera que vayan. Si les gusta la animación, deben estudiar mucho, informarse, actualizarse y acercarse a las experiencias de los demás. Además, si van a desarrollar un proyecto, deben investigar y prepararlo bien, porque la animación es un campo muy complejo, tanto en términos técnicos como de lenguaje. Debemos ser conscientes de las carencias que enfrentamos y seguir aprendiendo para poder buscar soluciones, incluso a los problemas tecnológicos que puedan surgir.
«Es importante luchar, unirse y trabajar en conjunto, porque necesitamos apoyo para poder realizar nuestras obras animadas. No debemos rendirnos, sino salir a mostrar los proyectos, crear buenos trabajos y demostrar que existe un potencial esperando ser aprovechado. Es necesario exigir ayuda, porque realmente lo merecemos. La clave está en la demostración de ese potencial, pero también en contar con el respaldo adecuado para avanzar. Debemos encontrar la manera de continuar con estos proyectos.
«El mensaje final no es solo para los jóvenes, sino también para los estudios de animación del ICRT, el ICAIC y para todo el cine cubano, especialmente el cine independiente. Tenemos que buscar la manera de salvar la animación, porque si no hacemos algo pronto, no tendremos animadores ni proyectos de animación. No podremos seguir adelante. Veo esto como la última esperanza para que la animación en nuestro país crezca y se fortalezca».